Archive for marzo, 2018
Dos de los autores más inteligentes del mundo antiguo, lectura perfecta para Semana Santa
Los textos de Flavio Josefo y Tácito se encuentran entre las raras referencias a la muerte de Cristo en fuentes no cristianas
Procesión de los Estudiantes, el domingo en Madrid. DANI CABALLO. EFE
Fuente: GUILLERMO ALTARES > Madrid | EL PAÍS
31 de marzo de 2018
El mundo cristiano recuerda en Semana Santa el acontecimiento más misterioso e importante de la historia occidental: la muerte de Jesús en la cruz en Jerusalén, un hecho que se encuentra en el corazón mismo de la doctrina del cristianismo. Podemos hablar de «hecho» porque la inmensa mayoría de los investigadores, creyentes o ateos, consideran que se trata de un suceso histórico y que, efectivamente, un hombre, considerado un profeta por sus seguidores y un agitador por sus detractores, fue ajusticiado por los romanos, que le aplicaron uno de sus castigos más crueles, la crucifixión. Las fuentes que lo documentan son, sin embargo, escasas y contradictorias y los rastros arqueológicos, inexistentes.
Los Evangelios no se ponen de acuerdo ni en la narración de las últimas jornadas de Jesús, ni siquiera en el día en que murió. Por ejemplo, el famoso momento en el que Poncio Pilatos se lava las manos solo aparece en Lucas. Las fuentes no cristianas son muy escasas, fundamentalmente tres: dos escritores judíos, Flavio Josefo y Filón de Alejandría, y uno romano, el historiador Tácito. Sobre Filón sabemos muy poco. En cambio sobre Tácito y Flavio Josefo tenemos bastantes datos y podemos considerarlos dos de los personajes más extraordinarios del mundo antiguo.
Tácito, escritor y político romano, vivió entre los años 55 y 120 y relató la historia de los primeros emperadores en sus Anales, considerados una obra maestra pese a que llegaron hasta nosotros de forma incompleta. Su declaración de intenciones a la hora de escribir la historia de la dinastía Julio-Claudia (a la que pertenecieron Nerón o Calígula) se mantiene como un principio para cualquier investigador (o periodista): narrar «sin ira y sin parcialidad» (sine ira et studio).
En el libro 15, fragmento 44, escribe uno de los pasajes más famosos —tal vez el más famoso— de toda la literatura latina porque confirma a la vez la existencia de Jesús y las primeras persecuciones contra los cristianos en Roma, bajo Nerón. Richard Holland define este texto en Nero. The man behind the myth como «el documento secular de la antigüedad examinado con una mayor profundidad». Así es el fragmento (en traducción de Crescente López de Juan para Alianza Editorial): «Nerón buscó rápidamente un culpable e infligió las más exquisitas torturas sobre un grupo odiado por sus abominaciones, que el populacho llama cristianos. Cristo, de quien toman el nombre, sufrió la pena capital durante el principado de Tiberio de la mano de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilatos, y esta dañina superstición resurgió no sólo en Judea, fuente primigenia del mal, sino también en Roma, donde todos los vicios y los males del mundo hallan su centro y se hacen populares».
«Tácito es uno de los mejores historiadores de todos los tiempos y es el gran analista de la autocracia», aseguraba en una entrevista reciente el historiador británico Tom Holland, autor de libros como Rubicón o Dinastía. Auge y caída de la casa de César. «Entiende aquello que hace que una autocracia funcione, entiende el efecto corruptor que el poder tiene sobre quien lo ejerce. Por eso en cualquier periodo en el que la sombra de una autocracia cae sobre un país, siempre se ha leído a Tácito y siempre ha sido valorado. Creo que, sobre todo gracias a Tácito, ese periodo, el final de la República romana, sigue viviendo en el imaginario occidental y es el ejemplo primario de una tiranía». La gran historiadora Mary Beard, autora de SPQR entre otras obras, señaló también sobre este historiador en otra entrevista: «Nunca ha habido un mejor analista de la corrupción del poder».
El otro testimonio crucial proviene de la obra de Flavio Josefo, historiador y político del siglo I de nuestra era, que encabezó una rebelión contra los romanos, aunque luego acabó trabajando para ellos. Su libro La guerra de los judíos es considerado también una de las grandes obras de la antigüedad y su vida ha sido minuciosamente estudiada como un ejemplo de astucia e inteligencia. Presenció la destrucción de Jerusalén bajo las tropas del emperador Tito.
De todas las historias que cuenta y se cuentan sobre él, la más famosa es el llamado «problema de Flavio Josefo» cuando logró sobrevivir a un suicidio colectivo durante la destrucción de Jotapata por los romanos. Cuarenta supervivientes huyeron y, escondidos en una cueva, decidieron suicidarse. Flavio Josefo, que se encontraba entre ellos, les convenció de que el suicidio era una mala solución, porque si alguien se arrepentía se salvaría. Ideó un sorteo en el que el número uno mataría al número dos y así sucesivamente. A él le tocó el último número y los matemáticos todavía se devanan los sesos para entender cómo logró esa posición y, por lo tanto, sobrevivir.
