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Encuentran huellas del Imperio Romano en el hielo de Groenlandia

Investigadores han investigado las trazas de plomo enterradas allí y producidas por la minería europea, entre los años 1.100 a.C. y 800 d.C

Monedas romanas de plata. Los niveles de plomo en el hielo son un indicador de actividad económica, porque este se liberaba al extraer plata – WIKIMEDIA

Fuente: G. L. S. – Madrid  |  ABC Ciencia
16 de mayo de 2018

Hoy sabemos que los efectos de la actividad humana son globales. El plástico se extiende como una plaga por los océanos del planeta y hace años que se detectaron peligrosos contaminantes, como insecticidas (DDT) y otros compuestos (PCBs) acumulados en lugares alejados y aparentemente vírgenes, como los hielos de Groenlandia.

Recientemente, un equipo internacional de investigadores ha publicado un artículo en «Proceedings of the national Academy of Sciences» (PNAS) donde ha constatado que este no es un fenómeno reciente. Los científicos han encontrado trazas de plomo que fueron extraídas entre los años 1.100 a.C. y 800 d.C., por ejemplo en minas de la Antigua Grecia y del Imperio Romano, en testigos de hielo de Groenlandia. Las mediciones les han permiten asociar sucesos históricos con la actividad económica y minera de cada momento.

«Hemos descubierto que la polución de plomo en Groenlandia permite reconstruir muy de cerca epidemias, guerras, momentos de inestabilidad social y expansiones imperiales durante la antigüedad en Europa», ha explicado en un comunicado Joe McConnell, el director del estudio e investigador en el Instituto de Investigación del Desierto (EE.UU.).

Trabajos con testigos de hielo para analizar la concentración de plomo y otros compuestos – Instituto de Investigación del Desierto

Las minas y la fundición de minerales fueron una parte clave del desarrollo económico de las antiguas civilizaciones en Europa. Dichos trabajos liberaron a la atmósfera cantidades notables de residuos que primero quedaron suspendidos y que luego fueron transportados por los vientos hasta lejanas regiones. Una parte de estos restos cayó con la nieve en Groenlandia, a miles de kilómetros de distancia del continente, y fue quedando enterrada en el hielo.

La huella de la riqueza y del poder

La concentración de estas trazas de plomo en cada momento histórico, asociada con una profundidad concreta en los testigos de hielo, es una vía para reconstruir ya no solo la actividad minera del pasado, sino también el esplendor económico, en general.

«Muchas de las emisiones de ese periodo fueron resultado de la minería y de la fundición de minerales de plomo y plata, así que estas emisiones pueden verse como un indicativo de la actividad económica global», ha dicho McConell.

La causa de esta relación tan directa entre plomo y plata está en que el lucrativo metal se extraía de la fundición en hornos de plomo argentífero, en el que ambos elementos estaban mezclados, a través de un proceso conocido como copelación.

En azul, minas de plata romanas. En negro, el lugar donde se extrajeron las muestras de hielo – Instituto de Investigación del Desierto

No es la primera vez que los científicos encuentran esta huellas del plomo en el hielo. Pero en esta ocasión, los investigadores han pasado de las 18 mediciones que se hicieron en una primera ocasión, en los años 90, a un estudio elaborado con 21.000 mediciones de los niveles de plomo y de otros compuestos químicos.

Guerras y epidemias, grabadas en el hielo

Gracias a la detallada cronología grabada en el hielo, los investigadores han podido vincular la polución con aquellos eventos históricos relevantes, como guerras o epidemias, que tuvieron repercusión sobre la actividad minera. Al igual que hoy las crisis económicas provocan caídas en las emisiones de CO2, en la antigüedad era la minería la que se resentía.

Los resultados han mostrado que las emisiones de plomo comenzaron en el 900 antes de Cristo, en el momento en que los fenicios expandieron sus rutas comerciales y fundaron factorías por el Mediterráneo occidental. La polución aumentó cuando los cartagineses y los romanos comenzaron a extraer mayores cantidades de plata en la Península Ibérica, y alcanzaron un máximo con la fundación del Imperio Romano.

Por ejemplo, en Carthago Nova fueron claves los yacimientos de plomo argentífero en los que trabajaban 40.000 obreros, en una extensión de varios kilómetros cuadrados. El geógrafo griego Estrabón en su obra «Geografía» describe –gracias al testimonio de Polibio– cómo se extraía este plomo y el enorme rendimiento, 25.000 dracmas, que generaba cada día en beneficios. Eso sí, las condiciones en las que trabajaban los mineros eran penosas y sus turnos maratonianos.

Y no solo de plata y plomo vivían los romanos. Por ejemplo, en el noroeste de la Hispania F.J Sánchez Palencia calcula que los romanos obtuvieron 230.000 kilogramos de oro desde el siglo I hasta el III d.C. solo en esta región.

El auge de Roma, y de la polución de plomo

Las mediciones de los niveles de plomo en el hielo son tan precisas que les han permitido a los autores afirmar que el mayor momento de producción de plomo coincidió con el esplendor del Imperio Romano, durante los siglos I y II después de Cristo, en un momento de gran prosperidad económica conocido como Pax Romana. Por entonces, los niveles de plomo producidos eran cuatro veces superiores a los alcanzados durante las últimas décadas de la República, lo que sugiere, tal como ha explicado Andrew Wilson, coautor de la investigación, que había: «Un notable crecimiento económico durante el mandato imperial».

De la misma forma, las emisiones de plomo alcanzaron un mínimo histórico durante los últimos 80 años de Roma, coincidiendo con la llamada «crisis de la República».

Además, los análisis han mostrado que las emisiones de plomo subieron y bajaron en consonancia con guerras y situaciones de inestabilidad política, particularmente durante la República. Además, cayeron en picado probablemente con motivo de dos grandes epidemias ocurridas en el siglo II y III d.C.. Se trata, en concreto, de las epidemias de Antonino (viruela) y Cipriano (viruela, filovirus o quizás gripe).

«La gran plaga de Antonino golpeó al Imperio Romano en el año 165 d.C. y duró 15 años», ha dicho Wilson. «Los altos niveles de emisiones de plomo alcanzados con la Pax Romana acabaron justo en ese momento, y no se recuperaron hasta los comienzos de la Edad Media, unos 500 años más tarde».

Además de las epidemias y de la decadencia política y económica, ocurrió un proceso de decadencia de las minas. De hecho, a partir del siglo III los principales yacimientos romanos fueron agotándose.

Esta investigación ha sido realizada por arqueólogos, economistas históricos, científicos atmosféricos y expertos en testigos de hielo. Entre todos ellos hay personal de la Universidad de Oxford (Reino Unido), el Instituto de Investigación del Desierto (EE.UU.), la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y del Instituto Noruego para Investigación del Aire.

