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Una excavación en Badajoz descubre un edificio tartésico único en el Mediterráneo occidental
Investigadores del Instituto de Arqueología del CSIC hallan una escalinata monumental de hace 2.500 años que apunta a una insólita construcción de dos plantas
Escalinata monumental de época tartésica hallada en el yacimiento del Turuñuelo de Guareña (Badajoz). SANTI BURGOS
Fuente: J. A. AUNIÓN > Guareña | EL PAÍS
17 de abril de 2017
Fuera de contexto, la imagen de unos escalones en mitad de un gran agujero que acompaña este texto podría no decir mucho. Sin embargo, su contexto —la excavación de un enorme edificio tartésico de hace 2.500 años en la comarca de Las Vegas del Guadiana, en Badajoz— los convierte en un descubrimiento extraordinario. Y no solo porque esa escalinata monumental de dos metros y medio de altura apuntan a una insólita edificación de dos plantas del siglo V antes de Cristo, la primera que se conserva de aquella época; sino porque están construidas con unas técnicas y unos materiales que se pensaba que no se habían utilizado en todo el Mediterráneo occidental hasta mucho tiempo después.
La mitad de los escalones están hechos a modo de sillares, es decir, colocando unos bloques rectangulares a continuación de otros y luego unos encima de otros. Pero no utilizan grandes piezas de piedra cortada, como se hacía en construcciones similares de la época en el Mediterráneo oriental (en Grecia, por ejemplo), sino una especie de mortero de cal y granito machacado, probablemente encofrado después (la mezcla se colocaba a fraguar entre tablas hasta que se secara). Algo así como un protocemento, solo que un siglo antes de que apareciera el primer material de este tipo documentado hasta ahora: el opus caementicium del Imperio Romano.
El yacimiento del Turuñuelo de Guareña, cuya excavación arrancó en 2015, ya había sorprendido a los investigadores por su tamaño (es el más grande localizado de aquella época, en torno a una hectárea), la riqueza de materiales encontrados y su extraordinario estado de conservación. Todo tipo de joyas, puntas de lanza, recipientes, semillas, restos de tejidos, parrillas de bronce o calderos enormes prometían desde el principio arrojar nueva luz sobre la cultura de Tartesos. Una civilización prerromana que ocupó el suroeste de la Península Ibérica en el primer milenio antes de Cristo sobre la que se ha levantado todo tipo de mitos y leyendas (sobre todo, en torno a su misteriosa decadencia y su abrupto final), debido, entre otras cosas, a la escasez de restos materiales. Una escasez que la excavación dirigida por los arqueólogos del CSIC Sebastián Celestino —que también es director del Instituto de Arqueología de Mérida— y Esther Rodríguez está compensando a marchas forzadas, y eso que apenas se ha desenterrado hasta el momento el 10% de la construcción.
“Una escalinata constituye un elemento arquitectónico único de algo, además, que no pensábamos que fueran capaces de ejecutar. Existen escaleras durante la protohistoria en la Península, pero ya en época posterior. De esta cronología como máximo había dos o tres escalones de piedras y adobe para salvar un desnivel”, explica Rodríguez. En este caso, son 10 escalones (al menos; todavía puede haber alguno más) de 2 metros de largo, 40 centímetros de anchura y 22 de altura. Los cinco superiores están cubiertos por lajas de pizarra y los inferiores son los que están hechos a modo de sillares cuadrangulares con mortero de granito machacado envuelto en cal.
“Lo más sorprendente ha sido su profundidad. Dos metros y medio significa que debajo hay otra planta, que estamos accediendo a una planta superior sobre-elevada”, completa Celestino. Se había especulado sobre la existencia de este tipo de edificaciones en época tartésica, a partir de textos de la Biblia, pero nunca se había encontrado ninguno. “Este edificio será el primero que conserva las dos plantas”, insiste.
