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El mito de Leónidas, el «anciano» rey espartano que terminó clavado en una pica persa

Cuando el rey persa Jerjes atacó Grecia, Leónidas marchó al norte con un grupo escogido de 300 soldados espartanos, todos ellos hombres con hijos e incluso ancianos, y lo pudo hacer en medio de las festividades religiosas porque él mismo sobrepasaba la edad militar de 60 años

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Fotograma de la película «300»

Fuente: CÉSAR CERVERA  |  ABC
18 de mayo de 2016

El mito lo engulló y solo escupió sus huesos. Del rey que resistió tres días a decenas de miles de persas en el paso de las Termópilas queda tan solo un esbozo mitológico. De su vida anterior se sabe poco, y de su posterior incluso se desconoce que la suya fue una derrota aplastante que, al menos a medio plazo, no influyó en transcurso de la guerra. Es más, nadie pensó que la resistencia en las Termópilas iba a terminar tan pronto.

Leónidas era hijo de Anaxándridas II, rey de Esparta, y su nombre significaba «descendiente de león». No en vano, el historiador Heródoto entronca su linaje con los Heráclidas, es decir, con los descendientes del héroe clásico Heracles. El joven ascendió al trono de los agíadas de Esparta tras la muerte de su mediohermano Cleómenes. Según la leyenda, el tal Cleómenes se cortó en pedazos en un arranque de locura y alcoholemia. Lo cual era especialmente grave, dado que la mayoría de los espartanos eran abstemios y despreciaban a los adoradores de Dionisio. El comportamiento desenfrenado que se le achacaba a este dios chocaba de forma frontal con la disciplina espartana.

Una monarquía dual en Esparta

El caso es que Leónidas accedió al trono en torno a 489 a.C. y era uno de los dos reyes de Esparta cuando aconteció la invasión persa a cargo de Jerjes I. Como explica Nic Fields en su libro «La leyenda de los 300: Termópilas» (Osprey Ediciones), lo más peculiar del sistema espartano es que su monarquía era dual, esto es, era una diarquía con dos familias reales al frente del país. Los agíadas y los euripóntidas compartían antepasados comunes y cada uno tenía su propio rey, tal vez como remanente de dos tribus que se unieron y decidieron compartir el poder en otro tiempo. En este sentido, la monarquía dual era un liderazgo hereditario pero no monárquico. El poder descansaba realmente en una asamblea de guerreros, «apella», y en un consejo de ancianos, «gerousia», formado por los dos reyes y otros 28 miembros elegidos entre los espartanos de más de 60 años.

La trayectoria militar de Leónidas antes de las Termópilas resulta desconocida, pero está claro que debió participar en guerras menores, ya fuera contra atenienses o los argivos. Cuando el rey persa Jerjes atacó Grecia, Leónidas marchó al norte con un grupo escogido de 300 soldados espartanos, todos ellos hombres con hijos e incluso ancianos, y lo pudo hacer porque él mismo sobrepasaba la edad militar de 60 años. El rey espartano sabía que se trataba de una misión casi suicida.

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Leónidas en las Termópilas, por Jacques-Louis David- Museo del Louvre

En realidad, el plan de la Liga Helénica –formada por Esparta, sus aliados del Peloponeso, Atenas y otros estados de la Grecia central– consistía en combatir con el mayor número de soldados en el estrecho paso de las Termópilas, mientras una flota hacía frente a los persas en Artemisio. ¿Por qué entonces Leónidas se encontró luchando acompañado de una fuerza tan poco numerosa? Herodoto comenta en varias ocasiones que solo se trataba de una avanzadilla de un ejército mayor procedente de toda Grecia.

Las festividades religiosas impidieron que otros griegos se unieran a Leónidas en un principio. La celebración del festival dórico de las Carneas, que tenían lugar tras el solsticio de verano, impedía a los hoplitas acudir a la guerra en esas fechas. Asimismo, los Juegos Olímpicos Panhelénicos, que se celebraban cada cuatro años al final del verano, también entorpecieron los intentos de la Liga Helénica de reunir un número mayor de efectivos. La competición atlética tenía un componente religioso que dejaba en segundo plano las operaciones militares. Incluso cuando los persas incendiaron Atenas, los juegos seguían celebrándose en Olimpia como si nada.