Su referencia a Jesuscrito aparece en el capítulo XVIII de su libro Antigüedades judías y es conocido como el Testimonium Flavianum, aunque su autenticidad ha sido puesta en duda por numerosos historiadores, que consideran que se trata de fragmentos añadidos posteriormente por uno o varios monjes medievales. Escrito hacia el año 93 de nuestra era, el texto reza: «En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio [si es lícito llamarlo hombre, porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad]. Y atrajo a muchos judíos [y a muchos de origen griego. Era el Cristo]. Y cuando Pilatos, a causa de una acusación hecha por los hombres principales entre nosotros, lo condenó a la cruz, los que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo. Porque se les apareció al tercer día resucitado; [los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él]. Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido». Los corchetes son los fragmentos sobre los que existen más dudas.
Su biógrafa Mireille Hadas-Lebel explica en Flavio Josefo (Barcelona, Herder, 2009) que la polémica empezó en el siglo XVI y que las dudas tienen son razonables. «El argumento crítico es de sentido común: si Josefo había escrito estas líneas, es porque era cristiano, una fe que no profesaba». Hadas-Lebel explica que el filósofo ilustrado Voltaire fue uno de los grandes defensores de que se trataba de un fraude y señala que, desde el siglo XIX, los eruditos que examinan el texto desde un punto de vista teológico se dividen en dos: aquellos que consideran que todo el fragmento es un fraude y los que creen que solo lo son algunos añadidos, que el resto es auténtico. El problema está en si se puede separar la teología de la historia, si se puede escribir sin ira y sin parcialidad sobre ese momento crucial para creyentes y ateos.
Ganadores de la IX Olimpiada de Clásicas de Valencia
El pasado sábado 24 de marzo tuvo lugar en la Facultat de Filologia, Traducció i Comunicació de la Universitat de València la prueba de la IX Olimpiada de Clásicas. El certamen está organizado por el Departamento de Filologia Clàssica de la Facultat de Filologia, Traducció i Comunicació y la Delegació d’Incorporació a la Universitat y tiene como objetivo estimular el estudio de las lenguas clásicas y su cultura entre los jóvenes, premiar el esfuerzo y la excelencia académica y servir de punto de encuentro entre la enseñanza secundaria y la Universidad.
En esta edición se han inscrito un total de 146 estudiantes de latín y griego de segundo de bachillerato pertenecientes a 41 centros públicos y concertados de la Comunidad Valenciana.
Los ganadores de la IX Olimpiada de Clásicas han sido los siguientes:
La Universitat de València concederá a los/-as estudiantes ganadores/-as de la Olimpiada un premio de 1.000 €.
La fecha y hora del Acto de entrega de premios se indicará próximamente en la web de la Olimpiada.
Desde aquí nuestra felicitación a los alumnos premiados y a sus profesores.
Los errores históricos en las películas de Semana Santa
Por qué el protagonista de ‘Gladiator’ no debería llamarse Máximo Meridio y otros fallos presentes incluso en las mejores películas de romanos
Fuente: GUILLERMO ALTARES > Madrid | EL PAÍS
28 de marzo de 2018
La Semana Santa trae en España recuerdos de escabeches, torrijas, monas de pascua, hornazos, potajes… y, sobre todo, de películas de romanos en televisión. Con los años las costumbres se han ido relajando y, poco a poco, las cadenas han pasado de los títulos bíblicos puros, como Ben Hur, La túnica sagrada o Barrabás, a filmes de romanos en general, como Gladiator (que emite mañana jueves La 1 a las 22.00), lo que plantea algunos problemas. En la cinta de Ridley Scott, el emperador Marco Aurelio aparece como un hombre sabio y justo, olvidando que fue el responsable en el siglo II de terribles persecuciones de cristianos (las masacres de Lyon se cuentan entre las más violentas de la antigüedad).
El cine de romanos es tan viejo como el séptimo arte. De hecho, el pionero y visionario George Méliès rodó una versión de Cleopatra en 1899. Desde entonces no han parado de estrenarse filmes sobre el mundo antiguo, aunque su época dorada tuvo lugar en los años cincuenta y sesenta, en la era del cinemascope, como explica el investigador Jon Solomon en su libro Peplum. El mundo antiguo en el cine (Alianza Editorial, traducción de María Luisa Rodríguez Tapia): «¿Por qué tiene el mundo antiguo tanto atractivo para el cine? Existen varias razones. Princesas seductoras como Cleopatra o Salomé, poderosos personajes históricos como Julio César o los faraones, revolucionarios bíblicos como Jesuscristo y Moisés y complejos semidioses y semimortales mitológicos como Hércules o Helena de Troya son figuras cuyos nombres resultan familiares y cuyas imágenes impresionan a casi todo el mundo».
