Archive for 28 agosto 2018

Hefestión, el mejor amigo de Alejandro Magno

La íntima amistad de Hefestión con el conquistador macedonio ha alimentado su leyenda durante siglos

Posible representación de Hefestión en un mosaico de Pella, en Macedonia
La prueba principal de la estrecha relación entre Hefestión y Alejandro Magno es la desmesurada reacción del rey a la noticia de la muerte de su amigo, sobrevenida al parecer tras los excesos con la bebida y la total desatención de los consejos médicos cuando se hallaba aquejado de una enfermedad

Foto: Dagli Orti

Fuente: Javier Gómez Espelosín  |  National Geographic
28 de agosto de 2018

Hefestión era, según nos cuenta el historiador romano Quinto Curcio, «el más querido de todos los compañeros de Alejandro». La prueba principal de su estrecha relación es la desmesurada reacción del rey a la noticia de la muerte de su amigo, sobrevenida al parecer tras los excesos con la bebida y la total desatención de los consejos médicos cuando se hallaba aquejado de una enfermedad.

Alejandro se hallaba presenciando una carrera en el estadio de Ecbatana (actual Hamadan, Irán) cuando recibió la noticia de la enfermedad de Hefestión. Aunque acudió a visitarle de inmediato ya no llegó a tiempo de encontrarlo con vida. Todos los testimonios destacan de manera unánime la inmensidad de su dolor. No existe, en cambio, la misma unanimidad sobre las demostraciones de duelo a que dio lugar.

Según algunos, había permanecido toda la noche llorando echado sobre el cuerpo de su amigo hasta que consiguieron apartarle del mismo con grandes esfuerzos; otros decían que había mandado colgar al médico que lo atendía por haberse equivocado en la administración de las medicinas adecuadas; otros más, que condujo en persona el carro que transportaba el cadáver durante parte del trayecto. Había incluso quienes afirmaban que hizo demoler el templo del dios de la salud, Asclepio, como venganza por no haber querido salvar a su amigo. Otros, en fin, decían que ordenó hacer en su honor solemnes sacrificios como si se tratara de un héroe, y que envió una legación a consultar al dios Amón si debían rendírsele honores como si se tratara de una divinidad.

Seguramente se cometieron extravagancias y desafueros que dieron lugar a notorias exageraciones y a rumores malintencionados, tanto en un sentido como en el otro, ya que tales acciones permitían al mismo tiempo elogiar de forma desmedida el afecto del monarca por su amigo o censurar una conducta impropia de la dignidad real.

Fuera como fuese, lo cierto es que Alejandro tardó tiempo en recuperarse del golpe sufrido. Durante tres días permaneció apartado del resto de las tropas sin probar alimento y en un completo descuido de su apariencia personal, proclamó luto oficial por todos los dominios de su imperio y ordenó la construcción de una inmensa pira funeraria en Babilonia. La memoria de su amigo permanecería viva al quedar asociada al cargo que desempeñaba hasta entonces, el de quiliarco o visir del nuevo imperio, para el que Alejandro no nombró ningún sustituto inmediato. El cargo de hiparco o comandante supremo de la caballería, que también había desempeñado aquél, iría acompañado de su nombre y su estandarte sería el que Hefestión había diseñado.

Más allá de la amistad

Tal excesiva demostración de afecto ha sido considerada por muchos como la prueba definitiva del carácter íntimo de la relación entre ambos personajes. Una idea que vendría aseverada por el oportuno paralelismo establecido con las figuras clásicas de Aquiles y Patroclo, cuya asimilación habrían buscado conscientemente Alejandro y Hefestión al coronar las tumbas de los dos héroes en Troya después del desembarco en tierras de Asia.

Pero esta tradición de corte romántico no parece contemporánea de los acontecimientos. Probablemente empezó a adquirir mayor relevancia tras la temprana y seguida muerte de ambos, acaecida en muy corto espacio de tiempo: octubre de 324 y junio de 323 a.C. Una vez convertida en leyenda, la estrecha relación de los dos amigos habría sido transferida a las primeras etapas, presentándolos como amigos inseparables desde la infancia, compañeros de juegos y estudios junto a Aristóteles, compartiendo desde el principio todos los triunfos y sinsabores.

