Posts tagged ‘sepulcros romanos’

Se reabre al público 20 años después el Sepulcro de los Escipiones

Tras su restauración, en enero se abrirá de nuevo a los visitantes la Tumba de los Escipiones (Sepulcrum Scipionum), el monumento funerario construido en el siglo III a.C. junto a la Via Appia para albergar los restos del fundador de la gens Cornelia. Llevaba cerrado desde 1.992.

Entrada del Sepulcro de los Escipiones, vía Wikimedia Commons

Un prestigioso complejo arqueológico de época republicana en el tramo urbano de la Via Appia Antica, a poca distancia de la Porta San Sebastiano, cerrado desde 1.992, vuelve ahora a abrirse al público después de un trabajo de restauración que ha durado tres años. Es el Sepulcro de los Escipiones (en latín Sepulcrum Scipionum, también llamado Hypogaeum Scipionum), el área monumental construida para contener los restos de la ilustre familia senatorial del fundador de la estirpe, Lucio Cornelio Escipión Barbado.

Posible reconstrucción del Sepulcro de los Escipiones, vía Wikimedia Commons

«El valor de este monumento y el largo periodo de tiempo que ha estado cerrado son dos cosas que chocan -ha dicho hoy en la presentación del monumento restaurado el alcalde de Roma Gianni Alemanno. Pero, a pesar de las dificultades en devolver todo el patrimonio de Roma a sus ciudadanos y al mundo entero, debemos continuar con la mayor determinación para intentar conseguir que esta sea la percepción general y para hacer aflorar todas las riquezas que esconde Roma, y ​​este es un gran paso en esa dirección».

Los trabajos en la zona, iniciados en 2.008, han costado 1,3 millones de euros y han sido promovidos por el Departamento de Asuntos Culturales y el Centro Histórico (Assessorato alle Politiche Culturali e Centro Storico) de la Superintendencia de Bienes Culturales de Roma. Las intervenciones llevadas a cabo se han centrado en la consolidación del banco de toba en el que está excavado el edificio sepulcral y en la recuperación y reposición de las estructuras metálicas de refuerzo realizadas en el curso de las restauraciones llevadas a cabo durante el último siglo.

Se trata de un monumento extraordinario, uno de los más antiguos de Roma -ha dicho en la presentación del monumento Umberto Broccoli, superintendente de Bienes Culturales de Roma-, de una familia muy importante, la de los Escipiones, la rama insigne de la gens Cornelia. Antiquísima, del siglo III a.C.; basta comprobar que la inscripción de Escipión Barbado está en saturnios, el verso latino antiguo.

Inscripción de la tumba de Escipión Barbado, vía Wikimedia Commons

«Veinte años es mucho tiempo – ha recalcado Dino Gasperini, responsable del Departamento de Asuntos Culturales y el Centro Histórico de Roma, porque generaciones enteras no han podido beneficiarse de este maravilloso lugar, pero también es tiempo suficiente para que este momento en el que es devuelto al público sea extraordinario. Haberlo hecho es una obra de justicia, una restitución no solo a la ciudad sino al mundo entero. Un regalo de Navidad».

Los sarcófagos, entre ellos el de Lucio Cornelio Escipión Barbado, elegantemente decorados y con inscripciones, situados frente a la entrada, fueron descubiertos en torno al año 1.780 cuando dos sacerdotes, propietarios del viñedo bajo el que se encontraban, hallaron casualmente la entrada al sepulcro mientras hacían una ampliación de la bodega.  Y dado que en aquellos años todas las inscripciones y esculturas eran llevadas a los Museos Vaticanos, los sacerdotes lo hicieron también así, pero el sepulcro se convirtió en un destino habitual para muchos estudiosos y visitantes.

Sepulcro de los Escipiones, vía sovraintendenzaroma

La elección de la Via Appia como el lugar donde levantar el edificio funerario, en la base de una pequeña colina que sobresalía frente al trazado de Via Latina, no fue casual, e indica una clara orientación política. De hecho, la Via Appia fue inaugurada en el año 312 a. C. con el objetivo de facilitar y dar apoyo a la expansión de la dominación romana en el sur de Italia.

