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Antonio Cascón: «Algunos dichos que ahora usamos ya los decían los romanos»

El filólogo de la Universidad Autónoma reúne junto a Rosario López y Luis Unceta un centenar de frases y expresiones del mundo clásico que hoy se siguen usando en «Dichosos dichos»

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De Julio César son las frases «Llegué, vi y vencí», «cruzar el Rubicón» o «La suerte está echada» / ABC

Aunque los clásicos «brillen por su ausencia» en los planes de estudio, muchos de los dichos de hoy tan dispares como «ser un lujo asiático» o «andar como puta por rastrojo» tienen su origen en la civilización griega y romana. Tres filólogos de la Universidad Autónoma de Madrid han recopilado un centenar de ellos en un libro que firman al alimón bajo el seudónimo de Víctor Amiano. «Dichosos dichos» (Ariel) no ha llegado a «ser el parto de los montes», pero sí un riguroso trabajo que se presenta junto a pinceladas curiosas de la vida de los antiguos. Antonio Cascón Dorado, uno de sus autores, «coge el toro por los cuernos» y responde a ABC.

¿De dónde viene el nombre de Víctor Amiano?

El origen del nombre es un cruce entre dos historiadores latinos de finales del s. III y comienzos del IV después de Cristo: Amiano Marcelino y Aurelio Víctor. Como éramos tres autores, nos pareció conveniente firmar con un solo nombre, que ya utilizamos al publicar hace un tiempo el libro «Peccata Minuta». En aquel nos ocupábamos de frases latinas y en esta continuación buscamos el origen en la cultura grecorromana de dichos que utilizamos hoy en día.

¿Son muchos los dichos que hunden sus raíces en la Antigüedad?

Tenemos recogidos 250 dichos y en el libro tratamos como unos 100. Hemos seleccionado aquellos que nos parecía que todavía se usan y no han sido muy comentados. Hay otros muchos que hoy son conocidos solo por la gente mayor. Hemos seleccionado los que sí utilizamos normalmente.

¿Cuál es el secreto de la longevidad de estos dichos?

Es complicado saber por qué un dicho perdura y otro no. Depende mucho de la edad, del origen del hablante, de cuestiones familiares… porque en muchos casos se transmiten de padres a hijos. Lo primero que se requiere es que haya un apoyo en la tradición posterior. Por ejemplo el dicho «brillar por su ausencia» tiene origen en Tácito, pero luego cuenta con un apoyo en una obra de teatro de André Chénier que vuelve a traer la historia. También porque es una idea muy bonita. En los funerales de Junia, hermana de Bruto y esposa de Casio, no aparecían las imágenes de éstos por ser los dos asesinos de César y su ausencia fue tan notoria para Tácito que precisó que brillaban por su ausencia. Ahora usamos la frase con ironía, algo muy común en los dichos.

¿Qué personajes destacan por haber inspirado dichos?

Julio César es el más claro. «Llegué, vi y vencí», «cruzar el Rubicón» o «La suerte está echada» son frases suyas que han quedado para siempre. También Cicerón, con “soltar una filípica» o «una catilinaria» o la frase «El pensamiento es libre»; Nerón, con «Qualis artifex pereo» («qué gran artista muere conmigo»); Edipo, que se mantiene gracias al complejo, como Diógenes… hay muchos.

¿Algunos dichos se han quedado en el tintero?

Hemos indagado en otros, que no los hemos podido comentar porque no estamos seguros. «El perro del hortelano», por ejemplo, es una frase que investigué mucho. Antes de la obra de Lope de Vega existió una historia parecida en latín que procedía de una fábula, pero no llegué a una conclusión. Hay otras frases que también parecen ser de origen grecolatino, como «romper una lanza» o «bajar a la arena», pero no estamos seguros. De las que incluimos en el libro estamos convencidos.

¿Quiere esto decir que habrá un «Dichosos dichos II»?

Probablemente tendrá continuidad, aunque quizá abordemos historias de palabras que tengan origen en Grecia y Roma como candidato, mecenas, mentor…

¿A los romanos les gustaba utilizar dichos?

Bastante. Algunos de los que ahora usamos ya los decían ellos. «Alea jacta est» («La suerte está echada») lo usa Plutarco, un historiador griego del s. II después de Cristo y por lo tanto dos siglos después de la muerte de César por lo que ya se había convertido en frase hecha. «Esto lo ve hasta un ciego» también se usaba entonces.

