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Leptis Magna, una joya romana vence al Isis
Los arqueólogos consideran a Leptis Magna una de las urbes romanas mejor conservadas del Mediterráneo. A pesar de la guerra que destruye Libia desde hace seis años, la cuna del emperador Septimio Severo ha logrado resistir el embate de las milicias y la codicia de los yihadistas.
Parte de los Baños de Adriano en las ruinas libias de la ciudad romana de Leptis Magna. / RICARDO GARCÍA VILANOVA
Fuente: Javier Martín | EL PAÍS Semanal
25 de septiembre de 2017
Cuentan las crónicas romanas que la noche en la que se conoció el asesinato del emperador Cómodo, Septimio Severo ni siquiera mudó el gesto. Gobernador en aquel tiempo de la Panonia Superior, ordenó a sus legionarios que estrecharan el perímetro y optó por dormir, desoyendo las voces de aquellos que le conminaban a marchar sobre Roma y reclamar la corona de laurel. Lo haría apenas un año después y con una excusa que le permitiría tanto alcanzar el poder como transformar el sistema de gobierno e implantar una tiranía militar similar a la que el coronel Muamar el Gadafi soñó con fundar 19 siglos después en la misma franja de la costa mediterránea en la que Severo, el primer emperador africano, nació. “Aquí han sucedido cosas importantes de nuestra historia y es esencial que nuestros jóvenes las conozcan. Los libios somos árabes y norteafricanos, pero también mediterráneos, algo que el anterior régimen quiso ocultar”, explica con entusiasmo lectivo Mohamad abu Salam.
Gadafi la usó para esconder sus tanques confiando en que los cazabombarderos de la OTAN no se atreverían a destruir un enclave histórico tan relevante
Es una cálida mañana de verano y una infantil algarabía, inusual en un país quebrado por el caos y la guerra, resuena entre los imponentes vestigios de la ciudad romana de Leptis Magna, cuna de Severo, que, pese a la guerra que destruye Libia desde hace seis años, y al contrario de lo que ha ocurrido con ruinas similares en Siria, ha resistido el embate de las milicias y la codicia de los yihadistas. Corros de niños, todos uniformados con camisetas blancas y gorras de un color mandarina intenso, escuchan relajados sus explicaciones y las del resto de voluntarios, todos ellos miembros de una asociación local dedicada a la expansión y difusión del vasto patrimonio cultural libio.
“En general la situación aquí es buena, afortunadamente no hemos tenido episodios como el de Palmira”, destaca un funcionario del antiguo Gobierno en Trípoli. “La mayor parte de las piezas importantes o ya habían sido expoliadas por el anterior régimen, o se encontraban en el Museo de Trípoli, que pudo ser protegido durante la revolución”, argumenta. “Solo las ruinas de Sabratha (ciudad situada al oeste de la capital, donde en 2015 se instaló una importante célula radical afín a la rama libia del grupo yihadista Estado Islámico) y las de Cyrene (situadas en un área en disputa entre las localidades de Sirte —antiguo bastión yihadista— y Bengasi, capital del alzamiento popular de 2011) han estado en grave peligro. Esta zona siempre ha estado menos expuesta, argumenta el responsable, que por razones de seguridad prefiere no ser identificado.
Uno de los ejes principales de la ciudad, que conducía al arco de Septimio Severo; / RICARDO GARCÍA VILANOVA
Asomado al mar, en un paraje idílico a medio camino entre Misrata —principal puerto comercial del país— y la capital, el primer asentamiento urbano del que se tiene memoria en el área donde ahora brillan las milenarias piedras de Leptis Magna fue levantado por colonos fenicios procedentes de Tiro en torno al año 1100 antes de Cristo y permaneció bajo control cartaginés hasta que, tras las Guerras Púnicas, engrosó el reino númida. Punto de confluencia de las caravanas que cruzaban el Sáhara, su importancia comercial aumentó tras ser incorporada al Imperio Romano y promovida al estatus de colonia por el emperador Trajano. Allí, en un entorno comercial y cosmopolita, se educó Severo, hijo del sufete local Publio Septimio Geta, un hombre al que los cronistas bárbaros describen como un militar brutal y ambicioso. Emigrado a Roma a la edad de 17 años, el futuro emperador aprovechó sus lazos familiares en el Senado para escalar en la jerarquía militar y formar una fuerza de élite que le permitió medrar. Sus victorias castrenses en Oriente Próximo y los Balcanes añadieron después los galones y los recursos financieros suficientes para retar a la poderosa Guardia Pretoriana e instalar la dictadura de los Severos, que prolongaría su famoso hijo Caracalla y que dominaría Roma a lo largo del siglo III. Invadida por tribus locales, Leptis Magna decaería lentamente hasta que la invasión árabe en el año 642 la sumió en el olvido.