En la zona del sepulcro, compuesta por una serie de galerías de dos metros de altura que se cruzan para formar un cuadrado de alrededor de 11 metros excavado en la toba, se encuentran estructuras que datan desde principios del siglo III a.C. hasta finales de la Edad Antigua y la Edad Media y un columbario con frescos, restaurado con ocasión de los trabajos recientes.

El sitio se reabrirá a partir del 14 de enero, pero solo podrá visitarse los sábados por la mañana; será necesario inscribirse previamente y las visitas serán guiadas, con una duración aproximada de 50 minutos. Está prevista una apertura extraordinaria, con visita guiadas previa inscripción, el sábado 17 y el domingo 18 de diciembre de las 10 a las 16 horas.

Fuente: Adnkronos |Roma, dopo 20 anni riapre al pubblico il Sepolcro degli Scipioni (Traducción LTdN)

 

15 diciembre 2011 at 7:41 pm 4 comentarios

Una pequeña Pompeya en el Vaticano. En primavera abrirá sus puertas la necrópolis de la «Via Triumphalis»

Según anuncia L’Osservatore Romano, a partir de la primavera será posible visitar la necrópolis de la Via Triumphalis, un sitio arqueológico de gran valor histórico.

Cuando se habla de la Necrópolis vaticana, se hace referencia generalmente a la que se extiende bajo la Basílica de San Pedro, a lo largo de la via Cornelia alrededor de la tumba del Príncipe de los Apóstoles. Pero a partir de la primavera del 2.012 ya no será así, porque se abrirá definitivamente al público una segunda Necrópolis, situada a lo largo de la antigua via Triumphalis, la calle junto a la colina Vaticana que conectaba la Roma imperial con la antigua ciudad de Veyo.

Al pasar por la Vía de la Posta, un poco más allá de la farmacia vaticana, no se sospecha nada, porque en el exterior solo se ven edificios modernos. Pero basta descender unos pocos metros en el pasaje que hay entre el aparcamiento y el nuevo edificio multifuncional de Santa Rosa -donde tienen su sede las oficinas del Servicio Telefónico del Vaticano- para dar un salto atrás en el tiempo de 2.000 años. «Es como encontrarse frente a una pequeña Pompeya sepulcral: porque se pueden reconstruir perfectamente episodios de la vida “funeraria” cotidiana interrumpidos por el olvido», dice Giandomenico Spinola, encargado del departamento de Antigüedades griegas y romanas de los Museos Vaticanos, que está dirigiendo las excavaciones con la ayuda de Leonardo di Blasi y Monica Ricciardi.

Aunque aún siguen en curso las excavaciones, el área de la necrópolis de la via Triumphalis fue descubierta entre los años 1.956 y 1.958 por Filippo Magi durante los trabajos de construcción del aparcamiento, pero el acceso solo estaba permitido de manera excepcional a los investigadores. Después, en 2.003, durante la construcción del nuevo garaje de Santa Rosa, salió a la luz un nuevo sector de la misma necrópolis, que estuvo abierto al público entre 2.006 y 2.008. Las excavaciones están todavía en curso y han permitido por tanto conectar los dos sectores de esta necrópolis, transformada en un único gran museo de más de mil metros cuadrados.

La necrópolis, que data de principios de la edad imperial, se extiende sobre las pendientes nororientales de la colina Vaticana, cerca del santuario de la Magna Mater y de unos jardines imperiales propiedad de Agripina. Aquí se levantaban también algunas villas y Calígula había construido una naumaquia y el Gaianum, un circo de entrenamiento de los aurigas, que fue restaurado después por Nerón.

Según la tradición, fue justamente en este circo donde San Pedro sufrió el martirio.

Las excavaciones han sacado a la luz cuarenta estructuras sepulcrales y más de 200 tumbas individuales que, desde finales del siglo I y todo el siglo II de la era cristiana, estaban una junto a otra y, en parte, superpuestas. A partir de la estratigrafía se infiere que hacia mediados del siglo II este terreno fue cubierto por una capa de lodo que selló las primeras sepulturas, sobre la que se levantaron otras nuevas.