¿Hemos heredado más dichos de Grecia y Roma que de otras culturas?

La cultura que tenemos es sobre todo clásica, romana. Nuestro aprendizaje tiene mucho que ver con lo que se hacía en Roma, en Grecia. Ahora el mundo del deporte genera muchas frases nuevas. También el taurino, es de los que más y con muy buenas metáforas. Pero sí, el mundo clásico es el que más.

Seguimos hablando latín…

Sí, aunque me da miedo que se rompa la conexión ya que la atención que se dedica al latín y al griego en la educación cada vez es menor. Son materias que habría que proteger porque si esa relación se rompe, perderíamos un anclaje vital con el pasado y habría muchas cosas -no solo lingüísticas, sino ideológicas, religiosas…- que no llegaríamos a entender.

El latín se mantiene como una lengua de prestigio. Por eso hay marcas de botellas de vino o de aceite con nombres latinos o latinizados. Hay ámbitos en los que se sigue manteniendo. Incluso existen movimientos que están intentando hablar latín. Yo hablo frasecillas, pero tengo compañeros que lo hablan con fluidez.

Del prestigio del latín dan fe hasta los dichos…

Sí, «saber latín».

Fuente: MÓNICA ARRIZABALAGA  |  ABC

24 octubre 2014 at 12:57 pm 1 comentario

Brillar por su ausencia, hacerse eco, tener muchos humos y otras frases heredadas de Roma

Tres filólogos de la Universidad Autónoma de Madrid explican en un libro el curioso origen clásico de dichos como «hacerse el sueco» o «andar como puta por rastrojo»

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Relieve de la ninfa Eco en el Parque del Laberinto de Horta, en Barcelona / TILL F. TEENCK  (WIKIMEDIA)

Hay dichos como «ser un adonis» o «la mujer del César no solo tiene que ser casta, sino también parecerlo» que a nadie sorprende encontrar en una recopilación de frases y expresiones del mundo clásico como «Dichosos dichos» (Ariel), pero de otras sorprende descubrir que su origen se remonta a la civilización griega y romana. He aquí algunas de ellas reseñadas por los filólogos de la Universidad Autónoma de Madrid Antonio Cascón, Rosario López y Luis Unceta en su libro:

Brillar por su ausencia

Tácito cuenta en sus Anales que en los funerales de Junia, hermana de Bruto y esposa de Casio, los más famosos asesinos de Julio César, fueron paseadas las imágenes de todos sus antepasados y sus parientes, salvo las de los dos tiranicidas, algo prohibido por ley. «En el sentir de Tácito, la ausencia de los dos asesinos de César fue tan notoria que les hizo brillar más que si hubieran estado presentes», señalan los autores.

Ser un pájaro de mal agüero

Los romanos creían que a través del vuelo de las aves, los dioses les enviaban mensajes. La forma más desarrollada de este tipo de adivinación eran los auspicios, de avis y spicere, esto es, «observar las aves» y existía hasta un colegio de augures que asesoraba a los magistrados. Tanto agüero como augurio proceden del latín augurium, que significa «presagio, mensaje enviado por los dioses».

Ser el ariete del equipo

El ejército romano utiliza el ariete para abrir un hueco en la muralla que protegía la ciudad que pretendía conquistar. Hacía referencia de manera metafórica al carnero (aries, en latín) porque recordaba el ataque frontal de este animal. Para los romanos la comparación era tan clara que en muchos casos adoptaba la forma de una cabeza de carnero.

¿Quién le pone el cascabel al gato?

La frase procede de una fábula de Esopo, «Los ratones y el gato», en la que los ratones, hartos del permanente sobresalto que supone la presencia del gato, deciden en asamblea que es necesario ponerle un cascabel que los avise de su presencia. Entonces uno pregunta «Quis ligabit campanellam in collo cati?»

Hacerse eco

«El origen mitológico de la expresión cuenta la triste historia de la Eco, ninfa que habitaba en el monte Helicón, donde la habían educado las musas», señalan los expertos, que relatan cómo tenía el don de pronunciar las palabras más bellas imaginadas y de embellecer o hacer que sonaran mejor las palabras más triviales. Zeus se encaprichó de ella, pero su esposa Hera, al enterarse de la infidelidad, la condenó a repetir la última palabra pronunciada por su interlocutor. Acabó oculta en una cueva donde terminó convirtiéndose en un eco.