¿Veracidad o calidad?
Sin embargo, Solomon, profesor de la Universidad de Ilinois, arranca su libro con una cita de Cicerón que afecta al corazón mismo de las películas sobre la antigüedad: «Sin duda, está permitido que los oradores mientan sobre aspectos históricos para poder hablar con más sutileza». En otras palabras, ¿qué es más importante, la calidad de una película o su veracidad?, ¿son siempre compatibles las dos cosas?
El primer problema reside en que la fidelidad histórica tiene un límite porque nuestros conocimientos sobre el pasado son siempre fragmentarios: no lo sabemos todo y nunca llegaremos a saberlo (Pompeya es la ciudad más excavada de la antigüedad pero no sabemos dónde estaba el puerto por ejemplo). Aunque dispongamos de muchísimos datos literarios y arqueológicos, como en el caso de la Roma antigua, los huecos siguen siendo grandes. El historiador segoviano Néstor F. Marqués, que acaba de publicar Un año en la antigua Roma (Espasa), un interesante y entretenido ensayo lleno de detalles sobre la vida cotidiana romana, explica que, por ejemplo, no tenemos muy claro cómo se pedía la vida o la muerte para un gladiador, pero el gesto del pulgar arriba o abajo es una invención del pintor decimonónico francés Jean-Léon Gérôme. Su cuadro, Pollice Verso, de 1872, inspiró tanto Ben Hur como Gladiator pero desde una interpretación muy libre de lo que ocurría en un anfiteatro.
Máximo Décimo Meridio, un nombre falso
«Gladiator (2000) es una película muy buena, aunque se salta la historia una y otra vez. Por ejemplo, Marco Aurelio no fue asesinado por su hijo Cómodo, sino que murió de peste», explica Marqués, que señala un error que arruinaría la escena más famosa del filme, cuando el general-gladiador le espeta desafiante al emperador: «Mi nombre es Máximo Décimo Meridio, comandante de los Ejércitos del Norte, General de las Legiones Félix, leal sirviente del único emperador Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, esposo de una esposa asesinada, y juro que me vengaré en esta vida o en la otra». En realidad, como señala Marqués, ningún romano se podría llamar Máximo Décimo Meridio porque se respetaban siempre unas normas muy estrictas para los nombres. Existían tres nombres, praenomen, nomen y cognomen, y el primero nunca hubiese podido ser Máximo ya que sólo podían elegir entre 18. Curiosamente, uno de ellos era Décimo.
Se trata de errores que se podrían arreglar sólo con tener Google a mano, pero, claro, Máximo Décimo Meridio suena muy bien. Entre los que más irritan a Marqués, que mantiene una cuenta de Twitter llamada Antigua Roma al día, está llamar emperador a Julio César, título que nunca ostentó, y la aparición de estribos en los caballos, algo inexistente en Roma.
Muchos expertos eligen Roma (2005), la serie de la HBO creada por John Milius, William J. MacDonald, y Bruno Heller, como el trabajo cinematográfico que mejor describe cómo pudo ser aquel momento de la antigüedad, sobre todo el ambiente y las calles de lo que entonces era la ciudad más poblada del mundo.
El maestro Fellini
Para otros, sin embargo, una película que no se suele poner en Semana Santa es la obra maestra del cine de romanos: se trata de Satiricón (1969), de Federico Fellini, una adaptación de la novela de Petronio, del siglo I. Jon Solomon explica que el maestro italiano estudió el clásico de Jerôme Carcopino La vida cotidiana de Roma en el apogeo del Imperio (desgraciadamente descatalogado en castellano), así como los frescos de Pompeya y Herculano, además de la obra del propio Petronio (de la que solo se conservan 3 de un total de 20 capítulos), aunque precisa que siempre introduce «comentarios o modificaciones personales». El resultado es hipnótico, porque logra trasladar a los espectadores a otro mundo remoto.
La escena que mejor refleja la dificultad para rodar cine histórico aparece también en Fellini, en otra película, Roma, cuando los trabajadores del metro encuentran una villa romana llena de frescos. Cuando abren un hueco para acceder a ella, las pinturas desaparecen en cuestión de minutos ante su mirada. El pasado siempre se desvanece así cuando tratamos de acercarnos a él. La única manera de fijarlo es hacer trampas: siempre serán necesarias para construir una buena película.