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La relación entre ambos parece haber sido el principal detonante de toda la brillante y espectacular carrera de Hefestión

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Pero más allá de leyendas y rumores, la relación entre ambos parece haber sido el principal detonante de toda la brillante y espectacular carrera de Hefestión, que culminó con el nombramiento sucesivo de hiparco y quiliarco, ya que en el terreno de las armas no parece que demostrara grandes méritos. De hecho, sus principales actividades aparecen relacionadas con la organización y la logística más que con las acciones militares, en las que siempre aparece asociado a otras figuras destacadas en este campo como Clito el Negro, Crátero o Pérdicas. Alejandro supo reconocer enseguida su particular talento para tareas de índole diplomática o administrativa, confiándole misiones delicadas como mantener las relaciones con los persas o transferir el poder en los reinos conquistados en la India. También llevó a cabo importantes labores logísticas como la fundación de ciudades, el establecimiento de puentes y el mantenimiento de las líneas de comunicación o la provisión de suministros.

Intrigas por el poder

Sin embargo, parece que la habilidad más destacada de Hefestión fue su capacidad de intriga para enajenar el favor de Alejandro de sus enemigos. Su conflictiva relación con todos los personajes del entorno del monarca como Calístenes, Eumenes o Crátero es especialmente reveladora de su carácter. El inicio de su fulgurante promoción parece estrechamente relacionado con la caída en desgracia de Filotas, el hijo de Parmenión, con motivo de una conjura contra Alejandro no delatada a tiempo que le costó la vida. Hefestión desempeñó un papel decisivo en la condena a muerte de Filotas, a quien Alejandro estaba decidido a perdonar a pesar de lo sucedido.

En la frenética carrera desatada entre los generales y amigos de Alejandro para conseguir los cargos principales Hefestión era sin duda el mejor situado. Su lealtad parecía incuestionable y compartía con Alejandro muchas cosas pero muy en especial su famosa política de orientalización, consistente en la adopción de costumbres persas, tan criticada por la mayoría de los macedonios. Sobrevivió así reforzado a las sucesivas crisis que significaron la muerte de Calístenes o de Clito el Negro por oponerse manifiestamente a tales tendencias. Compartió con Alejandro experiencias inolvidables como la terrible travesía del desierto de Gedrosia.

Siempre al lado de Alejandro, culminó su meteórica carrera en las célebres bodas de Susa, donde se casó con una de las hijas de Darío, hermana de Estatira, la segunda esposa de Alejandro, en el deseo de emparentar mutuamente a través de su descendencia. Este honor iba más allá de la simple relación de parentesco ya que significaba compartir, al menos de forma simbólica, la posición hegemónica en el nuevo imperio. Su posición como visir reflejaba en el plano político e institucional esta posición preeminente.

Sin embargo, la repentina muerte de Hefestión echó por tierra todos los planes trazados en este sentido. Sólo el dolor dejado por su pérdida y los rumores alimentados por la leyenda quedaron en la memoria colectiva como testimonios imborrables de una amistad tan singular y duradera.

 

La muerte del compañero
Casi tres siglos después de los hechos, el historiador Plutarco relataría de este modo la muerte del que fue el más entrañable amigo de Alejandro: «ocurrió en aquellos días que a Hefestión le dio calentura, y como a fuerza de joven y militar no quisiese sujetarse a la debida dieta, y además su médico Glauco se hubiese ido al teatro, se sentó a comer a la mesa, y habiéndose comido un pollo asado y bebiéndose un gran vaso de vino puesto a enfriar, se sintió mucho peor, y al cabo de poco tiempo murió«. Cuenta luego Plutarco que la pesadumbre de Alejandro (arriba) por la muerte de su camarada no conoció límites.

Foto: Dagli Orti

 

La pira de Hefestión, por Franz Jaffe (1900)
Lo cierto es que Alejandro tardó tiempo en recuperarse del golpe sufrido. Durante tres días permaneció apartado del resto de las tropas sin probar alimento y en un completo descuido de su apariencia personal, proclamó luto oficial por todos los dominios de su imperio y ordenó la construcción de una inmensa pira funeraria en Babilonia

Foto: AKG

 

Hefestión, escultura atribuída a Policleto, siglo V a.C.
La leyenda de Alejandro y Hefestión creció a la sombra de la de Aquiles y Patroclo, cuya asimilación habrían buscado conscientemente Alejandro y Hefestión al coronar las tumbas de los dos héroes en Troya después del desembarco en tierras de Asia.