Las tumbas estaban concentradas en pequeñas islas diferentes, repartidas desde la cima de la colina hasta el valle, entretejidas entre sí por senderos irregulares que iban a dar a la via Triumphalis . Las sepulturas individuales, de tipo más común, que pertenecían sobre todo a las clases sociales medio-bajas, contienen ollas de cerámica con restos de la cremación colocados directamente en la tierra a casi un metro de profundidad. De ellas salen pequeños tubos de arcilla, semejantes a chimeneas, que se usaban para introducir la ofrenda alimentaria durante el rito de las libaciones.

En el tramo que dividía en dos partes la necrópolis se ha descubierto un ustrinum, o sea la base en la que se llevaba a cabo la cremación, con capas superpuestas de arcilla y depósitos de tierra con fragmentos de carbón, piñones y piñas quemadas, utilizadas para encender la pira funeraria. Sobre el ustrinum se han encontrado fosas simples, excavadas en el terreno, para sepulturas e inhumaciones.

Al siglo I de la era cristiana pertenecen también una serie de sepulcros gentiles de nicho o de inhumación. La mayor parte son cuadrangulares con bóveda de cañón y presentan en su interior una decoración con motivos florales o lineales, mientras que en el exterior están pintados en tonos rojos. Gracias al excepcional estado de conservación de los altares, los sarcófagos y distinto mobiliario se ha podido conocer mejor aspectos hasta ahora poco conocidos de los rituales funerarios. Para mantener encerrada el alma del difunto en el más allá se ponían unos largos clavos en la entrada de los tubos, mientras que algunas sepulturas más amplias presentan un pavimento de mosaico con el llamado “nudo de Salomón”, a modo de una rejilla.

A través de las numerosas inscripciones se ha podido reconstruir también después todo un tejido histórico-social hasta ahora desconocido. Las sepulturas más ricas pertenecen a familias de libertos imperiales que tenían discretas posibilidades económicas, pero de los que se había perdido la memoria.

Entre ellas destaca la familia de los Natronii, en cuyo sepulcro (20-40 de la era cristiana) se ha encontrado un retrato completo en mármol de Tiberius Natronius Zmaracdis, de 4 años, 4 meses y 10 días (imagen superior). Su estela, mandada hacer por su madre Natronia Sinphyle, lo muestra bello, tanto que sus padres lo llamaron Venustus, aunque sus ojos tengan una mirada de melancolía.

La familia de los Passieni, en cambio, era propietaria de un conjunto de nichos (años 50-70) embellecidos con dos espléndidos altares en los que se declara su pertenencia a la familia Caesaris.

El primer altar, ricamente decorado con un festón de fruta atado a dos cabezas de carnero, fue dedicado por Flora a sus padres Passiena Prima y Tiberius Claudius Optatus, un liberto de Nerón que era tabularius a patrimoniis, o sea archivero de la administración del patrimonio privado del emperador. El segundo altar, en cambio, que está coronado por el retrato de la difunta, fue dedicado a Passiena Prima por su liberto Lucius Passienus Evaristus.

Los Passieni eran un grupo de libertos muy vinculados, por vía directa o indirecta, a Gaius Sallustius Crispus Passienus, segundo marido de Agripina, la madre de Nerón. Este noble personaje, que según algunas fuentes fue asesinado por la augusta esposa, tenía grandes propiedades que pasaron por herencia a Agripina, y de ella al patrimonio imperial.

«Cabría preguntarse si entre estas posesiones se encontraban los Horti Agrippinae, que las fuentes indican en las proximidades del Vaticano», observa Giandomenico Spinola.

Uno de los descubrimientos más sorprendentes ha sido el hallazgo de una pequeña estatua de mármol que representa a un servus lanternarius, un tema escultórico bastante raro cuyo uso era hasta ahora desconocido. Este esclavo tenía el cometido de esperar por la noche el regreso del amo en la puerta de la casa, pero también se ha propuesto una representación del mismo como protector de la sepultura, e incluso como el encargado de iluminar el doloroso y oscuro trayecto hacia la última morada.