“Libia tiene un patrimonio cultural riquísimo, no solo Leptis Magna”, recuerda el exdiputado libio Naser el Seklani. “Ni a Gadafi ni a los nuevos dirigentes les ha interesado nunca, solo pendientes de un petróleo que podríamos regalar. Únicamente con nuestras playas y monumentos, con la pesca y el turismo seguiríamos siendo un país rico y atractivo”, asegura Seklani, un antiguo oficial del Ejército encarcelado por el dictador que se sumó a la revuelta y que se desligó enseguida del proceso político al ver “que quienes abandonaron el país y lo dejaron al capricho del dictador ahora vuelven para ordeñarlo y vendérselo a los extranjeros”.
El ninfeo o monumento a las ninfas
El potencial turístico de Leptis Magna y de las playas vírgenes de arenas blancas que se extienden cientos de kilómetros desde sus ruinas hasta la ciudad de Bengasi es indudable. Considerada por los arqueólogos una de las urbes romanas mejor conservadas del Mediterráneo, pasear por sus empedradas vías supone un viaje en el tiempo. Su teatro se inclina casi intacto sobre el mar, en el foro parecen resonar las voces de los oradores y en el mercado aún es posible ver los puestos de venta. Sentado bajo el Tetrapylon, erigido en honor a Severo, no es necesario imaginar las calles. Hileras de muros de cerca de dos metros de altura se mantienen erguidos dibujando claramente el plano de esta ciudad declarada patrimonio de la humanidad en 1982, y que la Unesco incluyó en junio de 2016 en la lista de lugares históricos en riesgo junto al resto de maravillas del país: Sabratha, Cyrene, las pinturas rupestres de Tadrart Acacus y el antiguo mercado de esclavos de Ghadames.
Los Baños de Adriano
Indudable es también, sin embargo, la amenaza sostenida que padece desde que en 2011 Gadafi se acordara de ella para esconder sus tanques, confiado en que los cazabombarderos de la OTAN no se atreverían a destruir tan bello enclave. A apenas 200 kilómetros al este, en la vecina Sirte, la guerra entre las milicias del oeste de Libia y los grupos afines al Estado Islámico vuelve a resonar como un siniestro eco, pese a que los yihadistas fueron expulsados de la ciudad en diciembre pasado. Unos 70 kilómetros al oeste, la apacibilidad de su entorno también se desvanece frente a la inseguridad tribal de Trípoli, escenario de escaramuzas entre los diferentes grupos armados y de luchas cainitas entre los señores de la guerra y el impotente Gobierno sostenido por la ONU, que un año después de ser designado aún no ha sido capaz de conseguir la legitimidad que debe concederle el legislativo ni de mejorar la vida en la capital, donde los cortes de agua corriente y electricidad son una realidad diaria, escasean la comida y los servicios, y conseguir dinero en efectivo es una odisea. Y en el este, a las puertas de Bengasi, prolonga su creciente e inquietante sombra el mariscal Jalifa Hafter, un militar con trazas de dictador que contribuyó a aupar al poder a Gadafi y que años más tarde, reclutado por la CIA, devino en su principal opositor desde el exilio en Virginia. Dos décadas después, apoyado por Rusia, Egipto y Arabia Saudí y acusado de crímenes de guerra, encarna el cesarismo que vuelve a soplar en la región una vez asfixiadas las ilusionantes y manipuladas primaveras árabes: controla los recursos petroleros y domina el 70% de un país sumido en una larga y cruenta guerra civil de la que, al contrario de las libradas por Severo, nadie parece querer ya escribir.
Los arqueólogos inventan un sistema para salvar el arte de Siria
Los especialistas pintan algunos de los objetos más valiosos del país con un líquido claro y rastreable
Vista de la antigua ciudad de Palmira, en Siria, destruida por los terroristas de Estado Islámico (Stringer / AFP)
Fuente: LA VANGUARDIA
21 de marzo de 2017
El reciente saqueo de obras valiosas de Siria e Irak por parte tanto de terroristas como de bandas criminales se ha producido a una escala sin precedentes. Los artículos robados han aparecido en Europa y Estados Unidos y han sido ofrecidos a coleccionistas privados. El organismo de patrimonio de la ONU asegura que este comercio ilícito mueve millones de dólares.