 

16 May 2018 at 11:02 pm Deja un comentario

Tras dos mil años de misterio descubren cómo funcionaba la legendaria “Puerta del Infierno”

Entrada al Inframundo o Plutonium. Descubierto en 2012 en Hierápolis | imagen Wikipedia Creative commons

Fuente: Javier Peláez  |  YAHOO Noticias
6 de mayo de 2018

En la mitología griega y romana Plutón era el dios del Inframundo. Para los cultos romanos, al contrario que las creencias católicas, ese tenebroso lugar no era una idea abstracta sino que existía realmente en la Tierra e incluso se podía acceder a él a través de diferentes puertas.

A esos accesos al inframundo se les conocía como “Plutonium” y solían situarse cerca de cuevas y aguas termales que desprendían vapores tóxicos y olores putrefactos. En la actualidad conocemos tres de esas puertas romanas al infierno. Una se encuentra a mitad de camino de las ciudades turcas de Aydin y Nysa, una segunda se sitúa a orillas del lago Averno, y la tercera la podemos localizar en la ciudad de Hierápolis, también en Turquía.

De esta tercera puerta al infierno ubicada en Hierápolis, el cronista y geógrafo romano Estrabón, ya por el siglo I antes de Cristo, explicaba lo siguiente: “Su espacio está lleno de un vapor tan denso y brumoso que apenas se puede ver el suelo. Cualquier animal que pasa a su interior encuentra una muerte instantánea”. De hecho, el historiador quiso comprobar realmente el misterio de la Puerta al Inframundo y realizó un sencillo experimento: “Arrojé unos gorriones dentro de la cueva e inmediatamente dieron un último suspiro y cayeron muertos”.

Recreación artística del Plutonium de Hierapolis

La puerta del infierno en Hierápolis era un lugar común de sacrificios, allí los sacerdotes romanos entraban acompañados de animales como regalo a los dioses y en el interior de la cueva ocurría algo inquietante: Los animales (cabras, ovejas, aves) caían fulminadas a los pocos minutos de entrar, sin embargo los sacerdotes sobrevivían a la ceremonia. Por supuesto, aquello se interpretó como que los propios dioses elegían las ofrendas que les traían, dejando con vida a los sacerdotes que se las entregaban… así comenzó la leyenda del Plutonium de Hierápolis.

Una leyenda que incluso se vio confirmada recientemente, cuando en 2012, arqueólogos de la Universidad de Salento publicaron los resultados de sus excavaciones y descubrieron por fin la puerta de Hierápolis, donde además encontraron multitud de restos fósiles de animales y aves.

Piscinas termales de Pammukale, con grandes cantidades de bicarbonatos y calcio | imagen Wikipedia Creative Commons

Han pasado dos milenios desde las palabras de Estrabón y el misterio de la Puerta al Inframundo de Hierápolis seguía sin ser desvelado, hasta que hace unas semanas un equipo internacional de geólogos y vulcanólogos han descubierto la solución en un artículo, publicado en el Journal Archaeological and Anthropological Sciences, y titulado: “Deadly CO2 gases in the Plutonium of Hierapolis

Los investigadores entraron en el Plutonium portando instrumental para la medición de gases y encontraron altos niveles de dióxido de carbono concentrados en las capas más bajas de la cueva. Los datos indican que existen niveles de CO2 entre un 4% y un 53% dependiendo de la altura a la que te encuentres.

En los alrededores de la cueva se encuentran las célebres aguas termales de Pamukkale, donde dicen que se bañó la mismísima Cleopatra. Los gases que propician las abundantes fuentes termales también están presentes en la cueva y se acumulan a baja altura, afectando así a los animales que entraban.

El dióxido de carbono es más pesado que el aire, por lo que tiende a acumularse en las capas más bajas, cercanas al suelo, empujando el aire respirable hacia arriba. Los sacerdotes, al ser más altos, sobrevivían en aquella cueva… sus ofrendas caían asfixiadas, creando así un misterio que ha durado más de dos mil años.

 

7 May 2018 at 8:21 am Deja un comentario

Los arqueólogos encuentran en Turquía una «puerta del infierno» de la época romana

Hallan en un templo de Hierápolis dedicado a los dioses del inframundo una cueva con emanaciones mortales de dióxido de carbono

Cerbero, el perro guardián del inframundo griego con tres cabezas, pintado por William Blake

Fuente: ABC
18 de febrero de 2018

Muy pocos griegos y romanos bajaron al infierno y pudieron contarlo. Los mortales llegaban en brazos de Mercurio hasta la orilla de la laguna Estigia y allí Caronte, el barquero, pagado con la moneda enterrada con el cadáver, les pasaba al otro lado. En ocasiones míticas, como Orfeo, el viaje empezaba en la puerta del infierno, donde tenía que burlar al perro de tres cabezas, y era de ida y vuelta si lograba conmover a los dioses del inframundo con su arte y pedir que permitieran el regreso de su amada Eurídice a la vida. Pero también hubo quien, como Ulises, se acercó a las orillas del inframundo a consultar al adivino Tiresias cómo sería su regreso a Ítaca, para lo cual le alimentaba con sangre de los sacrificios… Beber la sangre fresca calmaba a los muertos en su mundo ceniciento. El gran guerrero Aquiles dice a Ulises al reconocerle allí: «Preferiría ser el más pobre y sucio de los rudos campesinos que se revuelcan en los estercoleros sobre la tierra, que ser el gran rey Aquiles en este mundo de sombras subterráneas».

Gruta del Plutonium por la que salen los gases carbónicos que mataban a los animales en los sacrificios

De todo este comercio con el infierno grecorromano se colige que algunos mortales sabían cómo llegar. Había puertas que llevaban hasta el inframundo y una de ellas, mítica, estaba en lo que hoy es Turquía. Los arqueólogos han podido perfilar el lugar y su utilización en ritos religiosos durante la época romana en la ciudad de Hierápolis. Según han publicado en la revista «Science» Allí hay un templo que desciende hasta una gruta en la que los animales eran sacrificados sin intervención de la mano del hombre… ¿Cómo? Era la puerta del infierno

Junto a las ruinas del Plutonium, el templo a Plutón, dios romano del inframundo, todavía desfallecen los pájaros que se aventuran a volar por las inmediaciones. Caen muertos y allí quedan junto a las piedras gastadas. Hay una gruta de la que emana dióxido de carbono volcánico en concentraciones mortales.

Caronte, el barquero del inframundo

En los tiempos de Roma los sacerdotes utilizaban esas emanaciones para dejar que toros y otros animales sacrificiales cayeran muertos milagrosamente, sin intervención humana, dedicados a las deidades ctónicas. Bóvidos perfectamente sanos eran conducidos hacia la boca de una gruta puesta en el interior de una estructura rectangular del templo. Morían rápidamente pero los sacerdotes castrados que los acompañaban no sufrían daño alguno. ¿Cómo era posible?

