Los orígenes antiguos de las tradiciones navideñas

10 diciembre 2009 at 11:08 pm 1 comentario

Seguro que más de una vez te has preguntado por el origen de alguna de nuestras tradiciones relacionadas con la Navidad. Pues a este respecto te sorprenderá saber que muchas de ellas se remontan en el tiempo mucho más de lo que crees. En este artículo de The Independent se recogen algunas de las tradiciones navideñas nacidas en el mundo antiguo:

1. El árbol de Navidad 

La costumbre  de decorar de verde nuestras casas en invierno se remonta a hace miles de años. El faraón Tutankamon no tuvo que soportar el colorido que caracteriza hoy día a nuestros árboles de Navidad, pero tendría palmas de palmeras datileras esparcidas alrededor de su morada real en el solsticio de invierno.

2. Los villancicos

 Disfrutes o no con ellos, debes agradecérselo a los antiguos paganos y a sus alegres cánticos para celebrar a las estrellas. El canto y la danza eran muy comunes en el Neolítico en Europa: algunos incluso piensan que Stonehenge fue construido teniendo en mente la acústica.  

 Como ocurre con el árbol de Navidad, podrían haberse creado en relación con el solsticio de invierno un tipo de canciones especiales. De hecho, se cantaban melodías para cada una de las estaciones, aunque en el caso de la Navidad guardó pronto relación con la fe cristiana y el nacimiento de Jesucristo.  

 El primer villancico que puede considerarse como tal se remonta al año 129 d.C., cuando el obispo de Roma decretó que una canción llamada «El Himno del Ángel» debía ser cantado durante la Navidad. Al cabo de unos siglos esta tradición arraigó y toda Europa terminó cantando a la Navidad. 

3. Santa Claus o Papá Noel

 Millones de personas todavía piensan que Santa Claus debe su actual aspecto a los anuncios de Coca-Cola. Pero es una creencia que debería haber pasado a «leyenda urbana» hace mucho tiempo. La imagen en el mundo occidental de Santa Claus vestido de rojo y blanco se debe más a sus antiguas raíces eclesiásticas que al famoso refresco. San Nicolás fue obispo de Myra, antigua ciudad griega de Licia, en la actual Turquía, en el siglo IV. Fue muy popular en todo el mundo cristiano, donde se le conoció también como «Nicolás el Taumaturgo», por la gran cantidad de milagros que se le atribuyeron.

 La asociación de San Nicolás con el generoso bonachón del trineo y los renos que hoy conocemos se deriva de su costumbre de dejar monedas en los zapatos de los fieles (véase la historia de los calcetines más abajo). Esto se terminaría convirtiendo en una tradición católica europea. Los pobres dejaban sus zapatos en la iglesia durante la noche y los ricos depositaban en ellos monedas como recuerdo a la generosidad de San Nicolás.

 El nombre de ‘Santa Claus’, por cierto, no se le dio hasta el siglo XIX, como una evolución del coloquialismo holandés Sinterklass. Su nombre ha cambiado, pero conserva la vestimenta ceremonial roja de su antiguo antecesor. Sin embargo, muchos piensan que la ropa puede ser una amalgama de San Nicolás y del dios normando del mal gobierno, un personaje vestido de rojo que iría causando estragos durante el período de solsticio de invierno. Santa Claus no siempre usó renos para ir de casa en casa:  muchos creen que son una evolución del caballo gris de ocho patas del dios nórdico Odín, llamado Sleipnir, que podía saltar distancias enormes. En la Edad Media, los niños dejaban fuera de las casas alimentos para Sleipnir, una costumbre que continúa hoy día.

4. El Tronco de Navidad

Para nosotros es el postre navideño por excelencia y el único recuerdo que nos queda de una tradición muy arraigada en época medieval: la quema del tronco de Navidad. Sin embargo, esta costumbre comenzó miles de años atrás en las antiguas ciudades de Sumeria y Egipto.

 Los egipcios creían que el período de solsticio de invierno marcaba la muerte y el renacimiento del dios Horus, dios del cielo y el sol.  Por este motivo desde hace 5000 años llevaban a cabo el ritual de encender un tronco cuya luz servía de memoria al dios y que mantenían ardiendo durante 12 días. Esta tradición se extendió a las ciudades de Sumeria y Mesopotamia en el festival de invierno de Zagmuk, y más tarde se convertiría en una de las características de la celebración romana de la Saturnalia, cuando era quemado una especie de tronco durante diez días para indicar el comienzo del gobierno de Mitra .

 Sajones y visigodos se sumaron a esta tradición como un símbolo del bien, como la luz que prevalece sobre las tinieblas o el mal. A las cenizas se les atribuía poderes mágicos. Lo más probable es que los cristianos adoptaran a través de los romanos este rito como un símbolo de la luz de Cristo frente a la oscuridad del mundo.

5. Las Tarjetas de Navidad

 Las tarjetas de Navidad no se pusieron de moda en Europa hasta el siglo XV, gracias a los germanos. Pero sus orígenes se remontan a miles de años atrás en el antiguo Egipto, cuando se empezó a extender la costumbre de enviar felicitaciones a través de papiros ricamente decorados. Los chinos reivindican también ser los primeros en el intercambio de mensajes sencillos en tarjetas para celebrar el Año Nuevo. Con la invención de la imprenta esta tradición se popularizaría en Occidente a partir de 1.500.