Emilio Lledó: «Sin las humanidades, nada es posible»
Este ilustre profesor que ha enseñado Filosofía durante décadas publica ahora ‘Sobre la educación’, y del libro y de lo que ahora nos acontece (Universidad, posverdad, nacionalismo, Humanidades) habla aquí
El profesor Emilio Lledó / JOSÉ AYMÁ
Fuente: ANTONIO LUCAS > Madrid | EL MUNDO
28 de marzo de 2018
Antes de nada, Emilio Lledó (Sevilla, 1925) es el profesor que no ha perdido la vocación de las aulas, que no ha desfibrado su entusiasmo por enseñar. En Valladolid, en Heildelberg (Alemania), en La Laguna, en Barcelona, en Madrid. En institutos y universidades. Lledó es de esos hombres honestos y satisfechos que han desplegado Filosofía en miles de alumnos, generando gratitudes y una irremediable vocación de pensar. El lenguaje es otra de sus jurisdicciones razonadas. Y todo se concreta en un humanismo claro, desenvuelto, provisto de la lucidez de saber mirar al otro.
Lledó no juega a impostar modales de posmodernidad, sabe que la lucidez de su pensamiento tiene mucho de plena vigencia. Como aprende en Platón, Aristóteles, Kant y Nietzsche. La verdad es lo sencillo. Este hombre habla acumulando sentido en lo que dice. El último de sus libros de ensayos y artículos es Sobre la educación (Taurus), donde insiste en algunos de los temas principales de su ideario: la necesidad de la literatura y la vigencia del pensamiento. Por dentro de estos textos asoman igual Juan de Mairena y Clineas, Schiller y Ortega.
P. La cultura, el saber, es una de las últimas coartadas sociales para la multitud. De ahí el desafío de este conjunto de ensayos. De ahí la palabra de Lledó.
R. Pero este libro no nace con afán de desafío. Es sólo el resultado de mi experiencia como profesor, que suma más de 50 años. La escritura de estos textos ha sido una tarea espontánea a lo largo del tiempo. Me alegra dejar testimonio de una vida, aunque parezca un desafío cuando tendría que ser una normalidad.
P. La tecnología va tomando cada vez más espacios de realidad, algo que de algún modo colisiona con los propósitos del Humanismo que usted reivindica, fomenta y defiende. ¿Los pone en peligro?
R. Ya lo están. Y no es fácil especular hasta dónde aguantará la filosofía y la literatura, tan necesarias sin embargo, en los planes de estudio y en la sociedad. Yo no me encuentro muy cómodo en este presente. Es nuestro mundo, lo sé, aunque también sospecho que estamos cometiendo entre todos un grave error.
P. ¿Cuál?
R. Creer que las Humanidades son algo secundario de la vida humana. Es cierto que el aspecto utilitario en las Humanidades no parece inmediato como el de la tecnología, pero sin ellas no es posible nada. Nos aportan conocimiento y capacidad de reflexión crítica. La importancia y necesidad de los grandes conceptos (Justicia, Bien, Verdad) es algo que aprendemos de leer filosofía, de leer literatura.
P. Y en el auge de la confusión irrumpe el concepto de «posverdad».
R. Ese término me inquieta mucho. No sé qué significa exactamente: quizá sea el suplemento de pasión que ponemos en lo que creemos verdad y luego no lo es. La posverdad desfigura aquello que intentamos interpretar. Es un grave error de la política educativa el que se pueda tener en cuenta la posibilidad, aunque sea de un modo solapado, de abandonar lo que se llama Humanidades. En ellas reside la esencia misma de los seres humanos: la literatura, el lenguaje, el sentido exacto de las palabras para poder detectar quién nos manipula y para qué nos manipulan.
P. Y a la vez se estrecha la idea de libertad individual.
R. Naturalmente, la libertad es la libertad de poder cambiar, de poder pensar, de poder mejorar. Y para mejorar hay que ser libre. Si estás atado a unos conceptos que no tienen futuro en tu mente no eres libre, estás esclavizado. La libertad es fluencia y, a la vez, una manera de aprender cómo hay que vivir. Cómo es la vida colectiva, no sólo la individual. Por eso me sorprende tanto el resurgir del nacionalismo.
P. Que va a más.
R. El nacionalismo es un error, más cuando lo que necesitamos urgentemente es globalizar algunos sentimientos humanos.
P. Y razonarlos, ¿no hay un cierto miedo a razonar?
R. Lo hay. Y es muy desalentador. Hemos aceptado el que sean otros los que nos resuelvan el pensamiento, los que razonen por nosotros. En este sentido, la tecnología también tiene una gran responsabilidad.
P. Y la política también, que se ha ido vaciando de referentes vitales.
R. Eso es tremendo. Tiene que ver con la pérdida generalizada de sentido crítico. La cantidad de medios de comunicación que tenemos facilita resbalar si no se tiene una mínima base de comprensión. De ahí que sea tan importante que los chicos y chicas se acostumbren a leer desde temprano, que se familiaricen con la riqueza del lenguaje y con la posibilidad de impregnar de libertad las palabras.
P. Defiende también el lenguaje como uno de los rasgos constitutivos de la identidad de los individuos.
R. Lo creo plenamente. Lo más difícil, ya lo decía la tradición griega, es conocerse a uno mismo. Y a esa posibilidad sólo se accede desde el lenguaje. Con un lenguaje lleno de humanidad, de sentimientos, de ideas. No vale sólo patinar por el lenguaje que se nos entrega, sino que hay que profundizar en él.
