Archive for 30 agosto 2018
El apretón de manos de un granjero a la noble muerta que sirvió para descubrir una villa romana tan grande como el Palacio de Buckingham
En 1963, un agricultor llamado John Taylor estaba trabajando en el campo con el tractor un día como cualquier otro cuando de repente vio algo raro. La tecnología más puntera ha hecho el resto
Vista desde la altura del lugar que ocuparía la antigua villa romana – Youtube
Fuente: ABC
30 de agosto de 2018
Una escena de película con su toque cómico. En 1963, un granjero llamado John Taylor estaba trabajando en el campo con el tractor un día como cualquier otro cuando de repente… se topa con una piedra y un agujero. ¿Y esto? Mete la mano y saca un hueso humano. ¿Y esto? Era un sarcófago de una mujer romana.
Ahora nos trasladamos a la actualidad a Oxford, donde un equipo de investigación, aunque no dirigido por Gloria Serra, ha utilizado la tecnología más puntera para hacer radiografías del suelo y trazar lo que sería el plano de una antigua villa, la segunda villa romana más grande en el Reino Unido tan enorme como el Palacio de Buckingham, según «The Times». Está en Broughton, a una hora de Londres. El hueso, por cierto, pertenece a una misteriosa mujer de Gran Bretaña enterrada hace unos 1.700 años. También se han encontrado paredes, habitaciones y zanjas, y todo sin coger una pala todavía, cuenta «IFL Science».
#Roman #archaeology: thanks to the work of @Detectorists_, the spectacular site of Broughton Roman Villa in #Oxfordshire has come to light. We have a lovely note about work on ‘A Roman Site at Wilcote, Oxfordshire’ from 1962:
[£] https://t.co/k2uTT4yPP4 🏛️ pic.twitter.com/5faOawdAfm
— Antiquity (@AntiquityJ) 24 de agosto de 2018
«La villa sería el verdadero centro de la industria rural y la agricultura, y aunque las personas que viven allí habrían sido muy ricas y poderosas, habría también desde cocineros a esclavos. El grano era de vital importancia para ellos», dijo el investigador Keith Westcott al «Banbury Guardian».
¿Y quién sería esa mujer? Los investigadores no están seguros, cuenta este medio. Los antiguos romanos habitaron Gran Bretaña durante casi 400 años hasta que el imperio comenzó a colapsar durante el siglo III. Dada la cantidad de riqueza que rodea a su tumba con el revestimiento de plomo, es probable que sea una noble de unos treinta años en el momento de su defunción.
Is this the largest ever find by a detectorist? pic.twitter.com/gb7EUhb9cT
— proposed IoD: ‘Institute of Detectorists’ (@Detectorists_) 23 de agosto de 2018
El nuevo museo construido en una fortaleza de la histórica ciudad helena de Pilos
El centro estará centrado en el pasado de la urbe, desde el Neolítico y su importante época micénica hasta la romana
La fortaleza llamada Neokastro en la que se encuentra el museo
Fuente: Begoña Castiella | ABC
30 de agosto de 2018
Este sábado el Viceministro de Cultura y Deportes, Costas Stratís, ha inaugurado un nuevo museo arqueológico en la ciudad helena de Pilos (Peloponeso). El centro, que se encuentra en la que era la impresionante fortaleza conocida como Neokastro, construida por los militares otomanos en el siglo XVI a las afueras de la ciudad, estará centrado en el pasado de la urbe, desde el Neolítico y su importante época micénica hasta la romana.
Como destacó Stratis en la inauguración, es un museo «que mantiene un dialogo con el visitante, facilitando el descubrimiento de la cultura y la historia de sociedades más antiguas a través de presentaciones innovadoras, con el apoyo de aplicaciones digitales». Algo que se ha podido conseguir en la Grecia de los rescates gracias a que el centro ha sido incluido en un programa operativo para la competitividad y emprendimiento de la Unión Europea.
El museo se encuentra, concretamente, en el edificio Mézonos (en referencia al Mariscal francés Nicolas Joseph Maison) edificado por las fuerzas militares francesas poco tiempo después de la Batalla de Navarino de 1827. A su vez, este centro sustituye a otro más pequeño ubicado en el centro de la ciudad, que cerró sus puertas en el 2014.
Historia
Habitado desde el Neolítico, Pilos fue un reino micénico importante. Como demuestran los restos arqueológicos del Palacio del Rey Néstor, cuyo nombre figura en la Odisea. Fue invadida por los francos y por los venecianos, pasando a ser llamada Navarino. Posteriormente, la zona fue conquistada por los otomanos en 1500 hasta la consumación de la independencia griega, siendo unos pocos años veneciana y rusa entretanto.
La ciudad es conocida, sobre todo, por dos grandes batallas navales: la primera tuvo lugar en el 425 a.C. durante la Guerra del Peloponeso; la segunda en el siglo XIX, cuando la bahía de Pilos era una importante base naval otomana. Fue ahí donde la flota turco-egipcia y tunecina del Pacha de Egipto Ibrahim fue derrotada el 20 de Octubre de 1827 gracias al apoyo de los aliados de Grecia (británicos, franceses y rusos) bajo las órdenes del Almirante Edward Codrington, quien a su vez había sido un héroe en la Batalla de Trafalgar.