Los arqueólogos han dado con una posible respuesta a esta pregunta tras un nuevo estudio de las ruinas del Plutonium. La entrada de la gruta, o puerta del infierno, fue redescubierta hace 7 años en Hierápolis. El patio rectangular se situaba en el perímetro del templo y estaba rodeado de gradas para que los fieles se sentaran a contemplar la sagrada escena. La ciudad se sitúa en una zona geológicamente muy activa y famosa por sus aguas termales.

El entorno del Plutonium de Hierápolis

Esos manantiales ya eran famosos hace 2.200 años, por su poder curativo. La grieta junto al templo emite grandes cantidades de dióxido carbónico de origen volcánico que se acumula como una neblina en el cerco rectangular. Ahora esas emisiones han sido estudiadas y medidas por vulcanólogos de la Universidad alemana de Duisburg-Essen.

Durante el día, el sol disuelve la neblina, pero durante la noche el gas, algo más pesado que el aire, queda concentrado en el rectángulo como en una piscina. Es coincidiendo con el amanecer cuando la concentración se vuelve más mortal. A medio metro del suelo su concentración es del 35%, suficiente para asfixiar a cualquier ser vivo. Pero esa concentración disminuye intensamente al aumentar la altura. Así que los sacerdotes que conducían a los toros respiraban prácticamente aire puro, mientras los bóvidos iban ahogándose en cuanto pisaban el recinto.

Mercurio conducía las almas hacia el infierno

Por eso los sacrificios tenían lugar nada más comenzar el día, en plena aurora. El aliento del Can Cerbero, guardián de la puerta del infierno solo afectaba a los animales que respiraban cerca del suelo. Y a medida que se mareaban bajaban más la cabeza, quedando sentenciados en minutos. Los sacerdotes eunucos, sin embargo no llegaban nunca a caer en el ámbito mortal del templo.

Estrabón visitó el Plutonium hace dos mil años y dejó escrito que los sacerdotes incluso acercaban la cabeza a la cueva (a la parte alta de la misma) sin recibir daño alguno, en un ejercicio demostratorio con algo de circense. Lo que el escritor romano pensó entonces es que tal vez la castración les salvaba de algún modo.

Lo que el equipo de arqueólogos y vulcanólogos están muy excitados por el resultado de sus investigaciones y por haber logrado demostrar que las fuentes históricas tenían, una vez más, razón. Esa es la localización de una de las terribles puertas del infierno.

 

18 febrero 2018 at 11:38 am Deja un comentario

Arqueólogos localizan importante templo de Artemisa en isla griega de Eubea

Un equipo de arqueólogos griegos y suizos localizó en la isla griega de Eubea, tras diez años de excavaciones, los restos del templo de Amarysia Artemisa, el lugar de culto más importante de la antigüedad en esta isla.

Excavaciones en el yacimiento de Eubea. Foto: protothema

Fuente: EFE  |  ABC
22 de septiembre de 2017

Los arqueólogos hallaron varios edificios construidos entre los siglos VI y II a.C. y una fuente subterránea, así como una serie de inscripciones que hacen referencia a Amarysia Artemisa.

«El hallazgo de las inscripciones es muy importante porque no deja ninguna duda de que el templo es el de Amarysia Artemisa», declaró a Efe Amalia Karapasjalidu, la arqueóloga griega que dirige las excavaciones en el yacimiento.

Karapasjalidu explicó que el periodo de auge del templo se sitúa entre los siglos IV y II a.C., aunque hay indicaciones claras de que el lugar se utilizaba para el culto de Artemisa en periodos anteriores y posteriores a estos siglos.

«Unos hallazgos datan incluso del periodo geométrico (siglos IX-VIII a.C.) y el material de construcción de la fuente fue reutilizado una segunda vez, lo que en la antigüedad ocurría con frecuencia», dijo Karapasjalidu.

La existencia de este templo es mencionada por primera vez en la obra del geógrafo Estrabón, del siglo I a.C.

En el volumen X de su obra, Estrabón sitúa el templo a una distancia de siete estadios (un estadio equivalía aproximadamente a 185 metros), es decir, casi un kilómetro y medio, de la ciudad de Eretria.

Seguir esa referencia resultó en que la búsqueda del templo se hizo durante décadas en lugares erróneos, hasta que el profesor de la universidad de Neuchâtel, en Suiza, Denis Knoepfler, especialista en inscripciones, mostró, a finales de los años 70, que la verdadera distancia de Eretria al templo era de 60 estadios, es decir, unos 11 kilómetros.

«En los años 90, iniciamos una excavación en un lugar cercano al templo, tras la detención de una banda que llevaba a cabo allí excavaciones arqueológicas ilegales, y hallamos centenares de pequeñas estatuas con uso ritual dedicadas a Artemisa. Entonces me convencí de que el templo estaba en los alrededores», explicó Karapasjalidu.

La arqueóloga resaltó que su equipo halló al inicio de su excavación del yacimiento actual una importante galería del siglo IV a.C.

«Estábamos convencidos de que se trataba del templo de Artemisa, pero no teníamos la prueba de las inscripciones que hemos hallado este año», concluyó Karapasjalidu.

 

22 septiembre 2017 at 2:07 pm Deja un comentario

Los crueles hábitos de los soldados que desangraron a las legiones romanas en Hispania

Durante más de medio siglo, la Península mantuvo en jaque a los gobernadores y a los soldados que se enviaban desde Italia. La toma de Numancia fue el culmen de un enfrentamiento que tuvo que concluir el famoso Publio Cornelio Escipión Emiliano

El último día de Numancia – Alejo Vera

Fuente: MANUEL P. VILLATORO  |  ABC
18 de mayo de 2017

Más de medio siglo de contiendas, una larga lista de generales y gobernantes, y miles de bajas. Ese fue el sangriento tributo que se vio obligada a pagar la Roma republicana para dominar de forma efectiva buena parte de la Península Ibérica a partir del siglo III A.C. Durante ese tiempo, los pueblos celtíberos (así como los lusitanos, los vettones y otros tantos) se opusieron con bravura al avance de las legiones por la región.

Para orgullo hispano, cumplieron su objetivo con creces enfrentándose al poderío de sus vecinos hasta en tres grandes contiendas sucedidas -de forma oficial- a partir del año 181 A.C. De hecho, los descalabros que perpetraron contra algunos generales como el cónsul Cayo Hostilio Mancino (humillado en batalla por los numantinos), obligaron a Roma a enviar a Hispania a su general más destacado, Publio Cornelio Escipión Emiliano, para pacificar definitivamente la zona.