Sin embargo, se está llevando a cabo una solución innovadora que permite a los arqueólogos seguir la pista de los objetos valiosos saqueados. Trabajando a escondidas en áreas fuera del control del gobierno de Bashar al-Asad, los arqueólogos sirios han comenzado a pintar algunos de los objetos más valiosos del país con un líquido claro y rastreable. La solución es invisible a simple vista, pero detectable bajo luz ultravioleta, según informa la BBC.
La solución es invisible a simple vista, pero detectable bajo luz ultravioleta
La tecnología ha sido desarrollada por Smartwater, la firma británica de prevención de delitos, y ya ha sido probada por científicos de la Universidad de Reading y la Shawnee State University de los Estados Unidos.
Mosaicos romanos, cerámica bizantina y esculturas antiguas están siendo tratados con este líquido en una carrera desesperada para detener el patrimonio de Siria saqueado. La esperanza es que disuadirá tanto a los coleccionistas como a los contrabandistas de objetos robados con la amenaza de ir a juicio, ya que cada artefacto lleva un código único e identificable.
El proyecto ha sido supervisado por un renombrado arqueólogo sirio, el profesor Amr Al-Azm, que aseguró a la BBC que el material de rastreo está diseñado para no dañar la cerámica y otros materiales antiguos.
La tecnología ha sido desarrollada por Smartwater, la firma británica de prevención de delitos
Así ha quedado Palmira tras el paso del Estado Islámico
El director general de Antigüedades señala que los destrozos en el teatro romano y la ciudadela no han afectado a su estructura básica
Fuente: EFE – El Cairo | El Periódico 03/03/2017
Fotos: AFP, vía hispantv.com
El director general de Antigüedades de Siria, Maamún Abdelkarim, aseguró este viernes a Efe que, de acuerdo con las imágenes a las que ha tenido acceso, los daños causados por los yihadistas en el teatro romano y la ciudadela medieval de Palmira «no han afectado a su estructura básica».
«Según las fotos que hemos podido ver, se puede decir que, en principio, tanto el teatro como la Ciudadela están en buen estado. Han sufrido daños, pero la estructura básica de ambos edificios está en buen estado», dijo Abdelkarim en conversación telefónica con Efe, en la que advirtió de que todavía están esperando a que los expertos comprueben la situación sobre el terreno.
La valoración de Abdelkarim se produce poco después de que el Ejército sirio anunciara la liberación de la ciudad monumental de Palmira, considerada patrimonio de la humanidad por la Unesco, y controlada por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
VISITA DE INSPECCIÓN
El máximo responsable de las Antigüedades y de los Museos de Siria explicó que las fotos a las que han tenido acceso hasta el momento han sido difundidas a través de Internet y precisó que este viernes o el sábado funcionarios de la ciudad siria de Homs, capital de la provincia homónima donde se encuentra Palmira, visitarán las ruinas.
Abdelkarim, quien advirtió de que la situación en la zona es muy peligrosa debido a las trampas y minas colocadas por el EI, comentó que se creía, antes de ver las primeras fotos, que los daños causados por los yihadistas y los combates eran mucho peores.
TEATRO VOLADO
«Cuando volaron el teatro se pensaba que habían destrozado toda la parte frontal de la escena, pero el teatro tiene solo una parte pequeña de la cara frontal dañada. En el castillo hay también varios daños, pero el resto está bien», explicó.
El responsable agregó que él mismo viajará, a principios de la próxima semana, para poder valorar in situ el estado de las ruinas de la ciudad, que en los siglos I y II d.C. uno de los centros culturales más importantes de la época.
El Estado Islámico conquistó Palmira en mayo de 2015 y fue expulsado ocho meses después por los soldados sirios, pero volvió a recuperar el control de la antigua ciudad grecorromana el pasado diciembre.
Daesh vuelve a perder Palmira
El ejército del régimen de Al Assad recupera la histórica ciudad tres meses después de haberla perdido a manos de los yihadistas
Soldados del régimen sirio, en las ruinas del Templo de Bel en la histórica ciudad de Palmira – REUTERS
Fuente: MIKEL AYESTARAN > Jerusalén | ABC
1 de marzo de 2017
Tres meses después el Ejército sirio y sus milicias aliadas recuperaron de nuevo control de la ciudadela de Palmira, según informaron fuentes próximas a la milicia libanesa Hizbolá, uno de los grandes apoyos militares del Gobierno de Damasco. Tras haber llegado el martes al llamado «Triángulo de Palmira», una serie de montes cercanos desde los que se divisa la localidad, las fuerzas leales al presidente Bashar Al Assad expulsaron por segunda vez a los milicianos del grupo yihadista Daesh de este oasis situado en mitad del desierto, declarado patrimonio mundial por la Unesco en 1980. Es la segunda vez que las fuerzas sirias, con el apoyo de Rusia, echan a los yihadistas de este lugar simbólico y estratégico que cayó en manos del califato por primera vez en mayo de 2015. Después de diez meses bajo la bandera negra de los seguidores del califa, el Ejército recuperó el control, pero en diciembre, aprovechando que toda la atención estaba en Alepo, Daesh asestó un golpe sorpresa y recuperó las ruinas grecorromanas, la ciudad moderna de Tadmur, levantada a las puertas del conjunto arqueológico, y los yacimientos vecinos de gas y petróleo.