La lucha por el cadáver y la leyenda

Los 300 espartanos de Leónidas no fueron los únicos que se saltaron las restricciones que marcaban las festividades religiosas. Además de sus respectivos esclavos ilotas, los espartanos contaban en sus filas con 2.120 arcadios, 400 corintios, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios, 400 tebanos, 1.000 focenses y 1.000 locrios opuntios. Además, en paralelo a esta operación terrestre, la Liga reunió 271 trirremes (reforzado más tarde con otras 53) y los dirigieron hacia Artemisio, donde las tormentas estaban destrozando a la flota persa.

Leónidas logró resistir durante dos días el avance del ejército del Gran Rey, que se estima en torno a 80.000 hombres, valiéndose de las ventajas que ofrecía el terreno. Sin embargo, su flanco sur fue finalmente superado el tercer día por una fuerza que accedió a esta posición a través del sendero de Anopea. Tras ver partir al grueso de sus fuerzas, el rey permaneció en las Termópilas con 700 tespios, 400 tebanos y los famosos 300 espartanos. Mientras encabezaba un contraataque suicida, el rey espartano fue ensartado por las lanzas persas.

Estatua del Rey Leonidas en la ciudad de Esparta -Wikimedia

Estatua del Rey Leonidas en la ciudad de Esparta  – Wikimedia

Los espartanos no estuvieron dispuestos a abandonar el cadáver del rey y lucharon hasta el final a su lado. Según los textos clásicos, «hubo muchos empujones» para recuperar el cadáver y luego los griegos rechazaron hasta cuatro ataques en ese punto. Una vez masacrados los últimos helenos, Jerjes identificó el cuerpo de su rival, Leónidas, y ordenó que le cortaran la cabeza para colocarla en una pica. Pretendía así hundir la moral de las filas griegas, que en Termópilas perdieron más de 1.500 hombres. No en vano, el 50% de las bajas de ese día las las representó los tespios, que lucharon con igual arrojo pero menos propaganda. En contrapartida, Jerjes perdió probablemente más de 1.000 hombres, aunque la leyenda eleva esta cifra hasta los 20.000.

Lejos de convertirse en un sacrificio que conmovió a los griegos e impulsó el contraataque, como afirma la leyenda, en realidad los propios helenos comentan en sus textos que fue una derrota demasiado rápida e inesperada. Algo parecido ocurrió con la batalla naval de Artemisio, donde la resistencia griega apenas duró tres días, aunque en este caso los persas perdieron cientos de barcos. El poeta tebano Píndaro comentó que en Artemisio fue «donde los hijos de Atenas colocaron la primera piedra de la libertad» y no con el sacrificio de los 300.

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Vista del desfiladero de las Termópilas hoy- Wikimedia

Al día siguiente de las Termópilas, la Grecia central quedó a merced de los persas. El plan de la Liga Helénica había fracasado casi antes de empezar, por lo que los helenos procedieron a evacuar Ática y Beocia. Un ejército griego se concentró en el ismo de Corinto bajo el mando del hermano de Leónidas, Cleómbroto, y empezaron a construir un muro fortificado para contener al enemigo en su avance. El fracaso de Leónidas obligaba a asumir decisiones drásticas y a mirar al mar como única esperanza.

La flota ateniense protagoniza el contraataque

Por su parte, la flota de Artemisia se apostó en Salamina, donde tendría lugar el primer encuentro decisivo de la guerra. La derrota naval en Salamina, sobre todo propiciada por los atenienses, supuso el principio del fin de la invasión persa. Aunque la guerra aún se alargó debido a las diferencias entre las distintas ciudades estado, en verdad los persas erraron en sus siguientes movimientos terrestres y Grecia pudo expulsar al fin a los bárbaros.