El militar, hasta ese momento apodado el «Africano Menor» por haber destruido la ciudad de Cartago durante la Tercera Guerra Púnica, se ganó en tierras hispanas el sobrenombre del «Numantino» tras aplastar la resistencia y tomar Numancia (una de las principales plazas que se oponían al dominio).

Aquella derrota honrosa para los defensores -algunos de los cuales prefirieron darse muerte a capitular– puso fin a un enfrentamiento que sacó de quicio a Roma. Una contienda, en definitiva, en la que los soldados celtíberos demostraron que eran capaces de poner en jaque a las experimentadas legiones haciendo uso de un amplio abanico de armas y una serie de costumbres tan curiosas como amputar la mano diestra al enemigo (símbolo de su poder militar) y hacer uso de ella como trofeo de guerra.

Esta última (y sanguinaria) práctica puede apreciarse en la portada de la revista Desperta Ferro Antigua y Medieval n.º41 («Numancia»). Dicha ilustración muestra a un orgulloso guerrero numantino alzando a los cielos la mano de un soldado romano al que acaba de vencer. El mismo combatiente del que ha obtenido la espada que porta desafiante: un «gladius hispaniensis».

El protagonista de la escena porta también a su espalda un «caetra». Este escudo era su principal defensa y, como señala el historiador Eduardo Peralta Labrado en su obra «Los cántabros antes de Roma», era circular, contaba con un umbo central, y tenía «una característica decoración de cuatro segmentos curvos».

A su vez, en la escena también puede apreciarse que el combatiente (todavía con furia en los ojos por su particular victoria en combate singular) está equipado con un casco hispano-calcídico. Un elemento que, en palabras de los autores de la obra «Cascos hispanos-calcídicos», denotaba que pertenecía a la élite de la sociedad de la época.

Finalmente, la imagen también destruye uno de los mitos más extendidos de la Historia: el que nos muestra a los legionarios ataviados de forma perpetua con una coraza de placas y un gigantesco escudo rectangular. Por el contrario, durante el asedio de Numancia el griego Polibio (citado por el historiador Fernando Quesada Sanz en su dossier «El legionario romano en época de las Guerras Púnicas») afirma que la mayoría de los combatientes portaban «un pequeño pectoral que cubría el centro del pecho», un casco de bronce «de tipo Montefortino» y un «escudo oval en forma de teja».

Primera guerra por Hispania

El origen de las largas contiendas contra Roma se remonta hasta el 181 A.C. Aunque solo de forma oficial. Anteriormente, en el 197 A.C., las tensiones ya se habían dejado ver en Hispania después de que los romanos decidieran ocupar parte de Iberia tras expulsar de ella a los molestos cartagineses. El asentarse por estos lares, su división del territorio en dos grandes provincias (Hispania Citerior e Hispania Ulterior) y la explotación interesada de la zona provocaron que las diferentes tribus nativas se alzasen en su contra.

Así fue como (en el mencionado año 181 A.C.) comenzó la Primera Guerra Celtibérica cuando los habitantes de la Hispania Citerior reunieron un contingente de 35.000 combatientes para enfrentarse a los romanos. Al menos, así lo afirma el historiador Tito Livio en sus textos.

La «pax» deseada se extendió 23 años desde el 177 A.C.

Marco Fulvio Flaco (pretor de la Hispania Citerior) logró armar un contingente que, aunque inferior en número, aplastó durante dos años a los sublevados en batalla. Entre las contiendas más destacadas quedó grabada a fuego la de Carpetania (en el centro de la geografía española). Un enclave que era considerado la llave para la conquista romana de Celtiberia. El mismo Livio señaló en sus textos que, durante esta lid, los defensores lucharon hasta la extenuación contra las legiones: «Los celtíberos tuvieron unos instantes de indecisión e incertidumbre; pero como no tenían dónde refugiarse si eran derrotados y toda su esperanza radicaba en el combate, reemprendieron la lucha de nuevo con renovado brío». Su bravura no les valió de nada, pues fueron derrotados amargamente.Lo mismo les sucedió cuando a la Península llegó (en el 180 A.C.) el nuevo pretor de la Citerior: Tiberio Sempronio Graco. El mandamás logró romper el asedio de la ciudad de Caraúes (aliada de Roma) y detener drásticamente la sublevación local tras la batalla de Moncayo (en la que causó a sus enemigos -según se cree- unas 22.000 bajas). Su efectividad hizo que los alzados pactaran otorgar a Roma una serie de tributos anuales y ceder hombres para sus legiones a cambio de la paz. Y por si esto fuera poco, a los derrotados también se les prohibió fortificar sus dominios.

Dos alzamientos y un exterminio

La «pax» deseada se extendió 23 años desde el 177 A.C. Al menos oficialmente, pues durante aquellos años se sucedieron varios enfrentamientos que (aunque fueron sofocados por los gobernadores locales) dieron más de un calentamiento de cabeza a los romanos.

Sin embargo, en el 154 A.C. volvieron a resonar tambores de guerra. La razón del comienzo de las disputas fue que la ciudad de Segeda (en Zaragoza) decidió ampliar su muralla 8 kilómetros. Aquello fue tomado como una violación de los tratados de Graco, y le vino como anillo al dedo a una Roma ansiosa de batallas para ampliar (todavía más si cabe) y afianzar su dominio en la zona. En este caso, para dar un castigo ejemplar a los desobedientes hispanos llegó a la demarcación el Cónsul Fulvio Nobilior. Y no lo hizo solo, sino con 30.000 combatientes divididos en cuatro legiones.

La llegada de este contingente hizo que los habitantes de Segeda solicitasen asilo en la fortificada Numancia la cual -hasta entonces- se había mantenido al margen del enfrentamiento. Así fue como la urbe se convirtió en uno de los centros neurálgicos de la resistencia contra Roma. Nobilior cercó la ciudad y, aunque no logró tomarla, sus victorias en los pueblos cercanos (y las de su sucesor, Claudio Marcelo) hicieron que los celtíberos se viesen obligados a firmar la paz en el año 152 A.C. Todo parecía haber acabado.

Viriato fue uno de los líderes que motivó los levantamientos contra la ocupación romana – Wikimedia

Pero el tratado fue breve. Ese mismo año, las victorias del popular lusitano Viriato (todavía en guerra contra Roma) avivaron la llama de la contienda, lo que llevó al enésimo enfrentamiento armado. En las casi dos décadas siguientes, desde Roma desfilaron una ingente cantidad de cónsules por Hispania. Todos ellos, con el objetivo de destrozar a los sublevados al precio que fuese. Pero a cada cual más torpe que el anterior.