Dos caballos sacrificados
Restos de dos caballos sacrificados en el yacimiento tartésico del Turuñuelo. SANTI BURGOS
A un lado de la asombrosa escalinata, han aparecido los cuerpos de dos caballos sacrificados, perfectamente colocados en posición anatómica, con todo su herraje puesto, lo que apunta sin duda a un sacrificio ritual, pues estos animales, símbolo del lujo, no solían comerse en aquella época. Al otro lado, sin embargo, han hallado restos de una vaca que los moradores del lugar sí llegaron a consumir en una especie de festín. Los investigadores del CSIC, de hecho, cada vez ven más claro que a finales del siglo V antes de Cristo se produjo allí una gran celebración justo antes de la destrucción del edificio.
La mayor parte de las construcciones de aquella época localizadas en el Valle medio del Guadiana –una zona que recibió grandes oleadas de inmigración desde en núcleo central de Tartesos, en el Guadalquivir y Huelva, tras una profunda crisis económica en el siglo VI— fue destruida por sus propios moradores hacia finales del siglo V, o principios del IV. Prefirieron echarlas abajo antes de verlas saqueadas por los pueblos del norte, de etnia céltica, que estaban llegando a punto de llegar.
La del Turuñuelo de Guareña también fue incendiada y después sepultada bajo arcillas sacadas del río Guadiana. Pero su formidable estructura, que incluye muros de varios metros de grosor, hizo que se mantuviera en pie pese a todo.
Ahora, el trabajo de Celestino y Rodríguez —que cuenta con el apoyo de la Secretaría General de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento de Guareña, y con la financiación de la Diputación Provincial de Badajoz— será seguir excavando este gigantesco edificio. La próxima campaña será en mayo y, entre sorpresa y sorpresa, intentarán vislumbrar cómo fue aquella celebración de despedida y descubrir con ello qué tipo de edificio fue el del Turuñuelo de Guareña.
La dificultad añadida es que se trata de algo completamente nuevo, muy distinto a las otras construcciones tartésicas halladas en la zona, como el santuario de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena; o La Mata (en Campanario), con un perfil más económico. Tiene características de palacio, pero también de gran monumento funerario. “La planta de arriba, con varios altares, tiene una función ritual clarísima, pero la religión entonces estaba mezclada con todo. A partir de ahí, hay elementos que hacen pensar en el enterramiento, como el hecho de que no tenga suelos construidos a pesar de la riqueza de todo lo demás. Sin embargo, el hecho de que tenga dos plantas apunta hacia otro lado”, explica Celestino. Las respuestas irán llegando, casi con toda seguridad, a medida que la excavación vaya sacando a la luz ese otro 90% del edificio que todavía permanece enterrado entre los campos de tomates de las Vegas del Guadiana.
EL TROZO DE LANA MÁS ANTIGUO DE LA PENÍNSULA
Cuando sus pobladores quemaron el edificio del Turuñuelo de Guareña a finales del siglo V antes de Cristo, las cenizas, junto a la arcilla que utilizaron para sepultarlo después, crearon una especie de urna protectora. Esta ha mantenido en un estado de conservación magnífico gran parte de los objetos que llevan 25 siglos atrapados en su interior, desde los marcos de las puertas hasta distintos tipos de tejido. De hecho, los investigadores han hallado fragmentos de lana (el más antiguo encontrado en la Península Ibérica) y de lino, además de varios saquitos de esparto que contenían cereales. Todos ellos los están analizando especialistas de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) dentro de un proyecto llamado Procon, que investiga la producción y uso de productos textiles en la Europa Mediterránea. En el Laboratorio de Restauración de la Universidad Autónoma de Madrid (Secyr) se están restaurando otros importantes objetos recogidos durante a excavación, entre otros, metales como un juego de siete ponderales (piezas de medida de peso) de bronce o tres ricos ungüentarios fenicios de pasta vítrea. Todo ello se suma a otros sorprendentes objetos hallados hasta el momento, como vasijas y platos que los lugareños construían imitando utensilios griegos o etruscos llegados a través del comercio fenicio, o una rarísima bañera de 1,70 metros de largo, posiblemente del mismo mortero utilizado en la escalinata, pero mucho más refinado. |