Habla por sí mismo el hecho de que los textos de Herodoto apenas mencionen la presencia de 300 ilotas masacrados junto a sus 300 amos espartanos

En este sentido, la otra vertiente de la leyenda sobre las Termópilas hace referencia a la imagen de los hombres libres, los griegos, enfrentándose a los bárbaros esclavos de Jerjes. Habla por sí mismo el hecho de que los textos de Herodoto casi no mencionen la presencia de 300 ilotas masacrados junto a sus 300 amos espartanos. Los ilotas sustentaban la economía espartana y los acompañaban a la batalla en calidad de asistentes. Plantaban las tiendas, cargaban los equipos, cocinaban, buscaban el agua e incluso cuidaban de las armas de los espartanos. La sociedad espartana poco podía reprochar en este sentido al rey persa.

Pasados 40 años, los restos del rey fueron recuperados y llevados a Esparta para ser enterrados de nuevo según los ritos griegos y para que se le construyera un mausoleo acorde a su leyenda. A esas alturas, Grecia le había elevado a la categoría de héroe por su sacrificio.

 

19 May 2016 at 10:48 pm Deja un comentario

La secuela de 300 se llamará 300: Battle of Artemisia

Gerard Butler volverá meterse la piel del bravo rey espartano Leónidas para la secuela de 300 que, de momento, llevará el título de 300: Battle of Artemisia.

Se viene hablando de su secuela desde que 300 de Zack Snyder, la adaptación de la aclamada novela gráfica de Frank Miller basada en la Batalla de las Termópilas, se convirtiera en uno de los éxitos de taquilla más sonados de los últimos años y marcara un antes y un después en la estética del cine épico. Aquello fue en 2006, y muchas vueltas ha dado el proyecto desde entonces.

En un primer momento la secuela se iba a titular Xerxes y se iba a centrar en la figura del rey persa y su campaña en el continente tras vencer en el desfiladero de las Termópilas a los temibles 300 espartanos de Leónidas.

Pero en el nuevo enfoque de la historia, que también tiene al rey persa como eje fundamental, la cinta abarcará varios años desde que Jerjes ocupa el trono tras la muerte de su padre Darío I hasta la Batalla de Artemisa, el culmen del film y que tiene lugar en los mismos años en los que se produjo la Batalla de las Termópilas.

Un paralelismo temporal que abre la puerta a la reaparición no solo de Leónidas en la película, sino que también de su mujer (Lena Headey). Posibilidad que confirmó el productor de 300 de su secuela, Bernie Goldmann. «Es una historia diferente. Hay un pequeño papel para Lena y hay un pequeño papel para Gerry», reveló.

Nada reveló el productor respecto al resto de nombres del casting, aunque dejó claro que no habrá grandes estrellas como protagonistas, ya que, según su criterio, esto le resta interés a las películas históricas.

«Cuando haces una película de época como esta, es genial no conocer los actores. No se puede ver a Tom Cruise en una película histórica. Pensarías durante toda la película ¡Ese es Tom Cruise!», señaló el productor de la cinta que estará dirigida por Noam Murro (Smart People) y que se estrenará en 2013.

Fuente: Europa Press

Foto: Warner Bros.

13 septiembre 2011 at 3:59 pm 2 comentarios

Las verdades de Herodoto

Es el padre de la Historia , pero la lista de prodigios de Herodoto ha hecho sonreír a más de una generación de historiadores. Alguno de los datos que aportó en sus escritos -si fueron 1.500.000 o solo 100.000 los persas de Jerjes que se enfrentaron a los 300 de Leónidas- es posible que no encuentre nunca confirmación, pero otros muchos han demostrado ser ciertos con el paso del tiempo.

 

 

Las momias
El primero de ellos se refiere a la cuestión de la momificación: Los estudiantes de medicina de las primeras universidades del pensamiento europeo no dieron credibilidad a la aseveración de Herodoto de que «en Egipto hay tres métodos de momificación, en función de la economía de los familiares de los fallecidos». Pero, como demostraron posteriores momias «importadas» por egiptólogos franceses, alemanes e ingleses, Herodoto tenía razón.