El colmo de la incapacidad llegó de las manos de Cayo Hostilio Mancino en el 137 A.C. Este gobernante no solo no logró conquistar Numancia, sino que se vio obligado a rendirse cuando tan solo 4.000 numantinos rodearon su campamento y amenazaron con aniquilar a sus hombres. La humillación fue tal que Roma le obligó a desfilar desnudo frente a las murallas de Numancia para castigarle por su torpeza.

Finalmente, desde Italia decidieron mandar a la Península a Publio Cornelio Escipión Emiliano, el vencedor de Cartago en la Tercera Guerra Púnica. El militar arribó a la zona en el año 134 A.C. Con él llegó la verdadera disciplina militar a las legiones en Hispania. Y es que, cansado de derrotas, dedicó su tiempo a entrar duramente a los soldados. Además, expulsó de los campamentos a las prostitutas y los adivinos, a los que consideraba un verdadero cáncer por distraer (de una forma u otra) a sus hombres.

Poco después conquistó los pueblos cercanos a Numancia y, tras un arduo trabajo de ingeniería, edificó un cerco alrededor de esta urbe para matar de hambre a sus ciudadanos. La jugarreta le salió bien, pues a los numantinos no les quedó más remedio que capitular en el 133 A.C. Aunque, todo hay que decirlo, muchos de ellos prefirieron suicidarse antes que entregar la urbe.

Las curiosas costumbres de los guerreros

1-La guerra sagrada.

Tal y como se explica en el número de Desperta Ferro, para los celtíberos la muerte en batalla era «el suceso personal más trascendente». Para ellos, solo existía la victoria o el fallecimiento. Con todo, para acceder a este honor debían «ofrecer la victoria a los dioses, mostrar valor y aspirar siempre a una “bella muerte”».

Así lo señala Eduardo Kavanagh (director de la cabecera de Historia Antigua y Medieval de la revista Desperta Ferro) a ABC: «Uno de los caracteres de la sociedad celtibérica parece haber sido el protagonismo dado a la guerra y, por ende, la admiración de la condición del guerrero. Como queda patente en la portada de la revista, se desarrolló un ethos agonístico, o mentalidad tendente a la competición entre los guerreros, con objeto de demostrar su valía en el combate, entendida esta como la mayor virtud. De resultas de ello, se desarrollaron algunas de sus instituciones más características, como la devotio (por la que un grupo de combatientes se consagraban a un líder militar y juraban no sobrevivirle en combate) o la costumbre de exponer los cadáveres de los caídos en combate a los buitres, en lugar de incinerarlos (entendido aquel como un trato más honroso)».

2-El combate singular.

Tal y como explica Kavanagh a ABC, los celtíberos también tenían la costumbre de enfrentarse en un combate ritual y singular (entre dos contendientes): «En varias ocasiones, de hecho, los romanos hubieron de enfrentarse a esta costumbre y el propio Escipión Emiliano tuvo que luchar de forma individual con un campeón de la ciudad de Intercatia (Paredes de Nava, Palencia), que se interpuso entre ambos ejércitos antes del combate y retó a duelo al mejor combatiente de entre los romanos. Escipión fue el único que aceptó el desafío, y salió triunfante. Pero nos llama la atención que el hijo del campeón derrotado llevara, años más tarde, un anillo que conmemoraba aquel episodio. Es evidente, por tanto, que la derrota en estos enfrentamientos no era considerada deshonrosa y, por el contrario, la mera participación era un enorme motivo de orgullo».

3-Cortar la mano del enemigo

En palabras de los autores, una de las costumbres más curiosas de los guerreros era la de amputar la mano derecha de sus enemigos. La explicación radicaba en que esa era una extremidad cargada de significado por ser con la que se empuñaba el arma. Así pues «era símbolo de la capacidad militar del hombre, y también de su capacidad política».

No les falta razón, pues también era con la mano con la que se sellaban los pactos y se confirmaba una amistad. Por ello, contaba con una importancia tan simbólica. Y por ello también, quedarse con ella como trofeo de guerra era todo un privilegio.

La amputación de la mano derecha como castigo (o como método de adivinación) puede verse en múltiples textos clásicos. El más famoso es el de Estrabón, donde se señala lo siguiente: «[Los lusitanos] hacen sacrificios y examinan las vísceras sin separarías del cuerpo; observan asimismo las venas del pecho y adivinan palpando. También auscultan las vísceras de los prisioneros, cubriéndolas con sagos. Cuando la víctima cae por la mano del adivino, hacen una primera predicción por la caída del cadáver. Amputan la mano derecha de los cautivos y la consagran a los dioses».

 

18 May 2017 at 8:07 am Deja un comentario

“La existencia de un templo de Diana en Dénia es una invención de fuentes antiguas”

La catedrática de Historia Antigua Ana María Vázquez desmonta en el Centro Asociado de la UNED esa leyenda, así como diversos casos de “manipulación de los cultos femeninos antiguos”

Ana María Vázquez, en un momento de su exposición.

Fuente: La Marina Plaza
1 de mayo de 2017

Ana María Vázquez, catedrática en Historia Antigua y colaboradora habitual en programas de radio y televisión, estuvo la pasada semana en el Centro Asociado de la UNED de Dénia para impartir un curso sobre el Misterio y manipulación de los cultos femeninos antiguos.

A lo largo de cuatro conferencias Vázquez ha presentado y analizado los primeros cultos de fertilidad conocidos en la antigua Mesopotamia y ha relatado la teoría sobre la posible existencia de una Diosa Madre ya en la época prehistórica, comentando algunos detalles sobre las llamadas diosas orgiásticas y las drogas.

Entre esos casos, aludió al caso de la diosa Artemis/Diana (según su denoninación en la mitología griega o romana), a cuyo nombre debe su denominación la ciudad de Dénia. Vázquez explicó que, según las últimas investigaciones arqueológicas, el templo de Diana en Dénia “es un mito, una invención de las fuentes antiguas”.

A la existencia de un templo dedicado a la diosa Diana en la ciudad de Dénia aluden, efectivamente, fuentes antiguas, como los escritos del griego Estrabón, cuando alude a la mítica ciudad de Hemeroskopeion, “que tiene en su peñón un templo de la Artemis muy célebre”:

“Entre el Sucro y Carthago hay tres pequeñas ciudades de los Masaliotas, no muy lejos del rio. De ellas la más importante es Hemeroscopeion, que tiene en su peñón un templo de la Artemis, muy célebre. Sertorio empleó Hemeroscopeion como base para dominar el mar, porque es fuerte y adecuada para piratería y visible de lejos para los navantes. Se llama Dianión, es decir, Artemisión. Cerca hay ricas minas de hierro y las islitas Planesia y Plumbaria y más tierra adentro una laguna que tiene una periferia de 400 estadios.” (Según la versión castellana de A. Schulten).