A la espera de una nueva evaluación de daños, la Dirección General de Antigüedades de Siria denunció en enero que, en esta segunda etapa de Daesh en Palmira, los yihadistas causaron un «daño significativo» al histórico Tetrápilo, conjunto de cuatro grandes zócalos con cuatro columnas cada uno, la mayoría réplicas modernas, y al Teatro Romano. En su primera etapa, los hombres de califa destruyeron también templos, torres funerarias y obras de arte y convirtieron el museo en prisión, todo ello en nombre de su visión ultraortodoxa del islam, en la línea de la impuesta hasta 2001 por los talibanes en Afganistán.
El califato pierde terreno en Irak y Siria y Estados Unidos y Rusia se disputan el liderazgo de una lucha contra Daesh cuya próxima parada será Raqqa, bastión yihadista en suelo sirio. Los estadounidenses, que cuentan con 5.000 hombres desplegados en Mosul, denunciaron un bombardeo de la aviación rusa sobre «aldeas bajo control» de los grupos sirios a los que apoyan, «porque pensaban que seguían en manos de Daesh», según el comunicado del Pentágono.
Crímenes de guerra
La toma de Palmira refuerza a un Gobierno que desde que recuperó el control total de Alepo gana terreno frente a los grupos de la oposición y coincidió con la publicación de un nuevo informe de Naciones Unidas, esta vez dedicado a Alepo. La Comisión de Investigación independiente del organismo internacional sobre Siria dictaminó que «la población civil de los dos bandos ha sido víctima de los crímenes de guerra cometidos por todas las partes». Los investigadores acusan a las fuerzas de Assad de haber empleado «bombas de cloro en zonas residenciales, lo que causó centenares de bajas civiles» y a «algunos grupos armados» de haber impedido «violentamente» a la población abandonar la parte este de Alepo, llegando a utilizar a civiles como «escudos humanos».
El 99 por ciento del contenido de los museos sirios está en sitios seguros, según las autoridades
El 99 por ciento del contenido de los museos sirios está resguardado en lugares seguros para evitar el vandalismo y el expolio de las antigüedades, afirmó hoy un responsable arqueológico, Ahmed Dib, según la agencia de noticias oficial, SANA.
Mosaico sirio fechado entre el siglo V-VI d.C. entregado a Siria en Damasco (Siria). EFE/Archivo
Fuente: EFE | YAHOO Noticias
Beirut, 18 may.- Dib, director del Departamento de Museos de la Dirección General siria de Antigüedades, señaló que esta institución gubernamental ha transportado los bienes a ubicaciones seguras para impedir los robos y el saqueo.
Esto no ha impedido que museos como el de la ciudad de Al Raqa, en el noreste del país, y el de Deir Atiye, al norte de Damasco, hayan sido objeto del vandalismo y la devastación.
Al Raqa es el bastión principal en Siria del grupo terrorista Estado Islámico (EI), que tiene un amplio historial de destrucción de antigüedades; mientras que Deir Atiye estuvo en el pasado bajo el control de esa organización y del Frente al Nusra (filial siria de Al Qaeda) hasta que el Ejército sirio retomó su dominio en 2013.
Ambos museos estaban dedicados a la cultura y al folclore local de esas regiones sirias.
Dib recordó que existen en Siria un total de 41 museos, que antes del inicio del conflicto, en marzo de 2011, recibían un gran número de visitantes, especialmente los ubicados en Damasco y Alepo, la mayor ciudad del norte del país.