Las «hormigas» de oro
También se pensaba que era fruto de la imaginación de Herodoto la narración de cómo Darío consiguió acumular el oro de su tesoro: en las actuales montañas de Pakistán, dice Herodoto, «mora una especie de hormiga de gran tamaño, mayor que un zorro, pero no tan grande como un perro. Algunos especímenes capturados allí se conservan en el palacio de los reyes persas. Esas criaturas, que tienen sus madrigueras bajo el suelo, extraen arena y la amontonan, al igual que nuestras hormigas hacen con tierra, y se parecen mucho a estas en su forma. Las arenas poseen un rico contenido en oro, y eso es lo que buscan los indios cuando efectúan sus expediciones al desierto. De acuerdo con los persas, la mayor parte del oro se obtiene de la manera que he descrito. Cierta cantidad, no mucha, procede de las minas que se hallan en su propio territorio.»

 ¿Alguien podría creer esto? Sin embargo, como descubrió en 1996 el etnólogo francés Michel Peissel, la tribu minara, en la llanura de Dansar, continúa aún hoy día consiguiendo oro de la misma manera. ¿Cuál es el secreto? ¡Marmotas!  Las marmotas tienen sus madrigueras bajo el suelo, extraen arena y la amontonan, al igual que nuestras hormigas hacen con tierra, y en esa arena hay oro. Heródoto tenía razón. No era el embustero en que no creían los científicos modernos y su relato estaba lejos de ser exagerado. Había contado la verdad una vez más y lo había hecho con todo detalle. La incredulidad de tantos siglos del relato de Herodoto no era más que la incomprensión de la lengua persa, donde las marmotas son llamadas «hormigas de la montaña!»

Las amazonas
También se ha tomado a broma su relato sobre las amazonas. Pero, si nunca hubieran existido, ¿por qué los griegos estuvieron tan obsesionados con la «Amazonomaquia»? Finalmente, en octubre de 1994, la revista «National Geographic» publicó un espectacular hallazgo arqueológico: En las heladas tierras de Ukok Plateau, en Siberia, en los lugares en que se sospecha fue la cuna de los indoeuropeos y donde según Herodoto habitaban los masagetos, un pueblo dedicado a la cría de caballos, Natalia Polosmak encontró una momia. Esta momia era de todo punto excepcional, ya que pertenecía a una mujer que había sido enterrada con todos los honores ceremoniales, cosa poco común para una mujer en esa época. Además llevaba tatuajes en su cuerpo (Heródoto escribió que las amazonas marcaban el cuerpo de los enemigos muertos) y había sido enterrada junto… a sus armas. Desde entonces han sido halladas otras siete mujeres con gran cantidad de armas cerca de la ciudad rusa de Pokrovka, datadas en el periodo del 600 al 200 a.C.

Los etruscos
Otro de los «mitos de Heródoto» hace referencia a los etruscos: Él dijo que los colonizadores de Italia procedían de la Lidia del famoso rey Creso, de donde partieron después de soportar 18 años de hambruna. Liderados por Tirreno, habrían embarcado en Esmirna llegando hasta la región de Umbría en Italia. Nadie le tomó en serio hasta el hallazgo – en 1885 – de una columna etrusca del siglo VI a.C. … en Lemnos. Por último, en junio de 2007, y después de un análisis de ADN de la población de la antigua ciudad etrusca de Murlo en Italia, el profesor Alberto Piazza, de la Universidad de Turín, informó a los asistentes a la Εuropean Society of Ηuman Genetics de que «Herodoto tenía razón».

 Filípides
Si hay una historia que ha hecho correr ríos de tinta es esta de Filípides a propósito de la guerra contra los persas: Los historiadores se han reído durante mucho tiempo al recordar cómo, según Herodoto, Filípides cubrió la distancia que separa Atenas de Esparta (250 km) en tan solo 36 horas. Pero la risa se les cortó el 9 de octubre de 1982 cuando un grupo de oficiales de la RAF británica repitió la hazaña. Y desde 1983 tiene lugar el Espartatlón, un ultramaratón que recuerda la hazaña de Filípides y en la que participa una gran cantidad de atletas de numerosos países.

Todo ello demuestra que los «mitos griegos» merecen una lectura cuidadosa … especialmente cuando vienen de Heródoto, el «pintoresco».

Fuente: Το Βήμα. La imagen es de mharrsch en Flickr

13 enero 2010 at 12:06 am 1 comentario


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