 

Respecto a las características de la diosa, que “es una evolución de la diosa griega Artemis, puntualizó que “no era cazadora sino protectora de los bosques y ecologista, además de defensora de la fecundidad y la fertilidad”, además de estar relacionada con sacrificios humanos.

Por otra parte, la experta se refirió también a los cultos de vida y muerte, haciendo especial hincapié en las figuras de Isis y Orisis, mencionando los cultos de Eleusis y los misterios egipcios de Anubis y Serapis, redundando en temas como la “manipulación de las creencias” o la “divinidad abstracta”. Todo ello para hablar sobre las prácticas que se iniciaron en el antiguo Egipto y otras regiones de oriente, y que luego fueron extendiéndose a las civilizaciones occidentales.

 

1 May 2017 at 10:29 am Deja un comentario

El acueducto de Ugíjar (Granada) aún sigue funcionando tras dos mil años de historia

La obra de ingeniería romana es la única de cuatro vanos y grandes dimensiones existente en la Alpujarra según el profesor e investigador local Joaquín Rincón Carmona

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Fuente: RAFAEL VÍLCHEZ > Ugíjar  |  Ideal Digital
30 de agosto de 2016

El acueducto romano de Ugíjar es una de las obras de ingeniería más importantes y visitadas de la Alpujarra. Recientemente este canal de agua en activo ha sido mejorado y acondicionado con mortero a la cal y con una pasarela tramex desmontable gracias a la Diputación y al ADR Alpujarra-Sierra Nevada. Según el profesor e historiador local, Joaquín Rincón Carmona, «el acueducto de Ugíjar lo construyeron los romanos para llevar agua procedente del Río Nechite, a la Fuente del Arca, abrevadero y lugar de Ugíjar donde pasaba una cañada y donde se distribuía el agua», relata.

El acueducto de Ugíjar «es de amplio desarrollo longitudinal construido en mampostería y formado por cuatro vanos de arcos de medio punto con dovelas de mica esquisto. Estos se encuentran nivelados entre sí en la parte superior, presentando distinta altura en función del declive del terreno, siendo los que corresponden al lado norte los que recogen el paso del agua», indica Rincón.

Esta antiquísima estructura situada en el término de Ugíjar y a pocos metros de la carretera que se dirige a Válor y a otros pueblos «presenta un tamajar apuntado en la pila que descansa sobre el cauce. En la obra del acueducto se aprecian los mechinales correspondientes a la estructura del andamiaje. El acueducto salva el desnivel de la Rambla de los Arcos. Este sistema de conducción de agua se denomina tarjea, y su reforma fue financiada con los beneficios de los bienes en la época de Carlos III», manifiesta el investigador Joaquín Rincón Carmona.

El acueducto de Ugíjar es una de las más importantes obras de ingeniería civil romana de la Alpujarra. Los romanos construyeron muchos acueductos en España para proporcionar agua a las ciudades y pueblos. Canales de agua como el de Ugíjar, tan sólido como para haber superado muchos siglos de historia.

Según el historiador Joaquín Rincón «se tiene conocimiento de que en Ugíjar hubo un importante desarrollo industrial en época romana debido a su situación geográfica y a su gran riqueza en oro y otros metales. Algunos autores hablan incluso de su origen griego asociándolo al mítico lugar de Odysseia, citado por Estrabón», terminó diciendo este entrañable amante de la cultura e historia de la ciudad de Ugíjar.

 

30 agosto 2016 at 6:50 pm Deja un comentario

El yacimiento bajo el campo de trigo

Asta Regia, asentamiento de tartesios, fenicios o romanos y uno de los sitios arqueológicos más importantes de Andalucía, espera, escondido bajo tierras de labranza, a ser excavado

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Vista aérea del yacimiento de Asta Regia con la barriada rural Mesas de Asta al fondo. JUAN CARLOS TORO

Fuente: JESÚS A. CAÑAS  |  EL PAÍS
10 de julio de 2016

A lomos de una moto Guzzi Hispania de 49 cc, Manuel Esteve atravesaba diariamente los campos de la paupérrima Jerez de la posguerra en su quijotesca aventura. Pertrechado con mapas y herramientas de arqueólogo, Esteve estaba decidido demostrar que lo que se decía desde el siglo XIX no era solo una conjetura: que Asta Regia, esa ciudad “rica y populosa, colonia de romanos y con una situación próxima al océano y a los esteros o marismas del Guadalquivir” que definió el historiador Diego Ignacio Parada, esperaba dormida y silente a ser descubierta. Seis campañas después (entre 1941 y 1969), el también bibliotecario consiguió lo que andaba buscando: con los hallazgos en sus excavaciones, documentó la existencia de uno de los yacimientos más importantes de Cádiz y de toda Andalucía.

Hoy, en la barriada rural de Mesas de Asta (ubicada a 11 kilómetros de Jerez) ni un cartel orienta de la existencia de un asentamiento que hunde sus raíces en el siglo IV antes de Cristo. Esteve falleció en 1976 y “parece que el interés por el yacimiento murió con él”, como denunciaba esta semana el arqueólogo Antonio Santiago. Y no le falta razón al principal activista en favor de Asta Regia: nunca se llegó a excavar con un plan definido. Tampoco se han vuelto a hacer investigaciones de enjundia, “más allá de unas catas a primeros de los noventa que descubrieron una necrópolis”, según Santiago.

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El campo bajo el que se esconde el yacimiento arqueologico de Asta Regia. / JUAN CARLOS TORO (EL PAÍS)

De hacerse, se conocería con exactitud lo que se esconde bajo lo que ahora son cultivos de trigo en una finca privada. Los trabajos de Esteve sí dieron para saber que Asta Regia “es clave para comprender la conformación de población en el Bajo Guadalquivir”. Desde el Neolítico, por ese punto pasaron tartesios, fenicios, turdetanos, romanos y árabes, sus últimos pobladores.

La importancia de Asta Regia, mencionada en escritos de Estrabón o Pomponio Mela, radicaba en su peso comercial como puerto marítimo. Hoy se levanta en una colina a kilómetros de la costa. Las colmataciones producidas por aluviones del Guadalquivir explican que la ciudad fuese abandonada en busca de emplazamientos más estratégicos. Tras de sí, quedaron siglos de un asentamiento que se pierde en la noche de los tiempos.

En las 60 hectáreas del yacimiento (la célebre y próxima Baelo Claudia tiene 13), hay restos romanos como viviendas con mosaicos, hornos, un impluvium (cisterna), murallas o trazas del Decumanus y el Cardus Maximus (vías de la ciudad). Sin embargo, Santiago defiende que Asta Regia es también clave para “entender a Tartessos”, según los griegos la primera civilización de Occidente.