P. Las últimas noticias sobre una de las universidades públicas de la Comunidad de Madrid no son muy alentadoras sobre esto que habla, parece que la inmundicia de cierta forma de entender la política se ha instalado en ella.
R. La Universidad es una apertura, nada tiene que ver con esa inmundicia a la que algunos y algunas la someten. La Universidad ha sido mi vida, así que sé bien de lo que hablo. Al releer estos textos veo que reúnen algunas de mis preocupaciones esenciales, que vienen directamente de la experiencia.
P. De ahí esa defensa sin fisuras del educador.
R. Claro. Frente a esos políticos que piden un ordenador por cada alumno, yo reivindico más profesores para más alumnos. Los ordenadores, sin alguien que los llene de sentido, te atropellan.
La auténtica historia de Espartaco: el temido gladiador que humilló a las legiones de Roma
Lejos de lo representado en la película de Kubrick, el esclavo tracio no fue crucificado como la mayoría de su ejército, sino que murió en una batalla con el severo Craso
Estatua de Espartaco en el Museo del Louvre
Fuente: CÉSAR CERVERA | ABC
27 de marzo de 2018
«Yo soy Espartaco». «No, yo soy Espartaco». «Mi mujer y yo también somos Espartaco…». La Semana Santa no sería la misma sin películas con temática bíblica o, al menos, con romanos poblando la televisión estos días. «Espartaco» (1960), la virulenta producción que desquició por igual a Stanley Kubrick y a Kirk Douglas, es una esas cintas imprescindibles en estas fechas. Importa poco que la fidelidad histórica brille por su ausencia y que, en definitiva, sea incapaz de responder a la pregunta de ¿quién era Espartaco?
Porque poco se sabe realmente de los orígenes de Espartaco más allá del mito. Según los autores clásicos fue un antiguo soldado nacido en Tracia, en la actual Bulgaria, que sirvió como auxiliar a los ejércitos de Roma, razón por la cual conocía bien las tácticas militares de la gran potencia de su tiempo. La leyenda asegura que tras ser apresado por desertor trabajó de forma forzosa en unas canteras de yeso y, gracias a sus habilidades bélicas, fue comprado por un mercader para la escuela de gladiadores de Capua de Léntulo Batiato.
La revuelta de esclavos más célebre
Si bien también había muchos hombres libres en busca de fortuna, las filas de las escuelas de gladiadores se nutrían, sobre todo, con prisioneros de guerra, condenado ad gladium, a trabajos forzados y esclavos destinados a las escuelas por sus amos para que los adiestraran y luego poder usarlos de guardia de corp en sus familias. El adiestramiento diario en la escuela era en muchos casos extremo, pues se requería un gran aguante para soportar una sucesión maratoniana de combates sobre la arena. A cambio, los gladiadores vivían entre grandes comodidades para preservar su salud y podían optar a comprar su libertad en pocos años.
Los gladiadores eran una clase privilegiada entre los agraviados esclavos, una masa que llegó a suponer más del 20% de la población de toda Roma y estaba expuesta a toda suerte de humillaciones y agresiones por parte de sus dueños. Para empezar porque los gadiadores, a diferencia de un esclavo doméstico, tenían acceso a armas a diario. En el verano del año 73 a.C, un grupo de ochenta gladiadores, encabezados por Espartaco, escapó de la escuela de gladiadores en Capua y se refugió a las faldas del Vesubio, desde donde levantó a miles de esclavos en favor de su causa.
Entre ellos había tracios, celtas, germanos y esclavos de todos los rincones de la República. Apenas tenían armas, pero su fe estaba puesta en la minoría selecta que representaban los gladiadores, con Espartaco y dos celtas, Criso y Enómao, formando un precario grupo de mando.
Espartaco se reveló pronto como un astuto militar que transformó la maraña de hombres y mujeres de distintas tribus en un ejército unido capaz de destrozar a dos ejércitos consulares y, con el tiempo, cualificado incluso para crear talleres propios para equipar a sus fuerzas. No en vano, las mejores tropas de la República romana no se encontraban en la Península Itálica. Los pretores Glodio Glabro y Varinio se vieron sorprendidos al frente de tropas bisoñas, en las laderas del volcánico Vesubio, por un ejército que se alimentaba, no de los esclavos de las grandes ciudades, sino de fugitivos, campesinos, desertores y toda clase de personajes rurales.
Dada la gravedad de la situación, los cónsules en ese momento, Lucio Gelio y Cneo Léntulo, se hicieron cargo en persona de las operaciones. Lucio Gelio se dirigió al sur y derrotó al celta Criso y a sus 20.000 seguidores junto al monte Gargano, en Apulia. Con Clodiano combatiendo a Espartaco en el norte, Gelio reanudó la marcha para apoyar a su compañero de consulado y poner así fin a la revuelta. No obstante, Clodiano cayó derrotado y Espartaco atacó a Gelio. Ni siquiera cuando los dos cónsules unieron sus fuerzas pudieron derrotar al tracio.