Foto: Dagli Orti

 

Una escena inmortal
Tras la victoria de Alejandro sobre el rey persa Darío III en Issos, en 333 a.C., tuvo lugar uno de los más célebres malentendidos de la historia. Alejandro acudió en compañía de Hefestión a visitar a la familia del soberano persa, que había caído en su poder. Como los dos iban vestidos de la misma manera y Hefestión superaba en estatura y porte a Alejandro, la madre de Darío se confundió y se inclinó ante Hefestión. El embarazoso equívoco no tuvo mayores consecuencias: Alejandro, haciendo gala de una conmiseración y generosidad ilimitadas, zanjó la cuestión recordando a la confundida reina que aquél era también otro Alejandro. La escena, considerada un magnífico ejemplo de magnanimidad real, quedó inmortalizada en el óleo (conservado en el palacio de Versalles) que Charles Le Brun pintó para Luis XIV de Francia y que, en singular contienda artística con una extraordinaria pintura del Veronés del siglo XVI e igual tema (arriba), debía demostrar la superioridad artística de la corte del rey Sol.

Foto: Bridgeman

 

Hefestión en un mármol del siglo IV a.C.
La habilidad más destacada de Hefestión fue su capacidad de intriga para enajenar el favor de Alejandro de sus enemigos. Su conflictiva relación con todos los personajes del entorno del monarca como Calístenes, Eumenes o Crátero es especialmente reveladora de su carácter.

Foto: Dagli Orti

 

Hefestión señala a Alejandro ante él la familia de Darío, prisionera en Gaugamela. Óleo del siglo XVIII.
Hefestión fue amigo de la infancia de Alejandro e incluso formó parte del selecto grupo que asistió, junto con el rey, a las clases del filósofo Aristóteles. Por ello, su relación con Alejandro revistió una intimidad fuera de lo común (que bien pudo ser de índole sexual), hasta el punto de que Alejandro le consideraba en público su alter ego y, a veces, los súbditos persas confundían al uno con el otro. Hefestión adquirió una gran prominencia cuando fue nombrado comandante de caballería tras la ejecución de Filotas. Años después, Alejandro lo nombró gran visir en Asia, encargado de cuestiones más puramente técnicas (abastecimiento, comunicaciones). La muerte le sobrevino a Hefestión de forma súbita en Ecbatana en 324 a.C. y Alejandro le ofreció un magnífico funeral.

Foto: Print collector / Getty images

 

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28 agosto 2018 at 1:16 pm Deja un comentario

La antigua ciudad que yace bajo los trigales de Jerez

Investigadores de la Universidad de Cádiz descubren los secretos del yacimiento de Hasta Regia, de 2.700 años de antigüedad

La zona de Jerez de la Frontera donde se realiza en trabajo de investigación. JUAN CARLOS TORO

Fuente: JESÚS A. CAÑAS – Mesas de Asta  |  EL PAÍS
28 de agosto de 2018

Por la zona apenas viven ahora unos 600 vecinos, pero hace 2.700 años fue una ciudad de más de 25 hectáreas por la que pasaron tartesos, fenicios, turdetanos, romanos e islámicos. Los vestigios de aquel esplendor llevan siglos sepultados bajo un trigal en una barriada de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde la presencia de Lázaro Lagóstena, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Cádiz, y de su equipo genera entusiasmo este mes. Con un georradar capaz de sondear el subsuelo sin clavar una pica, escanean la antigua Hasta Regia para descubrir los detalles del yacimiento romano.

Bajo el sol del verano, la Unidad de Geodetección de la universidad gaditana ha pasado una semana sondeando unas 2,5 hectáreas de la finca, declarada Bien de Interés Cultural. A falta de interpretar la ingente cantidad de datos recogidos, los resultados son halagüeños. Los ocho investigadores identifican trazas del urbanismo romano de la ciudad, de las murallas que la cercaban y de una gran mansión de 600 metros de planta, cerca de una posible puerta de acceso al antiguo núcleo urbano. “El nivel de información conseguida es apabullante”, resume Lagóstena.

Gracias a la colaboración del propietario privado de las tierras, en el otoño de 2016 el trigal se sondeó por primera vez. Entre aquella campaña y la actual, el georradar ya ha barrido 7,5 hectáreas, aproximadamente el 33% del núcleo urbano de la ciudad. El yacimiento completo consta de unas 60 hectáreas. Para hacerse una idea, la conocida Baelo Claudia, en Tarifa, ocupa 13.

El georradar ha sido esencial en esta investigación. JUAN CARLOS TORO (EL PAÍS)

En esta ocasión, con pasadas del georradar de sur a norte, el trabajo peina una ladera entre dos cárcavas. En cada movimiento, la máquina es capaz de dibujar toda estructura a dos metros de profundidad.