Numancia, una gesta del pasado con futuro
La conmemoración de los 2.150 años de la caída de la ciudad celtíbera, símbolo de la lucha por la libertad, pretende impulsar su candidatura a Patrimonio de la Humanidad
La muralla celtíbera reconstruida en Numancia – RODRIGO MUÑOZ CORTÉS
Fuente: MÓNICA ARRIZABALAGA | ABC
17 de abril de 2017
El aire hiela hasta los huesos en este paraje de Garray, a poco más de 7 kilómetros al norte de Soria, donde hace 2.150 años los numantinos escribieron con sangre y dignidad una de las páginas más memorables de la Historia. Apenas quedan vestigios de la indomable ciudad celtíbera de Numancia. Los romanos la asolaron por completo cuando ésta al fin claudicó, tras casi veinte años de lucha y once meses de terrible asedio. Los restos visibles hoy sobre el terreno pertenecen en su mayor parte a la etapa posterior, como ciudad romana, pero en la colina donde debieron de diseminarse antes las chozas de aquellos duros celtíberos, no resulta difícil imaginar el frío que sufrieron, el hambre atroz que les llevó a comerse a sus propios muertos y la desesperación con que mirarían desde su muralla hacia el cerco romano que la aisló por completo del exterior. No había ayuda ni escapatoria posible. Eran ellos, solos y pocos, frente al mejor ejército de la época al mando de Escipión, uno de los más destacados generales del Imperio Romano. Sucumbieron, claro está. Pero fue tan grande su entereza, que hasta sus enemigos admiraron la gesta de esta modesta ciudad que «resistió durante tanto tiempo con sus solas fuerzas a la nación que disponía de todas las del universo», en palabras del historiador romano Floro.
«Los numantinos lucharon hasta la muerte por su libertad y eso se ha convertido en un símbolo histórico para toda la humanidad. Hay otros casos de lucha por la libertad, pero ninguno que sea tan acrisolado, tan simbólico como Numancia. Por eso ha pasado a ser una página, no de la Historia, sino del ideario colectivo de toda la humanidad», subraya Martín Almagro Gorbea, académico anticuario de la Real Academia de la Historia. Antes de inaugurar en Soria los actos que conmemoran los 2.150 años de la caída de Numancia, el reputado catedrático ya jubilado de la Universidad Complutense recorrió el yacimiento arqueológico el pasado 5 de abril, invitado por Amalio de Marichalar, presidente del Foro Soria 21 y principal impulsor de que sea declarado en un futuro Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
«Numancia ha pasado a ser una página, no de la Historia, sino del ideario colectivo de toda la Humanidad». Martín Almagro Gorbea
En el interior de una reproducción de una vivienda celtíbera, Martín Almagro explicaba a ABC que la conquista de Hispania por los romanos «duró dos siglos (la de la Galia por Julio César, seis años), lo que da idea de las dificultades que tuvo Roma aquí». Citando a Floro, que describió a los celtíberos como el pueblo más fuerte y resistente de la Península Ibérica, el reputado historiador destacaba que Numancia fue «probablemente la ciudad celtibérica más importante», es decir, el centro de esta recia gente, el hueso más duro de roer por los romanos.
Almagro relataba cómo Numancia «se convirtió en el pavor de Roma», que trató de doblegarla sin éxito durante casi dos décadas hasta que finalmente envió a Escipión para que resolviera la situación. El general romano, que venía de tomar Cartago, «preparó un ejército muy numeroso, de más de 60.000 personas, frente a 4.000-6.000 que serían los numantinos, y los encerró en un cerco que se ha convertido en un ejemplo en toda la historia militar».
Martín Almagro y Amalio de Marichalar, durante su recorrido por Numancia– RODRIGO MUÑOZ CORTÉS
Los romanos levantaron siete campamentos en los cerros que rodeaban Numancia, unidos entre sí por un muro de unos 9 kilómetros de perímetro reforzado por torres. Controlaron además con fortines la confluencia del Duero con los ríos Tera y Merdancho, impidiendo toda comunicación con la ciudad celtíbera. Aunque los numantinos incitaron a los romanos a entablar batalla, «Escipión, que era un gran general, nunca quiso enfrentarse directamente a ellos porque sabía de su enorme fuerza como guerreros. Estableció el cerco y quiso rendirlos por hambre. No fue el combate, sino el hambre la que mató a los celtíberos», resaltaba el miembro de la Real Academia de la Historia.