Medidas radicales ante la crisis
Alarmado por una de las mayores crisis en su historia, el Senado de Roma encargó a Marco Licinio Craso, uno de los hombres más influyentes y adinerados de la ciudad, que hiciera él frente a la amenaza con su talento militar y, sobre todo, su dinero. Ejerciendo como pretor, Craso comenzó las operaciones desempolvando el arcaico castigo del decimatio a las legiones que habían huido cuando se hallaban al mando de sus predecesores. Este brutal castigo consistía en la elección por sorteo de 1 de cada 10 hombres para ser asesinados a golpes y palos por sus propios compañeros.
Además, cambió la ración de trigo por cebada al 90% de las tropas restantes y las obligó a levantar sus tiendas fuera de los muros de los campamentos del ejército. Estas medidas, que hacían más daño que beneficio a la moral de la tropa, respondían a la gravedad de que un grupo de esclavos se hubiera sublevado en el corazón de la península itálica.
Espartaco y su ejército entraron en contacto con los piratas de Cilicia, quienes prometieron darle una flota para transportar las tropas rebeldes a Sicilia
Al frente de ocho legiones, el pretor sufrió algunos reveses iniciales ante imbatido Espartaco, pero no tardó en ganar terreno a los esclavos y en sacar partido a sus luchas intestinas. Craso derrotó a otro grupo que se había escindido entonces del principal ejército y levantó una inmensa línea de fortificaciones, de unos 65 kilómetros, con el objetivo de encerrar a los esclavos en la punta más extrema de Italia.
Como Adrian Goldsworthy relata en su libro «Grandes generales del Ejército romano» (Ariel, 2005), Espartaco y su ejército, viéndose acorralado, entraron en contacto en el mar Tirreno con los piratas de Cilicia, quienes prometieron darle una flota para transportar las tropas rebeldes a Sicilia con el fin de hacer de la isla un bastión rebelde inexpugnable. Sin embargo, los romanos se percataron de la intención de Espartaco, por lo que sobornaron a los piratas para que traicionaran al esclavo tracio.
El castigo a los esclavos sirvió de mensaje para futuros rebeldes.
En una ocurrencia desesperada, el caudillo rebelde recurrió a una táctica utilizada contra los romanos por el cartaginés Aníbal, otro de los emblemáticos villanos de la historia de Roma. Durante una noche tormentosa, reunió a todas las cabezas de ganado que pudo, colocó antorchas en sus cuernos y las arrojó hacia la zona más vulnerable de las fortificaciones. Los romanos se concentraron en el punto a donde se dirigían las antorchas, pero pronto descubrieron, para su sorpresa, que no eran hombres, sino reses. Los rebeldes aprovecharon la distracción para cruzar la valla por otro sector sin ser molestados.
Un castigo salvaje
Pese a su astuta maniobra, Espartaco se vio obligado a enfrentarse finalmente a las legiones de Craso en terreno abierto. En el comienzo de la acción, en el año 71 a.C, el antiguo gladiador cortó el cuello a su propio caballo, supuestamente capturado a uno de los comandantes romanos antes derrotados, para demostrar que no estaba dispuesto a huir y pelearía con sus hombres hasta el final. Y así fue. Plutarco afirma que el guerrero tracio fue reducido por una decena de hombres cuando trataba de alcanzar la posición de Craso, después de dar muerte a dos centuriones que le salieron a su paso. La mayoría de los rebeldes pereció en la batalla y de los que se rindieron, 6.000 prisioneros adultos, todos fueron crucificados a intervalos a lo largo de la Vía Apia, desde Roma hasta Capua, como advertencia a otros esclavos dispuestos a atacar a sus amos.
Plutarco afirma que el guerrero tracio fue reducido por una decena de hombres cuando trataba de alcanzar la posición de Craso
Craso solo pudo celebrar una ovación por su papel en la rebelión y no el deseado triunfo (una entrada solemne en Roma) que tanto deseaba. El Senado le negó este reconocimiento para evitar que Espartaco se convirtiera en un mártir; en tanto, Cneo Pompeyo, que había participado también en la fase final de la campaña, incluyó la victoria en las celebraciones de su segundo triunfo, concedido sobre todo por sus méritos en Hispania. De esta forma, Pompeyo se adueñó injustamente de la mayor parte de la gloria de la victoria de Craso en la rebelión, al derrotar a un par de miles de esclavos cuando ya encontraban huyendo. «Craso había derrotado a los esclavos fugados en una batalla, pero él, Pompeyo, había destrozado las raíces de la guerra», alardeó con más propaganda que verdad el verdugo favorito del dictador Sila. La herida abierta entre ambos protagonizó el escenario político de los siguientes años.