Pero el verdadero scoop de estas interesantísimas excavaciones ha sido el hallazgo de las tumbas de dos artistas. Una está dedicada al escultor Tiberius Claudius Thesmus por su esposa -primera mitad del siglo I- y en ella el difunto aparece representado mientras esculpe un busto junto a su perro; la otra está dedicada por Fabia a su marido, el escenógrafo Alcimus. Este último era un esclavo de Nerón que se encargaba de la escenografía en el Teatro de Pompeyo. No es casual que esté representado con un cincel en la mano, rodeado de sus instrumentos de trabajo: una escuadra, un compás, un nivel y una groma.

Dos mujeres de la antigua Roma, dos esposas que con su amor, su devoción y su estima hacia sus maridos nos han permitido conocer la existencia de artistas que raramente aparecen mencionados en las crónicas de la época.

Fuente: L’Osservatore Romano | Quella piccola Pompei accanto all’autoparco vaticano

10 diciembre 2011 at 8:54 pm 2 comentarios

El hipogeo de los Aurelios: una nueva joya que visitar en Roma

Nuevos descubrimientos en el hipogeo de los Aurelios, monumento fúnebre a caballo entre dos mundos

Próximamente se permitirá la visita al hipogeo a pequeños grupos de personas 

Hay ciertos monumentos que “dicen demasiado” y que se convierten en enredos inextricables de ideas, de pensamientos, de vías interpretativas, por lo cual los arqueólogos y los historiadores del arte deben afilar sus armas para desatar los nudos más apretados de las teorías que  animaron a los comitentes y artífices cuando fue concebido el complejo monumental o su decoración.

Es el caso del hipogeo de los Aurelios, en la avenida Manzoni, un monumento sepulcral, descubierto durante el montaje de un garage de la STA, que luego pasó a ser propiedad de la FIAT s.p.a., en el sector sudoriental de Roma, no lejos de la basílica de Santa Cruz en Jerusalén. La Superintendencia de ese tiempo continuó las excavaciones sistemáticas y el inspector Goffredo Bendinelli preparó una primera edición crítica del programa decorativo, después actualizada por el gran iconógrafo Joseph Wilpert y por el arqueólogo Orazio Marucchi. Desde ese momento, el hipogeo se convirtió en un verdadero  “gimnasio” para todos los estudiosos de la historia de las religiones de la antigüedad tardía, que atribuyeron el hipogeo unas veces a un  encargo pagano, otras a un encargo cristiano, otras a un encargo gnóstico.

El programa decorativo, que afecta, de hecho, a las tres estancias funerarias propone una temática compleja, difícilmente atribuible a un único filón iconográfico, pero muestra la eclecticidad típica del clima multirreligioso que anima la atmósfera cultural, que desde el tiempo de los Severos, entre los siglos II y III, llega al imperio de Galieno, es decir, a fines de los años 60 del mismo siglo III. Un tiempo, este, atravesado por mil problemas de orden político, social, económico y militar, que halla “refugio” en el pensamiento filosófico y religioso, el cual acoge en la ideología romana las corrientes de las nuevas creencias y de las formas de fe provenientes del Oriente.

El culto a Mitra, el pensamiento judío, la filosofía neoplatónica, el orfismo, el cristianismo, la gnosis viven y conviven en una Roma multiétnica y multirreligiosa, creando también formas de sincretismo y superposiciones complejas de elaboraciones religiosas. Pues bien, el hipogeo de los Aurelios expresa justamente esta complejidad de un pensamiento elaborado por una clase social elevada, ambiciosa, quizá perteneciente al entorno de los libertos imperiales y, sin embargo, dispuesta a emular las manifestaciones monumentales de las clases más altas y adineradas de aquel tiempo.