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El cartel que señala el yacimiento. / JUAN CARLOS TORO (EL PAÍS)

Hasta ahora, lo máximo que ha logrado el yacimiento es que Andalucía lo declarase Bien de Interés Cultural (BIC) en 2000. Con ese grado máximo de protección, se le confirió un cerramiento, se hicieron prospecciones y un levantamiento taquimétrico, como enumera Ana Troya, arqueóloga de la Delegación de Cultura de la Junta en Cádiz.

La experta reconoce que es difícil mover ficha “mientras no haya un plan director y de inversiones”. “No conviene excavar, si después no se puede mantener”, agrega. Aboga por avanzar en “la protección de las estructuras excavadas, investigar la historia con la puesta al día de los estudios de Esteve y culminar los trabajos de los noventa”. Santiago comparte su visión, pero añade el problema con el que se topa Asta Regia: “Los políticos no tienen interés, no está en sus prioridades”.

Troya avanza que la Universidad de Cádiz incluirá el yacimiento en un estudio con georradar que orientará sobre las estructuras existentes bajo tierra. “Intentamos fomentar que la investigación se vaya completando”, asegura. El inconveniente es que, según Santiago, el tiempo corre en contra: “Por las noches entran los piteros o monederos (expoliadores con detectores de metales) y las labores agrícolas del propietario provocan una destrucción continua y progresiva”. El experto habla de “la dispersión de material” de los estratos más superficiales.

En busca de un acuerdo

Los propietarios lo desmienten. “Desde que el yacimiento se declaró BIC lo conservamos conforme a la ley”, explica Salvador Espinosa, hijo del dueño. Espinosa ha roto un silencio de años para defender que, por su parte, el cuidado está garantizado. “Tenemos vallado y guardería propia que cuida de toda la finca. Antes se encontraban expoliadores, ya no”, matiza. Además, aclara que realizan “el laboreo mínimo” y no voltean la tierra en esa zona, para evitar daños: «Sobre esas 60 hectáreas (de las 600 de la finca) solo plantamos trigo, que es menos agresivo y protege la tierra de la erosión”.

El Ayuntamiento de Jerez se declara sin competencias y aclara que corresponde a la Junta velar por el yacimiento, aunque Espinosa dice que las autoridades “no se preocupan por él”. «Ni siquiera han arreglado los carteles que lo señalizaban, lo hicimos nosotros”, denuncia. Incluso se muestra favorable a una posible compra, expropiación o permuta: “Si la Junta lo propone, atenderíamos su propuesta, pero no nos han ofrecido nada”.

El sol aprieta en la tierra yerma de los alrededores de la finca, cuajada de conchas y sedimentos marinos. No cuesta imaginarse a Esteve llegando en su moto para hacer hablar a las entrañas de los campos de Jerez. Cuentan que cuando no tenía para gasolina, iba en bicicleta, todo por no abandonar su empresa. Mejor no imaginar qué diría si viera que, sin él, Asta Regia ha vuelto enmudecer.

“Un diamante en bruto” contra el desempleo rural

El yacimiento de Baelo Claudia, casi seis veces más pequeño que el de Asta Regia, recibe unos 140.000 visitantes anuales. En la barriada rural jerezana de Mesas de Asta se conforman con bastante menos: simplemente, que empiecen las excavaciones. José Antonio Fernández, delegado de Alcaldía en la zona, tiene claro lo que ocurriría: “La importancia sería grandísima, por empleo y cultura”.

Antonio Santiago, arqueólogo defensor de la puesta en valor del yacimiento, defiende el revulsivo que supondría en una zona con 430 habitantes castigada por el desempleo. Se crearía una oferta hostelera, turística y cultural similar a la que ya existe en otros puntos arqueológicos, como Itálica o Atapuerca. Fernández apostilla: “Sería un impacto en una zona muerta en el empleo. Nos vendría bien que se descubriese ese diamante en bruto enterrado”.

 

10 julio 2016 at 9:42 am Deja un comentario

En busca del último puerto navegable del río Betis

La búsqueda de los secretos de la ciudad iberorromana de Cástulo, situada a cinco kilómetros de Linares (Jaén), no cesa, y este año tiene como novedad excavar en las inmediaciones de su puerto fluvial, el último navegable del Betis (Guadalquivir).

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Un fragmento de cerámica ibérica en la exploración de superficie de la zona. EFE

Fuente: EFE – Jaén  |  eldiario.es      30/04/2016

El río, «cordón umbilical» de Cástulo, como lo llama en declaraciones a Efe el director del Conjunto Arqueológico, Marcelo Castro, vincula la ciudad, capital de la Oretania en época ibera, con la baja Andalucía y el Mediterráneo entero.

La zona, excavada en parte en los años setenta por el recién fallecido profesor José María Blázquez, era descrita en el siglo I por el geógrafo griego Estrabón: «Cerca de Cástulo hay un monte que por sus minas de plata llaman Argentario, que se dice que de él mana el Betis».

Un puerto de embarque principal hacia el norte de África, que ahora se encuentra bajo el cauce, y que en su momento resultaba ser una ventaja estratégica, ya que se adentraba cientos de kilómetros tierra adentro, especialmente en una época y en una zona escenario de la segunda Guerra Púnica (entre Roma y Cartago).

Con los trabajos de excavación que se realicen a partir de junio se quiere profundizar en esa vinculación de Cástulo con el río, ampliando las zonas que pueden ser preparadas para ser visitadas, dando visibilidad al relato histórico, recogido en los escritos o deducido de los restos encontrados con anterioridad.

Aunque con este yacimiento nunca se sabe, como explica Marcelo Castro, ya que, como ya ha ocurrido en anteriores excavaciones los hallazgos van más allá de las hipótesis históricas, enriqueciendo las primeras ideas, cambiando las ya preconcebidas y abriendo la mente sobre cómo fue la vida real de los antepasados en esta gran ciudad.

Con anterioridad ya se realizaron prospecciones preliminares en zonas iberas y en las próximas campañas se centrarán en esa secuencia histórica, justo cuando personajes como la princesa Himilce caminaba por sus calles o se casaba con el cartaginés Aníbal.

Hay que tener en cuenta que el oppidum (ciudad fortificada) iberorromano de Cástulo, uno de los más extensos poblados fortificados de la Península durante la antigüedad, apenas si está excavado el 1 por ciento, y de él se sabe que contaba con un acueducto, una red de desagües, termas, teatro…

Este año continuará también su trabajo el equipo norteamericano, dirigido por el arqueólogo y profesor de Historia del Arte de la Universidad de Chapman (California), Justin Walsh, interesado en el urbanismo ibero.