Importante excavación en Pompeya 270 años después de su descubrimiento
Los arqueólogos están realizando unas nuevas excavaciones en la Región V que son las más importantes en una zona no investigada de la ciudad antigua desde la posguerra
Hallazgos arqueológicos. Numerosas piezas halladas en la tierra resultante de las excavaciones del siglo XIX y comienzos del XX. Foto: Parco Archeologico di Pompei
Fuente: Alec Forssmann | NATIONAL GEOGRAPHIC
26 de marzo de 2018
En el año 79 d.C. una violenta erupción del Vesubio puso fin a la vida en Pompeya. La ciudad romana quedó enterrada y el 23 de marzo de 1748, varios siglos después, se realizaron unos hallazgos que despertaron el interés de los Borbones y que impulsaron los primeros trabajos arqueológicos en la zona. Hoy, 270 años después del descubrimiento de Pompeya, se están realizando unas nuevas excavaciones en la Región V que son las más importantes en una zona no investigada de la ciudad antigua desde la posguerra, según explicó el Parque Arqueológico de Pompeya el pasado jueves. La primera fase de los trabajos arqueológicos consiste en la retirada de toda la tierra procedente de las excavaciones de finales del siglo XIX y del XX, que fue depositada en una zona situada entre la Casa de las Bodas de Plata y la Casa de Marco Lucrecio Frontón.
Adyacente a la Casa del Ático ha aparecido una zona abierta, probablemente un antiguo jardín y en el ángulo suroriental de este espacio han salido a la luz unas ánforas cuya tipología y contenido están en fase de estudio. A poca distancia está apareciendo el callejón que flanqueaba la Casa de las Bodas de Plata: asciende ligeramente, conserva el bordillo de la acera y las entradas de los edificios. En el callejón de la Casa de las Bodas de Plata han sido excavadas algunas estructuras arqueológicas, entre ellas la entrada de una domus con frescos en las paredes formados por cuadrados con el fondo rojo y, en el centro, una pareja de delfines. Por otro lado, los arqueólogos han recuperado numerosas piezas en la tierra resultante de las excavaciones del siglo XIX y comienzos del XX, que probablemente fueron descartadas porque entonces no eran interesantes o porque estaban fragmentadas: antefijas, decoraciones en terracota, fragmentos de frescos o de estuco, fragmentos de ánforas y ladrillos cocidos, entre otras cosas.
Cabeza de león. Adorno con forma de cabeza de león que se colocaba en las cornisas de los edificios para evitar que el agua de la lluvia se deslizara por el muro. Foto: Parco Archeologico di Pompei
Vasija. Vasija perfectamente conservada. Foto: Parco Archeologico di Pompei
Hallazgos arqueológicos. Una moneda, un clavo, trozos de vidrio y otros hallazgos arqueológicos. Foto: Parco Archeologico di Pompei
Pinturas murales. Restos de pinturas murales. Foto: Parco Archeologico di Pompei
Restos de una ‘domus’. Restos de una domus con frescos en las paredes formados por cuadrados con el fondo rojo. Foto: Parco Archeologico di Pompei
Nuevas excavaciones. Nuevas excavaciones en la Región V de Pompeya. Foto: Parco Archeologico di Pompei
Innovación española para conservar los frescos de Pompeya
Investigadores españoles han patentado un biocida natural que impide la aparición de microorganismos y plantas que dañan los murales del yacimiento arqueológico de Pompeya, y que ayudará a la conservación de la antigua ciudad romana.
Ruinas de la ciudad de Pompeya, desaparecida bajo el Vesubio en el año 79 d.C. EFE / Francisco Moreno
Fuente: EFE Futuro
26 de marzo de 2018
El grupo de investigación IBeA, Ikerkuntza eta Berrikuntza Analitikoa (Investigación e Innovación Analítica), de la UPV/EHU, que colabora en la conservación del patrimonio artístico de Pompeya, ha analizado con equipos portátiles de última generación los materiales utilizados en la construcción de las casas pompeyanas, así como los pigmentos utilizados en sus murales.
El trabajo se ha traducido en soluciones prácticas como este biocida recientemente patentado o la búsqueda de un mortero de restauración resistente al degradado biológico, según ha informado la UPV/EHU.
Una investigadora finlandesa coincidió con los investigadores vascos en un congreso y se interesó por las técnicas de análisis portátiles no invasivas de las que disponían.
Le parecieron adecuadas para investigar el yacimiento de Pompeya, donde desarrollaba su labor, y comenzaron a colaborar, lo que se tradujo en una primera visita a la ciudad sepultada por una erupción volcánica del Vesubio en el año 79 DC.
Desde entonces el grupo IBeA acude cada año a realizar estudios de campo al mundialmente conocido yacimiento arqueológico, que completan en el laboratorio.