Durante los once meses de cruel asedio, nadie salió ni entró en Numancia, salvo el valiente «Retógenes, que con cinco compañeros logró eludir el doble cerco, pero no consiguió que ninguna otra ciudad se atreviera a desafiar a Roma», recordaba Almagro. Los 400 jóvenes de la vecina ciudad de Lutia que quisieron prestarle ayuda fueron apresados por los romanos, que les cortaron la mano derecha.
La situación se hizo tan insostenible en Numancia que llegaron a comerse a los muertos. Escipión, «un hombre frío, un profesional de la guerra» exigía una paz sin condiciones, inaceptable para los numantinos. Muchos se quitaron la vida antes de rendir la ciudad, que fue «destruida de raíz», según Cicerón. El territorio se repartió entre los pueblos vecinos que ayudaron a conquistarla y sus supervivientes fueron vendidos como esclavos. Cincuenta de ellos viajaron con Escipión a Roma para el desfile triunfal que se celebró al año siguiente, en el 132 a.C.
Un símbolo necesario
En el 2.150 aniversario de aquellos hechos, el Foro Soria 21 para el Desarrollo Sostenible, la Fundación Científica Caja Rural de Soria y la Federación de Organizaciones Empresariales Sorianas (FOES), en colaboración con el Instituto de Historia y Cultura Militar, han organizado una serie de actos conmemorativos, dentro del programa «Numancia 2017», que inauguró Martín Almagro con una conferencia en Soria sobre el futuro del yacimiento, vinculado a una anhelada candidatura para ser Patrimonio de la Humanidad.
Para el conde de Ripalda, el aniversario es doble ya que se cumplen 110 años de la cesión al Estado de las ruinas de Numancia por parte de su abuelo, Luis de Marichalar. «En mi familia creímos que había que defender Numancia para el presente y para el futuro de la Historia de España y la Historia Universal», señalaba en el recorrido por el yacimiento. Marichalar instó a «unir fuerzas entre todos para destacar Numancia como ese símbolo que necesita hoy la humanidad» y «recobrar esos valores de libertad, dignidad y honor» para que «sean la base esencial de la construcción del presente y futuro».
Los valores históricos, arqueológicos y paisajísticos de Numancia «son únicos» y «los inmateriales de la defensa de un pueblo por su libertad, su dignidad y su independencia recobran más que nunca una enorme trascendencia en un mundo global como en el que estamos», destacó el presidente del Foro Soria 21, que quiso agradecer especialmente el apoyo de Portugal en la «carrera de fondo» por la candidatura a Patrimonio de la Humanidad, al ser símbolo común de la resistencia de la Península Ibérica a la invasión romana.
«Podríamos hablar de una serie de años, seis, siete, ocho años. Ojalá me equivoque y sean menos, pero lo importante es empezar un proyecto de todos». Amalio de Marichalar
Al recordar la celebración este año del Tratado de Roma, Marichalar destacó la necesidad de Europa «de símbolos irrenunciables y Numancia, como bien dijo en su día el Parlamento europeo, representa el origen más remoto de la historia y cultura común europea».El camino hacia la candidatura aún tiene por delante diversas etapas, como la inclusión de Numancia en la lista de los bienes susceptibles en toda España de proponer a la Unesco como patrimonio de la humanidad y la posterior redacción de una «tesis doctoral cuádruple» para argumentar su defensa, antes de competir a nivel internacional con otras propuestas. Por ello, Amalio de Marichalar no se atrevía a señalar plazos: «Podríamos hablar de una serie de años, seis, siete, ocho años. Ojalá me equivoque y sean menos, pero lo importante es empezar un proyecto de todos».
El viaje más largo se hace dando el primer paso y para éste «ya se han dado muchos con la concurrencia de todos», destacó el presidente de Foro Soria 21 que no alberga ninguna duda de que «lo lograremos porque lo merece. Numancia es parte de la Historia y del alma de España».