6. El Muérdago

El uso del muérdago, tan arraigado a la tradición navideña, debe atribuirse a los antiguos druidas: estos antiguos místicos atribuían poderes mágicos a esta planta. Entre sus propiedades milagrosas se destacaban la curación de enfermedades, como antídoto contra el veneno y su poder para mejorar la virilidad.

Los antiguos griegos no eran desconocedores de estas propiedades «eróticas» del muérdago. Tradicionalmente, besarse debajo de unas ramas de muérdago garantizaba que la pareja iba a quedar satisfecha. Incluso se utilizaba en las ceremonias matrimoniales. Los sajones después asociaron la planta con Freya, diosa del amor, la belleza y la fecundidad. Los hombres podían besar a cualquier mujer que se encontrara debajo de una rama de muérdago, arrancando una baya con cada beso. Cuando no quedaban bayas, se terminaban los besos.

7. Los regalos

 Aunque insistamos en afirmar que la Navidad es el mejor regalo de todos, ¿quién no agradece que en estas fechas alguien se acuerde de nosotros y nos haga algún detalle? Los arqueólogos han encontrado pruebas de que los hombres intercambian presentes desde hace 70.000 años. El antropólogo francés Marcel Israel Mauss señala este fenómeno como un hecho clave para la cohesión social al consagrar el respeto y la interdependencia de los miembros de una comunidad.

En Roma, la entrega de regalos fue una elemento clave en la festividad de las Saturnalia, en estos días en que los amos eran gobernados por sus esclavos. Los regalos eran vistos entonces como una forma de mantenerse de buen humor durante el largo y frío invierno. Es sabido que en el cristianismo se recuerda que los Reyes de Oriente regalaron oro, incienso y mirra al niño Jesús, cosas de nada en comparación con el consumismo exacerbado de hoy en día. La costumbre de dejar los regalos en la chimenea también pueden haber derivado de la antigüedad: Las tribus germánicas arrojaban regalos al fuego como ofrendas a los dioses. 

8. El festín

Hablar de Navidad es hablar de reuniones familiares en torno a una mesa bien surtida. Es ley no escrita que de estas fiestas se sale con al menos un par de kilos de más, pero ¿quién puede resistirse a tantos y tan suculentos manjares? Pues, como la mayor parte de costumbres de Navidad, esta tradición tiene sus raíces en las primeras civilizaciones. La festividad de Zagmuk, en Mesopotamia, conllevaba actos para celebrar que con la llegada del invierno los días se hacían más largos y la agricultura podría continuar un año más. La comida era una forma de celebrar al sol, como fue también el caso en Egipto con Horus – y más tarde pasó a formar parte de las Saturnalia en Roma como una forma de recibir el duro invierno europeo.

Desde tiempos del antiguo Egipto el ganso fue la carne que se consumió en el solsticio de invierno, una tradición que continuó en Gran Bretaña hasta el siglo XVI. Algunos atribuyen a Enrique VIII el haber introducido el pavo como plato principal en Navidad. Pero hay también quien nos atribuye a los españoles el haber extendido el consumo de este ave, supuestamente tomado de los aztecas.

 Los romanos comían jamón de Navidad – costumbre que aún sigue  hoy en día en muchos países- para celebrar la vida de Adonis, dios del renacimiento y la vegetación, que fue asesinado por los colmillos de un jabalí enviado por Artemisa o Ares. Una cabeza de jabalí sigue siendo asada ceremonialmente cada año en la Universidad de Oxford. 

9. Los calcetines

 No hay una historia segura en cuanto al origen del calcetín de Navidad, pero una historia apócrifa, cierta o no, ha resistido la prueba del tiempo. Y como era de esperar es fruto de la generosidad legendaria de San Nicolás. En Myrna, un hombre pobre perdió a su esposa y tuvo que criar solo a sus tres hijas. Cuando estas se hicieron mayores, el padre, claro está, no tenía dinero suficiente para pagar la dote de sus hijas como era entonces costumbre. San Nicolás, sabiendo la necesidad del padre, arrojó durante un par de noches monedas junto a la chimenea de la casa, de manera que al levantarse por la mañana las hijas encontraban las monedas en los zapatos y calcetines que habían dejado a secar por la noche junto al fuego. Algunas historias dicen incluso que San Nicolás habría tirado las monedas por la chimenea, razón por la que en la actualidad se representa a Santa Claus entrando por ellas a las casas.

10. El Belén

 Esta arraigada tradición cabe agradecérsela a San Francisco de Asís, a quien se le ocurrió la idea de representar un cuadro vivo del nacimiento de Cristo según la versión de los Evangelios de Lucas y Juan allá por 1.223 en Greccio, cerca de Roma. La tradición se extendió rápidamente y con ella la humillación que tienen que sufrir cada año los niños en casi todos los colegios en el mundo occidental.

La imagen es de Wikimedia Commons 

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