Fue precisamente el cuerpo expedicionario francés de Morea quien construyó la moderna ciudad de Pilos y añadió edificios a la fortaleza de Neokastro, siendo uno de ellos la sede actual del museo. Al mismo tiempo, especial importancia tiene la figura de Nicolás Joseph Maison, un militar francés que luchó a las órdenes de Napoleón en Rusia y años después dirigió las fuerzas francesas en la batalla de Navarino. Tras esta victoria y su regreso a París en 1829, el rey Carlos X le hizo Mariscal de Francia.
Pan, circo y… «Hooligans»
La «gladiatura» es una de las señas de identidad romanas más evidentes.
«Pollice Verso», obra del artista francés Jean-León Gérôme
Fuente: Gustavo García Jiménez – Desperta Ferro Ediciones | LA RAZÓN
29 de agosto de 2018
Si algo define de verdad a una sociedad es aquello que mueve sus pasiones. El combate gladiatorio tiene los ingredientes necesarios para proyectar una imagen en la que destaquen los valores de la virtud y el heroísmo que se esperaba que imitaran los legionarios en campaña o los niños en sus juegos callejeros. Al llevar la violencia a casa –de la mano de esclavos o criminales y siempre en el contexto de un ambiente festivo en el que la sociedad romana al completo estaba invitada a participar–, se garantizaba que el mensaje fuera escuchado, y, así, el valor educativo de la lucha comenzaría a dar sus frutos. Desde esta perspectiva, no era difícil que esta práctica terminara por convertirse en un instrumento de propaganda política, hasta el punto de que todavía hoy, bajo la influencia de esa misma propaganda, los gladiadores siguen resultándonos fascinantes pese a representar el paradigma de la violencia.
Las luchas gladiatorias comenzaron como un evento relacionado con el ritual funerario de la época republicana, pero, pronto, la llegada masiva de esclavos y dinero procedentes de los territorios conquistados estimuló que las clases pudientes hicieran sus inversiones en espectáculos ofrecidos a las masas para facilitar su promoción política. Y he aquí que el combate agonístico se convirtió en un instrumento. Como tantas otras cosas que se gestaron mediante este proceso, que transformó de forma radical a la sociedad romana en el tránsito de la República al Imperio, la gladiatura alcanzó un grado de perfeccionamiento muy importante a partir de esta etapa. Se trataba, pues, de una práctica que combinaba tradición, entretenimiento, control social y, cómo no, negocio; un negocio construido mediante el derramamiento de sangre humana –por supuesto, no la propia, sino la ajena–. Pero, pese a ello, el sistema encajaba y el círculo se cerraba cuando el esclavo alcanzaba la gloria, si luchaba bien, y el pueblo sonreía satisfecho cuando gozaba de la emoción del combate.
JUEGOS GLADIATORIOS
Nada como una tarde en el anfiteatro (o en el fútbol) para calmar los ánimos de la plebe. Y es que la vida urbana ponía a prueba a diario a las clases populares, abocadas como estaban a sobrevivir en un medio hostil y competitivo con escasas oportunidades de progresar socialmente. Las autoridades romanas tomaron buena nota de ello y ofrecían juegos gratuitos para distraer a las masas y evitar posibles disturbios contra el poder establecido… solo que no siempre funcionaba. Eso es precisamente lo que debió de ocurrir en la Pompeya del 59 d. C. durante los juegos gladiatorios ofrecidos por Livineyo Régulo. La imagen del fresco pompeyano procedente de la Casa de Actius Anicetus no refleja unos gladiadores al uso. Los que luchan en la arena, y también fuera de ella, son auténticos «hooligans» pompeyanos peleando con los de la vecina Nuceria, que habían acudido a los juegos y terminaron siendo víctimas de la pasión desenfrenada de aquéllos. El episodio tuvo la suficiente relevancia como para llamar la atención del historiador Tácito, que lo registró en sus «Anales»: «Empezaron por lanzarse insultos, luego piedras, y al cabo tomaron las armas, saliéndose con la mejor parte la plebe de Pompeya, donde se celebraba el espectáculo. El caso es que muchos de los de Nuceria fueron llevados a la ciudad con el cuerpo lleno de mutilaciones, en tanto que la mayoría lloraba la muerte de hijos o padres».
El revuelo causado fue tal que hubo de intervenir el emperador y el Senado, dando como resultado el que los juegos fueran prohibidos en Pompeya durante diez años. Tácito añade además que Livineyo había sido expulsado años antes del Senado, y aunque ignoramos los motivos de ello, es tentador pensar que el enfrentamiento del anfiteatro pudo tener tintes políticos relacionados con las maquinaciones del ex senador. Lo que sí parece más allá de toda duda es que buena parte de la responsabilidad en la articulación de la violencia –al menos a nivel práctico– habría recaído en los «collegia» (cofradías gremiales o de barrios), como indicaría la sanción judicial, que añadía que «se disolvieron los colegios que habían constituido ilegalmente». El hecho de que el fresco se hallara en la casa de un vecino parece dar a entender que quienquiera que mandara pintar la escena no se arrepentía de este episodio e incluso parecía enorgullecerse de ello.
PARA SABER MÁS
nº 14
68 págs.
7 euros