Tener muchos humos

El origen del dicho está en la costumbre romana de colocar en el atrio las imágenes de sus antepasados, así como el fuego sagrado del hogar que no podía extinguirse porque su llama representada el alma viviente de los muertos. «Cuando más linajuda era una familia más renegridas estaban las «imagines» de sus antepasados; las máscaras habían recibido el humo del hogar durante años y años y, por eso, tenían muchos humos»

Ser un lujo asiático

Los autores de «Dichosos dichos» cuentan cómo frente a la austeridad de los romanos y el rigor de los espartanos y de toda la Hélade, pronto se extendió por Grecia el tópico de la debilidad física y el estilo de vida ocioso de los orientales. El tópico lo heredó Roma, donde la ostentación fue considerada un vicio contra el que llegó a legislar.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda

En el diálogo «Alejandro o el falso profeta» de Luciano de Samosata (120-180 d.C.), este autor griego dice en un pasaje que ridiculiza a Alejandro Magno: «Una mona es una mona, aunque se vista de púrpura»

Tener la negra

La expresión se relaciona con la costumbre de los atenienses de elegir a sus magistrados mediante un sorteo que consistía en introducir en una tinaja tablillas con los nombres de los candidatos y en otra habas blancas y negras. Si a la tablilla con un nombre le correspondía una blanca, era nombrado arconte, pero si era negra era rechazado para el cargo.

La ocasión la pintan calva

El fabulista romano Fedro cuenta cómo los antiguos imaginaron a la Ocasión en una alegoría «en alada carrera, haciendo equilibrio sobre el filo de una navaja, con el cuerpo desnudo, calva pero con pelos en la frente, a la que podrás retener si la coges al pasar, pero si escapa ni el mismo Júpiter podrá atraparla».

Ser una mala pécora

«La expresión procede de la lengua agrícola de los romanos, que llamaban así al ganado malo, a las vacas, ovejas, cabras, cerdos e incluso abejas que no eran productivas», recoge el libro.

Andar como puta por rastrojo

Es posible, según estos autores, que el origen de la frase se encuentre en la fábula de Fedro «El mono y la zorra» en la que un mono pedía a una zorra gran parte de su cola para cubrir con decoro sus nalgas desnudas y la zorra le contestó «Aunque crezca, la arrastraré sin embargo por el fango y los rastrojos antes que darte a ti una parte de ella, por pequeña que sea»

Hacerse el sueco

Curiosamente nada tiene que ver con los habitantes de Suecia. «Este sueco proviene del latín soccus, que era el calzado utilizado por los comediantes en la antigua Roma», de donde proviene la palabra zueco. Por metonimia se llamaba soccus a los comediantes y a partir de ahí hacerse el sueco significó hacerse el desentendido como hacían los comediantes fingiendo que no entienden, equivocándose o tropezando para hacer reír al público.

Fuente: MÓNICA ARRIZABALAGA  |  ABC

24 octubre 2014 at 12:55 pm 1 comentario

Todos los refranes llevan a Roma

«Dichosos dichos» explica el origen de los dichos populares

dichosos-dichosTodos los caminos llevan a Roma, dice la conocida frase. Habría que completarla diciendo que todos los refranes, dichos y frases hechas también llevan a Roma. A Roma y a Grecia, dos civilizaciones cuya cultura han dado lugar a un gran número de expresiones utilizadas en el día a día.

‘Aunque la mona se vista de seda, mona se queda’, ‘Hacerse el sueco’, ‘La opinión la pintan calva’, ‘Ser una mala pécora’… todas tienen su explicación atendiendo a la historia grecorromana. Así lo cuentan Antonio Cascón Dorado, Rosario López Gregoris y Luis Unceta Gómez bajo el seudónimo de Víctor Amiano en Dichosos Dichos (Editorial Ariel). El objetivo detrás de esta publicación no es otro que defender el uso de estas expresiones y hacer que la gente conozca su origen cuando lo haga.

El mismo equipo, todos profesores de la Universidad Autónoma, ya se habían aproximado anteriormente a los latinismos en su obra Peccata Minuta, y ahora quieren colaborar a que los lectores conozcan por qué se dice ‘Subirse a las barbas’ o ‘Lograr una victoria pírrica’.