Palmira tras la retirada del ISIS
Pese al daño causado por el Estado Islámico, las primeras imágenes demuestran que partes antiguas de la ciudad todavía siguen en pie
Fuente: EL PAÍS 28/03/2016
El teatro de la ciudad vieja de Palmira después de que las tropas de El Asad recuperaran el control de la ciudad. El escenario permanece en buenas condiciones, no así otras partes del a ciudad, destruidas por el ISIS y por los bombardeos de las fuerzas leales a El Asad. MAHER AL MOUNES (AFP)
Restos del Arco del Triunfo destruido por los radicales del ISIS. MAHER AL MOUNES (AFP)
Imagen tomada el 27 de marzo y emitida por el canal ruso VGRTK que muestra la ciudad vieja de Palmira. (AFP)
El teatro de la ciudad vieja fue tristemente célebre al convertirse en el escenario en el que los terroristas del ISIS realizaban sus publicitados asesinatos. MAHER AL MOUNES (AFP)
Los restos de la estatua del León de Al-Lat a la entrada del museo histórico de Palmira. SANA (REUTERS)
La entrada al icónico templo de Bel. MAHER AL MOUNES (AFP)
Vista general de la ciudad vieja. (AFP)
El interior del museo histórico dañado por las bombas. SANA (REUTERS)
El Gobierno sirio retoma el control de Palmira y se compromete a su recuperación
Pese al daño causado por el Estado Islámico, las primeras imágenes demuestran que partes antiguas de la ciudad todavía siguen en pie
Vista general de Palmira en una imagen tomada ayer. / MAHER AL MOUNES (AFP)
Fuente: EL PAÍS 28/03/2016
La campaña de Damasco para arrebatar la ciudad de Palmira al grupo terrorista Estado Islámico (EI) ha concluido con éxito este domingo, según han informado tanto los medios oficiales como el grupo activista Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Este ente ha puntualizado que todavía hay escaramuzas en el este de la ciudad pero ha confirmado que la mayor parte de las fuerzas de EI se han retirado hacia posiciones defensivas en el este del país.
La reconquista de la ciudad supone la recuperación de un punto estratégico para acceder al bastión islamista de Raqqa —la capital del autoproclamado califato— y de un Patrimonio de la Humanidad que ha resultado gravemente dañado tras varios meses de combates y por la campaña de aniquildación de lugares históricos efectuada por los yihadistas.
Sin embargo, y a pesar del gravísimo daño causado por Estado Islámico, las primeras imágenes tomadas por aviones no tripulados demuestran que las partes antiguas de la ciudad todavía siguen en pie, como el anfiteatro o la plataforma de columnas conocida como el tetrapilón. «Reconstruiremos con las piedras que todavía siguen en pie. Vamos a devolver la vida a Palmira», ha declarado un alto mando militar.
El Estado Islámico asumió el control de la ciudad en mayo del año pasado, durante el apogeo de su ofensiva en Siria, y hasta la declaración el mes pasado del alto el fuego las fuerzas del Gobierno sirio habían sido incapaces de organizar una ofensiva para retomar la ciudad.
Proceso de reconstrucción
El Gobierno sirio se ha comprometido a reconstruir los antiguos tiempos romanos de la ciudad de Palmira que Estado Islámico ha destruido, según ha afirmado el director del departamento de Antigüedades de Siria, Mamun Abdelkarim. «La resurrección de estos monumentos será un mensaje contra el terrorismo», declaró Abdelkarim.
Frente a él se encuentra la tarea de intentar rescatar lo que queda de los templos de Baal Shamin y de Bel, así como el arco triunfal de la ciudad, que ha permanecido en pie desde hace 1.800 años hasta la llegada de los yihadistas, y que Naciones Unidas describió como un crisol de culturas desde el amanecer de la Humanidad.
En octubre se conoció la citada dinamitación por parte del EI del Arco del Triunfo, uno de los grandes . Para el grupo terrorista, acabar con esta obra arquitectónica era una forma de eliminar cualquier resto de «ideología pagana». Palmira era uno de los centros culturales más importantes del mundo antiguo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
En una entrevista concedida a Reuters, el historiador Maurice Sartre, gran conocedor de Palmira, reconoce que el regreso de la histórica ciudad a manos del Gobierno sirio pero subraya que una gran parte del patrimonio que alberga la urbe está «perdido». «Lo primero que hay que hacer es un inventario de daños», subraya al tiempo que indica que el máximo responsable de antigüedades de Damasco y Palmira ya ha partido al desierto para llevar a cabo una primera evaluación visual de daños.
«Hay dos tipos de daños: el primero y más visible es la destrucción de los templos de Bel y de Baal Shamin o de los arcos del triunfo. Pero también hay otro, mucho menos evidente a primera vista, que tiene que ver con el asedio a las tumbas subterráneas y con todos aquellos elementos que han sido saqueados», incide. Solo el tiempo demostrará cuál es el estado real del patrimonio de la antigua Palmira.