La tensión hacia la autorrepresentación sugiere a esta familia, tan notable en la Roma de la época, decorar su propio monumento funerario con los temas que, sin olvidar las costumbres iconográficas de la cultura helenística y de la tradición romana, abren las puertas a un nuevo  imaginario iconográfico, suspendido entre la vida cotidiana y un mundo feliz, tranquilo, sereno, proyectado hacia el más allá. Este feliz locus amoenus, de virgiliana memoria, se expresa con muchos y diversos expedientes iconográficos, que se extienden por las paredes de los tres ambientes funerarios. Dos grandes temas constelan los frescos de las tres estancias: por una parte, la gran materia filosófica, que propone decenas de intelectuales dispuestos en teorías y provisiones de virgae y rollos de la sabiduría; por otra, el argumento bucólico, con la representación de pastores crióforos y de un curioso híbrido iconográfico, o sea, una figura de un pastor-intelectual, que parece aludir a la conexión de dos temas básicos y que quiere representar uno de los Aurelios colocados en el hipogeo.

En la inscripción musiva dedicada por un Aurelius Felicissimus se recuerda la sepultura de los tres hermanos Aurelius Onesimus, Aurelius Papirius y Aurelia Prima. Pues bien, estos tres difuntos son representados en un largo ciclo de pinturas al fresco, una veces como el sabio pastor, del cual se ha hablado; otras veces como un caballero que entra en una ciudad fabulosa, que se propone como una especie de más allá urbano; otras como un rétor en el centro de un foro; otras como un comensal en un banquete celestial. El ciclo se inserta en un gran cuadro homérico, donde, según los primeros editores, se representaba el episodio de Ulises cuando vuelve a Ítaca y encuentra a Penélope en el telar entre los pretendientes. La recentísima restauración efectuada con el revolucionario uso del láser –que el año pasado recuperó la estancia de los apóstoles en Santa Tecla– ha permitido leer mejor esta singular megalografía. En la parte superior,  donde los iconógrafos del pasado reconocían el palacio y los rebaños de Laertes, se ha descubierto de nuevo a Aurelia Prima que, en señal de luto, se suelta el cabello para llorar  por sus dos hermanos muertos, colocados sobre el lecho fúnebre en el interior de un recinto funerario. En el sector inferior –siguiendo alguna interpretación del pasado– se asiste al momento en que Ulises obtiene de la maga Circe que sus compañeros, transformados en cerdos, vuelvan a ser hombres. El relato, que se desarrolla en el X canto del la Odisea, se inserta bien en la temática funeraria de aquel tiempo, si se tiene en cuenta que fue precisamente Circe quien indicó al curioso Odiseo el camino para un viaje al Hades. Las nuevas escenas descubiertas se insertan perfectamente en el sistema multirreligioso encabezado por el sincretismo elaborado por los Aurelios, que comporta también dos enigmáticas escenas donde se puede reconocer tanto a Prometeo que crea al hombre y a Hércules en el jardín de las Hespérides, como la creación de Adán y la expulsión del Edén.

Estas incertidumbres y estas co-presencias nos hablan de una atmósfera rica de tensiones ideológicas, que miran, por lo demás, a crear una condición ultramundana, suspendida en el cosmos, en equilibrio entre una sed terrena y una ultraterrena, que prepara la idea de otro mundo listo para representar el paraíso de los cristianos, reservado, en este caso, a un grupo privado, a una familia de clase alta. Poco tiempo después o en los mismos años, justo en la primera mitad del siglo III, nacen las catacumbas comunitarias destinadas a la sepultura de todos los hermanos, que se han adherido a la nueva fe. El hipogeo de los Aurelios, en este contexto, representa un antecedente singular, fuertemente autorrepresentativo, de una gens que, sin abrazar el pensamiento cristiano, lo contempla en el horizonte multirreligioso del tiempo.

Por otra parte, la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra ha anunciado su decisión de permitir la visita al hipogeo a pequeños grupos de personas. Grupos de un máximo de quince personas podrán acceder al hipogeo tras reserva previa.

Fuente: Artículo de Fabrizio Bisconti en L’Osservatore Romano 10/06/2011

Procedencia de las imágenes: L’Osservatore Romano y Televisa

11 junio 2011 at 11:18 am 1 comentario


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