Esa profundidad se corresponde con el periodo romano de la ciudad, pero Hasta Regia fue mucho más que eso. “Desconocemos cuándo comenzó el asentamiento en la zona, pero creemos que desde el Bronce Final (desde el 1250 a. C. hasta el 850 a. C.). La ciudad se mantuvo ocupada hasta el siglo X de nuestra era”, explica el profesor José Antonio Ruiz Gil, del área de Prehistoria de la Universidad. Se cree que fue un importante núcleo tarteso, fundadores de la población. Posteriormente fue “coetánea de la Gadir fenicia (la actual Cádiz). Era como un espejo de ella en importancia”, añade Ruiz. La estratégica localización fue clave para su poder. A los romanos no se les escapó ese potencial y durante la etapa republicana (hacia el 189 a. C) quedó bajo su control.

Suspendida en el remolque de un Land Rover, con cada pasada de la máquina aparece una nueva traza en el ordenador conectado al georradar. Las primeras imágenes apuntan a que la disposición urbanística era la clásica de un enclave romano. En los sondeos aparece una amplia calle orientada en sentido noreste-suroeste que se correspondería con el Cardus Maximus, rodeada de ínsulas o manzanas de edificios. El Cardo se cruzaría perpendicularmente con el Decumano. Y rodeando, la muralla.

Los investigadores prefieren ser cautos y esperar a analizar todo el material recogido, antes de hablar de hallazgos concretos. A simple vista, el escaneo ha mostrado “un edificio muy potente de 600 metros cuadrados junto a una posible puerta de la ciudad”, avanza el profesor, aunque prefiere no apuntar aún el uso que podría tener. La construcción ha aparecido en una de las elevaciones del terreno ya que los arqueólogos trabajan también con la hipótesis de que la ciudad se adaptó a la ladera de la colina aterrazando sus edificaciones y calles.

Todas las imágenes recogidas por el georradar se cruzarán posteriormente con las tomadas por un dron que capta la fotogrametría del territorio sondeado. Eso aporta la relación exacta entre la zona sondeada y la ubicación de lo encontrado bajo tierra. “Así es la investigación no invasiva, sin excavar y en poco tiempo podemos averiguar mucho de lo que está oculto”, explica el coordinador del equipo.

El alcalde pedáneo, José Antonio Fernández, ha visitado los trabajos en varias ocasiones y en el bar de la barriada no se habla de otra cosa. Aunque se antoje lejano, sueñan con un yacimiento visitable o, al menos, un centro de interpretación que informe al visitante y sirva como reclamo turístico. De momento, se conformarán con la charla que, en septiembre, el profesor universitario tiene previsto impartir en Mesas de Asta para explicar sus trabajos en la zona. Para entonces, el trigal hoy segado bajo el que Hasta Regia duerme el sueño de los justos, estará listo para una nueva cosecha.

EL SUEÑO DE UN YACIMIENTO

La llegada del equipo de Lázaro Lagóstena y su georradar ha supuesto un despertar para el yacimiento de Hasta Regia, condenado durante años al ostracismo y al olvido. Fue el investigador Manuel Esteve el que, a mediados del siglo XX, se empeñó en demostrar que lo que algunos textos hablaban sobre la posible ciudad de Hasta Regia era real. Después de seis campañas (entre 1941 y 1969) consiguió confirmar su existencia. Encontró restos urbanos como una cisterna, esculturas y otras piezas menores que hoy están expuestas en el Museo Arqueológico de Jerez. Sin embargo, la muerte de Esteve en 1976 paralizó el sueño de Hasta Regia. Desde entonces, el yacimiento de 60 hectáreas -declarado Bien de Interés Cultural en 2000- tan solo tuvo una excavación en los años 90 para documentar una necrópolis. Los actuales propietarios de las tierras donde está Hasta Regia, la familia Espinosa, se muestran dispuestos a negociar cualquier permuta, de hecho, han facilitado la entrada en dos ocasiones del equipo de Lagóstena. Sin embargo, hasta ahora ni la Junta de Andalucía ni el Ministerio de Cultura parecen haber mostrado interés por dar un paso al frente, más allá de autorizar -en el caso de la Delegación Provincial de Cultura- el empleo del georradar en diversos yacimientos de la provincia.

 

28 agosto 2018 at 9:31 am Deja un comentario


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