Frescos de la Villa de los misterios, en el yacimiento arqueológico de Pompeya. EFE / Cesare Abbate
Esta investigación continuará, al menos, tres años más gracias al nuevo convenio suscrito entre la Universidad de País Vasco y el Parque Arqueológico de Pompeya.
En estos diez años, los investigadores de la UPV/EHU han propuesto soluciones al deterioro del yacimiento y han analizado los pigmentos de los frescos para sacar a la luz su aspecto original.
“Hemos utilizado un espectrómetro portátil basado en fluorescencia de rayos X para identificar los murales de Pompeya pintados en un ocre rojo original (hematita) frente a los que actualmente se observan como rojos pero que fueron pintados en amarillo (ocre amarillo)”, ha señalado Maite Maguregui, una de las investigadoras.
Este pigmento amarillo se transformó en rojo debido al impacto del material volcánico a altas temperaturas proveniente de la erupción que destruyó Pompeya.
Causas del deterioro
En el ámbito de la conservación, han conseguido determinar varias causas del deterioro de los morteros romanos de las paredes de las casas pompeyanas, y el trabajo para los próximos años será proponer soluciones.
Así, van a probar un biocida patentado por el grupo de investigación y creado con aceites esenciales de plantas presentes en el propio yacimiento.
Si funciona como esperan, su aplicación mejoraría y abarataría notablemente las labores de conservación del complejo, al evitar que vegetales y microorganimos colonicen los muros.
Otro de sus objetivos es desarrollar un mortero de restauración basado en la formulación original romana compatible con el original.
El grupo IBeA está integrado por nueve personas, en su mayoría personal docente e investigador de química.
Descubiertos los tesoros de una villa romana en el norte de Grecia
La «Mansión de Alejandro», construida a finales del siglo II d.C., cuenta con magníficos suelos de mosaicos en once de sus salas
Fragmento de mosaico representando una nereida sobre un hipocampo en la Sala de las Nereidas – ABC
Fuente: Begoña Castiella | ABC
26 de marzo de 2018
Desde hace años se conocía que el asentamiento de la época romana en Amindeo (Florina), al norte de Grecia, había sido muy importante. Pero ha sido ahora cuando los arqueólogos del Ministerio de Cultura griega y en concreto el Departamento Arqueológico de Florina ha dado a conocer sus últimos descubrimientos: la riqueza de la «Mansión de Alejandro», como se conoce esta villa privada de gran tamaño. Tiene nada menos que cinco mil metros cuadrados y forma parte del perímetro de una ciudad de la época romana muy próspera, debido a su cercanía con la Vía Egnatia, la gran carretera romana de seis metros de ancho que unía partes de lo que ahora son Albania, Grecia, República de Macedonia y Turquía. Y ha sido el arqueólogo Paníkos Jrisostómos, el director de este Departamento Arqueológico, el que ha revelado la riqueza y calidad de estos descubrimientos. en la XXXI reunión científica sobre el trabajo arqueológico efectuado en Macedonia y Tracia que ha tenido lugar recientemente en la Universidad de Tesalónica.
Fragmento de mosaico representando el Verano – ABC
En esta mansión, construida a finales del siglo II d.C. se encontraron cuartos grandes y pequeños, patios interiores y baños. Según Jrisostomu, «el imponente tamaño de esta mansión, así como la elección de la decoración de mosaicos y esculturas, muestran que sus propietarios eran posiblemente griegos romanizados con buena posición en la sociedad local y posiblemente en la propia administración romana». Los cuartos más lujosos estaban decorados con mármol de distintos colores, estatuas y magníficos suelos de mosaicos en once salas, cubriendo una superficie total de 360 metros.
La sala denominada Europa muestra representaciones mitológicas como el Rapto de Europa, el dios Apolo, Pan con una ninfa y otras composiciones. Se puede leer en una inscripción que los propietarios de la mansión eran Alejandro y Mémnia, de ahí que se conozca a esta propiedad como la «Mansión de Alejandro».
Fragmento de mosaico representando a una perdiz – ABC
La sala denominada del Bestiario tiene en su centro un mosaico con un animal masculino con un cuchillo luchando contra un león, escena rodeada con un borde geométrico. Pero la sala más grande y mejor decorada es la de las Nereidas, de 90 metros cuadrados de superficie. Entre las escenas representadas están las Nereidas (ninfas del Mar, hijas de Nereo, el dios de las olas del mar) sobre hipocampos, Eros (dios del amor) sobre delfines, escenas de pesca, representaciones de pájaros y peces así como de las cuatro estaciones.
También se han encontrado inscripciones describiendo a los propietarios posteriores y a los artistas que crearon los mosaicos en algunas de las salas. Lo descubierto y presentado ahora no es más que un tercio del total de la mansión. Faltan todavía por limpiar, estudiar y mantener los dos tercios restantes, que se espera podrán ser presentados dentro de unos meses.