Esta última un gran ejemplo de una utilización equivocada de muchas frases. Como explica Antonio Cascón a este periódico, los periodistas y políticos estamos pervirtiendo el uso de muchos dichos. Se usan como coletillas y con significados erróneos. Una victoria pírrica no es una victoria por la mínima, sino aquella que no conlleva beneficio para aquel que gana. De tanto leerla y escucharla tras un partido de fútbol la gente ha terminado por emplearla mal. A pesar de ello Cascón agradece que la gente se esfuerce por recuperar este tipo de frases.

“Hay que estar muy agradecido. Yo como filólogo clásico doy las gracias de que digan que Casillas es el cancerbero y que Diego Costa es el ariete. Aunque se dijera mal, porque es una oportunidad para decir cómo se dice bien. Esto ha salvado muchas expresiones, si no fuera por el deporte no se conocería la victoria pírrica. Aunque sea mal prefiero que se utilice”, explica el autor que, aunque ya conocía muchas de las frases incluidas en el libro, ha tenido que investigar el origen de otras muchas.

Los tres autores han filtrado bastante para dejar las más de 250 expresiones con las que contaban, en las más de 100 que conforman el libro. Muchos de ellas asombrarán al lector como lo hizo con sus creadores. Antonio Cascón reconoce haberse sorprendido con el significado de frases como ‘Hacerse el sueco’, cuyo origen no tiene nada que ver con Suecia, sino con los zuecos, el tipo de zapatos que llevaban los comediantes y la forma en la que se les llamaba antiguamente.

Cascón cree que desde la docencia se debería proteger y fomentar que los alumnos sigan hablando con estas expresiones para evitar que se forme una brecha generacional. El autor cree que “el corte de edad es brutal”. “La gente de más de 50 años conoce muchas frases que los jóvenes ni usan ni conocen”, apunta. La edad es uno de las factores que más influye en el desuso de dichos clásicos, pero otros campos como la región o la propia familia afectan.

La educación sería el arma para evitar este desconocimiento, aunque no parece que desde las instituciones se haga nada por solucionarlo. “Hay una falta de educación sobre lo clásico, y va a más. Se reduce la enseñanza del latín, del griego y de la cultura clásica al bachillerato de humanidades. Un bachillerato que cada vez se ofrece en menos colegios e institutos. Es fundamental. Si perdemos la conexión con los latinos y los griegos terminaremos por no enterarnos de nada ni de por qué somos así”, critica el autor de Dichosos dichos.

La importancia de la fábula

Dichosos dichos marca cinco fuentes fundamentales como origen de refranes y dichos populares: La Épica de Homero y Virgilio, las narraciones mitológicas, la historia de Roma y Grecia, sus usos y costumbres y las fábulas clásicas.

Estas últimas de una importancia vital. Acostumbrados a las historias de Samaniego e Iriarte hemos perdido de vista su origen y sus enseñanzas. Más allá de la moraleja detrás de cada una de ellas, Esopo y compañía hicieron que los jóvenes aprendieran principios básicos de su cultura.

Las fábulas son fundamentales, era como aprendían en la antigüedad. La fabulística recoge ideas de la filosofía, y las convierte en ejemplos que pudieran ser entendidos por cualquiera”, cuenta Antonio Cascón.

Expresiones tan populares como ‘Llevarse la parte del león’, o ‘Firmar un contrato leonino’ vienen del mismo lugar, de la historia que contaba como el rey de la jungla establecía el reparto de un ciervo muerto con otros animales y acababa abusando de su poder para llevarse todo.

Otro ejemplo: la popular expresión ‘Andar como puta por ratrojo‘ no tiene nada que ver con la profesión más antigua del mundo y sí con las fábulas. ¿Recuerdan la de la zorra y el mono? Aquella en la que el animal se negaba a prestar su cola al primate y acababa diciendo: “Antes de darte mi cola la arrastraré por el fango y los rastrojos”. Ahí lo tienen. El pueblo soberano decidió cambiar ‘zorra’ por ‘puta’ para darle un toque soez y popular y la gente acabó olvidando su origen.

El libro también cuenta con una sorpresa para los taurinos. ‘Coger el toro por los cuernos’ no tiene nada que ver con Paquirri. Su origen se remonta a la historia de Hércules, que tuvo que capturar al toro de Creta, padre del famoso minotauro. Los caminos de los dichos son inescrutables.

Fuente: Javier Zurro  |  El Confidencial

18 octubre 2014 at 8:54 am Deja un comentario


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