Archive for 23 enero 2008

Érase una vez en Olimpia. Los juegos Olímpicos de la Antigüedad (II)

Sin lugar a dudas, uno de los aspectos que primero nos viene a la mente al hablar de las Olimpiadas es el de la llamada Tregua Olímpica. Ya desde la reinstauración de los Juegos de la Era Moderna allá por 1886, su principal valedor el Barón de Coubertin quiso que uno de los pilares en que se asentaran fuera el del compromiso de los paises participantes  en el cese durante la celebración de las competiciones deportivas de todo tipo de conflicto armado. Este espíritu sigue por supuesto aun hoy vivo, como demuestran los llamamientos al respeto de la norma olímpica que hace el Secretario General de la ONU cuando se acerca la celebración de los Juegos. 

Y no es exagerado afirmar que la consecución de este compromiso de tregua fue la principal causa de la consolidación y posterior éxito de los  juegos Olímpicos en la antigüedad; un hecho que conviene comprender y darle su justo valor por el momento histórico en que se produjo y por ser en este tiempo el Peloponeso una región en conflicto constante. Por otra parte, su gestación fue del todo punto curiosa.

La Tregua Olímpica del 884 a.C.

A principios del siglo IX a. C. la inestabilidad y las guerras son el denominador común de los pueblos que se han asentado en el Peloponeso y que empiezan a reagruparse en polis. Tres pueblos se disputan en este momento el patronaje del Santuario de Olimpia y no tienen reparos en dirimir sus disputas con las armas: por una parte los etolios de Elida o eleos, de otro los aqueos de Pisa o pisatios y en tercer lugar los espartanos-dorios de Laconia, más lejanos geográficamente de Olimpia pero más poderosos militarmente. 

Y es en este momento histórico cuando el famoso rey eleo Ifito logra la firma de un pacto o acuerdo (εκεχειρία) suscrito por él en representación de los eleos, por el también mítico legislador Licurgo en nombre de Esparta y por el rey Cleóstenes de Pisa. Los motivos que movieron a Ifito a buscar este acuerdo son, como es lógico, confusos. Según la versión más extendida,que es la que recoge Pausanias (Descripción de Grecia V,4,6), parece ser que su decisión se debió a la interpretación de un oráculo recibido en Delfos donde acudió el rey para pedir orientación ante una epidemia de peste que asolaba su país. La Pitia le respondió: «Defended vuestra patria, apartaos de la guerra, cuidad de la común amistad con los helenos, mientras a vuestros Juegos anuales se sume el año de la alegría». El rey interpretó el oráculo en el sentido de que debía reorganizar la competición olímpica, dándole una periodicidad y esplendor distinto para así aumentar su importancia. Y así lo hizo.

 Según este famoso tratado suscrito en el año 884 a. C. el territorio de Olimpia se declaraba inviolable, e inviolables asimismo los peregrinos y atletas que se encaminaban a ella para tomar parte en los juegos. El texto del acuerdo fue grabado en un disco de hierro y decía lo siguiente:

«Olimpia es un lugar sagrado, quien ose pisar este suelo con fuerzas armadas, será vituperado como hereje. Tan inicuo es también todo aquel que no vengue un crimen estando en su mano poder hacerlo».

Cuando estaba próxima la fecha de celebración de los Juegos, los espondóforos o «mensajeros de la paz» partían de Olimpia para anunciar  a todos los pueblos griegos que el periodo de paz durante el cual se celebraban los agones litúrgicos habían comenzado. A partir de ese momento se suspendían todas las operaciones militares y todo ejercicio de fuerza basado en el uso de las armas. Los peregrinos y atletas que acudían a Olimpia gozaban de inmunidad durante su estancia allí, así como el tiempo que durase su viaje de ida y vuelta. 

Por lo demás, la realidad histórica de este trascendental acuerdo parece estar fuera de toda duda. El propio Pausanias declara haber visto el disco con el acuerdo depositado en su época en el Templo de Hera (Pausanias, op.cit. V, 20, 1). También Aristóteles, según Plutarco (Licurgo, 1), atestiguó la existencia del documento.

Con la instauración de la ekecheiria dio comienzo una época gloriosa para Olimpia. Su Santuario pasó a ser una cita obligada y periódica para honrar a Zeus, un espacio donde los peregrinos acudían a llevarle sus ofrendas y a celebrar competiciones en su honor.

Pero, ¿qué fue de la Tregua? ¿Se cumplió siempre?. Como es lógico , no siempre prevaleció este «espíritu olímpico». Los autores clásicos nos han dejado constancia de un buen número de situaciones de incumplimiento del pacto sagrado. Tucídides, por ejemplo, nos relata en su Historia de la guerra del Peloponeso, V, 49-50, cómo los espartanos fueron excluidos de los Juegos de la 90 Olimpíada del año 420 a.C. al haber sido acusados por los eleos de haber infringido el pacto de la Tregua al haber tomado con las armas la fortaleza de Physcos y haber colocado una fortaleza en Lepreón después de decretado el armisticio olímpico. Con todo, el espíritu que llevó a Ifito a buscar el acuerdo prevaleció durante los años de vigencia de Los Juegos en Olimpia y supuso el aspecto más destacado de los mismos hasta su desaparición en el año 393, año en que Teodosio I dictó el decreto que prohibía la celebración de los Juegos en Olimpia.

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23 enero 2008 at 8:22 pm 2 comentarios


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