También se continuará avanzando en la zona de la Torre Púnica, donde el pasado año se descubrió que su historia era más compleja de lo que se creía en un principio, y además de su uso militar albergaba un santuario.

Cástulo llegó a ser el mayor oppidum de la Oretania ibérica, posteriormente se constituyó como municipio romano y durante la época bajomedieval albergó una sede episcopal.

El proyecto Forum MMX en Cástulo, que comenzó en el 2011 y finalizó el pasado año, ha sacado a la luz importantes descubrimientos como el Mosaico de Los Amores (2012) o la Patena con unas de las primeras representaciones de Cristo (2014), que han llevado a los investigadores a concebir nuevas teorías sobre el urbanismo romano.

Los descubrimientos, algunos como el mosaico de Los Amores, destacado como uno de los hallazgos del año por National Geographic, les hicieron cambiar las teorías iniciales abriéndoles los ojos a una ciudad de una importancia económica y política más compleja, donde no todo sucede necesariamente alrededor del foro.

Ahora se intenta seguir consolidando lo encontrado, y abordar una parte, contemplada pero no tratada en ese proyecto Forum MMX, que trata del río, el puerto, la apertura al mar de una ciudad fortificada.

 

30 abril 2016 at 2:54 pm Deja un comentario

¿Qué se comía en Gades hace 2.000 años?

Los hallazgos arqueológicos dan testimonio de la gastronomía de la época romana

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Foto: RTVE.es

Fuente: C. I. > Cádiz  |  La Voz Digital    30/06/2015

Todos los días nos comemos un pedazo de Historia. Muchos platos de la cocina gaditana apenas han evolucionado en medio siglo, pero su materia prima viene siendo utilizada desde la época romana y mucho más atrás en el tiempo. Lola López de La Orden, Conservadora del Museo de Cádiz, activa bloguera aficionada a la gastronomía, y gran conocedora de la cultura romana, cuenta cómo las características y peculiaridades de la provincia han asentado las bases de recetas que seguimos preparando.

– ¿Cómo es posible conocer qué comían en la época romana?

La investigación se basa fundamentalmente en los documentos que nos aportan los yacimientos arqueológicos y los textos escritos en la Antigüedad. Entre los primeros están las ciudades de Pompeya y Herculano, que fueron sepultadas por las cenizas del Vesubio en el año 79 d.C., lo que hizo que se conservaran estupendamente sus restos. También las ciudades de Ostia, Tarraco, Mérida, Gades…

Todos estos yacimientos han proporcionado una gran cantidad de objetos de uso cotidiano en las cocinas romanas y mosaicos, pinturas murales y relieves que ilustran cómo se usaban.

Entre los segundos la conocidísima obra de Gavio Apicio, De Re Coquinaria. Este antiguo recetario latino de cocina ha llegado hasta nosotros gracias a su transmisión a través de códices medievales. Recoge varias recetas de cocina bajo el nombre, probablemente ficticio, de este conocido cocinero. Otros textos de importancia para conocer la gastronomía de la época son la obra de Catón y Columela, sobre agricultura y El Satiricón de Petronio.

– ¿Cuáles eran los productos más consumidos en la época?

A finales del siglo I a.C. ya había muchos productos hispanos con gran fama en Roma: el vino, el trigo, el aceite, los jamones, la pesca, los metales, el lino, el esparto, la miel. Se consumía mucho pan, como en la actualidad, las panaderías eran muy numerosas, Pompeya es un ejemplo claro. En ellas se concentraban el molino, el horno y la tienda. Anteriormente, el pan se elaboraba en las casas, pero a partir de esta fecha deja de ser una actividad doméstica y pasa a ser una actividad artesanal y pública. Por ejemplo en la panadería de Modestus, en Pompeya, se encontraron 81 tipos de pan, íntegros, perfectamente conservados carbonizados.

Otro producto que se consumía en grandes cantidades, al igual que hoy, es el aceite de oliva. La Bética era la principal zona productora de aceite del Imperio. El aceite fue un producto muy solicitado y era  exportado a Roma.

– Hay evidencias de que la producción de vino se remonta milenios años atrás

El vino era la bebida preferida y más difundida. El vino hispánico se bebía en las mesas más selectas. El valle del Betis fue una de las zonas donde primero se implantó una explotación vinícola de calidad.

Se consumía en las casas lujosas pero también en las tabernas vinarias, de diferente calidad y coste, como se puede leer en una taberna de Pompeya, la de Hedoné: «Aquí se bebe por un solo as; con dos beberás vino mejor; con cuatro beberás del Falerno». El falerno era un vino de gran calidad y muy cotizado.

En este tema del vino también podemos apreciar cómo las costumbres siguen básicamente siendo las mismas, y tenemos vinos mas baratos y más caros, más o menos cotizados.

– ¿Qué importancia tenía el pescado de la zona en la economía y la gastronomía del Imperio Romano?

Estando en Cádiz no podemos dejar de hablar del pescado. Tanto las fuentes literarias como las arqueológicas confirman la riqueza pesquera del sur hispano. Cádiz era famosa por la explotación del atún. Atunes que llegaban del Atlántico en su migración anual, sabrosos y repletos de grasa, cualidad que Estrabón atribuye al hecho de que, según él, se alimentaban de las bellotas de una encina que crecía junto al mar.

El pescado se aprovechaba de manera integral. La carne se salaba dando lugar a las salazones. Las vísceras y la sangre se usaba para hacer salsa, de diferentes variedades. Las espinas se trituraban para fabricar harina de pescado, que se usaba como alimento para animales y fertilizante.

De todos es conocida la fama de nuestro Garum, salsa muy codiciada y solicitada en todo el Imperio y, especialmente, en Roma.

– ¿Qué tradiciones de entonces siguen presentes en la gastronomía gaditana?

Cádiz durante el Alto Imperio tuvo una gran importancia en todos los aspectos, político, económico, gastronómico, y en los aspectos relacionados con los espectáculos, el teatro, los bailes y cantes…, El poeta del siglo I, Marcial en sus Epigramas la calificaba como Iocosae Gades, es decir, «alegre y viciosa».

Su vida comercial e industrial era paralela a su vida gozosa y alegre, en el sentido de que sus habitantes disfrutaban de la vida al máximo. En este sentido, creo que seguimos siendo de la misma forma.

Y una manera de disfrutar era y es, sin duda, la degustación de comida y vinos de la tierra.

Cádiz tiene muchos bares, la gente sale mucho a tapear. Cocinamos con aceite de oliva, aderezamos muchos platos con vinos… Otra tradición conservada es la de los mercados, el mercado romano o macellum era un hervidero de gente comprando pan, fruta, pescado, carnes… Igual que ahora.

30 junio 2015 at 8:58 am Deja un comentario

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