Archive for 16 abril 2017

Valerio Manfredi: «La romanización de los pueblos germánicos habría cambiado Europa»

El autor italiano narra en su última novela, ‘Teotoburgo’, la historia de la batalla homónima que demostró al mundo que Roma no era invencible

Valerio Massimo Manfredi en una fotografía de 2005 |  BEGOÑA RIVAS

Fuente: EFE – Barcelona  |  EL MUNDO
16 de abril de 2017

El escritor y arqueólogo italiano Valerio Massimo Manfredi, que acaba de publicar una nueva novela ambientada en el mundo antiguo, «Teutoburgo», considera que la romanización de los pueblos germánicos, que se dirimió en la crucial batalla con la que titula su nueva novela, «habría cambiado probablemente la evolución de Europa».

Manfredi, autor de novelas históricas de éxito como la trilogía «Aléxandros», publicada en 40 países, «La última legión», «El imperio de los dragones» o «Los idus de marzo», narra en «Teutoburgo» (Grijalbo) la historia de la batalla que demostró al mundo que Roma no era invencible y que convirtió a dos hermanos, Arminio y Flavio, en héroes de pueblos enemigos.

Manfredi ha explicado que «faltó muy poco para que la romanización de los pueblos germánicos concluyera, lo que habría cambiado probablemente la evolución posterior de Europa». A pesar de que en Teutoburgo, un bosque en el norte de Germania, 20.000 soldados romanos perdieron una batalla en el año 9, «no perdieron la guerra y, de hecho, el Imperio Romano siguió existiendo casi cinco siglos más», recuerda el arqueólogo italiano.

Esa romanización de Germania que no pudo ser «tal vez habría evitado las invasiones bárbaras, las guerras de religión por siglos y siglos, y puede ser que no habría habido necesidad de un Felipe II, de un Napoleón, tampoco de Hitler, ni las dos guerras mundiales del siglo XX».

La extensión de la romanización, como ha vaticinado Manfredi haciendo historia ficción, habría aportado «una cultura unitaria, fundada sobre un sistema jurídico, económico, de comunicaciones y urbanístico común, pero es peligroso hacer la historia del ‘y si…’, porque en la historia intervienen elementos caóticos que no se pueden prever«.

Aquel «escenario visionario pero posible» que imaginó el emperador Augusto sigue sin resolverse, según el autor, si nos atenemos a las recientes declaraciones del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, quien afirmó que los países del sur no pueden gastarse el dinero en «licor y mujeres» y después «pedir ayuda».

«Nunca había oído una cosa tan estúpida, idiota y ofensiva«, ha señalado Manfredi, quien ha precisado que «nunca he encontrado borrachos por las calles de Barcelona, Madrid, Roma o Francia, mientras he visto muchos más en los pueblos septentrionales, dicho con el máximo respeto. Soy un admirador de muchos aspectos de la civilización del norte de Europa, pero el sur es la base de la cultura europea».

La novela y la batalla que le da título es el símbolo de que «Roma perdió la Germania, pero la Germania también perdió a Roma». Para Manfredi, «el proyecto de Augusto era ambicioso y visionario, no era simplemente una rectificación de fronteras, en realidad quería trasladarlarlas 600 kilómetros al este».

Los protagonistas de la historia de «Teutoburgo», Armin y Wulf, hijos del caudillo de los queruscos, capturados por los romanos, son ejemplos de una práctica habitual en la Roma de Augusto: «En la casa del emperador había una especie de orfanato con hijos del enemigo. Dejaban intacto el ‘hardware’ y cambiaban el ‘software’, y así, aunque eran rubios con ojos azules, pensaban como romanos y pasaron a ser Arminio y Flavio«.

El propio Tácito, ha recordado Manfredi, describe una escena en la que Flavio permaneció como soldado fiel al Imperio Romano, mientras Arminio se erigió en jefe de una unificación de las tierras germánicas, como una especie de «Primer Reich», que ideó a imagen de la estructura política romana.

Según el propio Manfredi, «resulta paradójico e incómodo que los alemanes dedicaran un monumento a Arminio, cuando se sabe que era ciudadano romano, con el rango de équites (segundo rango senatorial) y se había ganado esa posición masacrando a sus consanguíneos luchando con el ejército de Tiberio».

Rechaza la etiqueta que cuelga sobre sus libros de escritor de la antigüedad: «La mitad de mis obras no se ambientan en períodos antiguos» y, de hecho, añade, el libro que está escribiendo ahora está ambientado en «la crisis del Congo en el período 1960-66 y nada tiene que ver con Tácito o con Homero».

 

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16 abril 2017 at 9:19 pm Deja un comentario

¿Una sombrilla para la Arena de Verona?

Un estudio alemán gana el concurso para cubrir el anfiteatro con un abánico móvil. El proyecto divide a los expertos

Recreación de la posible cubierta de la Arena de Verona.

Fuente: MILENA FERNÁNDEZ > Verona  |  EL PAÍS
15 de abril de 2017

Empezó como cualquier otro anfiteatro romano: arena que empapaba la sangre de gladiadores y animales exóticos; más adelante, en época medieval allí iban a parar los desgraciados que no tenían dónde caer muertos; fue sede de un concurrido prostíbulo, acogió carnicerías y fábricas de vidrio; hospedó hasta el siglo XIX pequeños talleres artesanales. Sirvió, además, para ajusticiar a criminales y ladrones; de noche, en cambio, se celebraban fiestas y espectáculos.

En 1913 acogió la primera representación de Aida, de Giuseppe Verdi, inaugurando oficialmente el templo veraniego de la lírica italiana e internacional. En los ochenta, las bandas de rock le cogieron gusto a los conciertos en la Arena de Verona. Y también el público. Pero los chaparrones no perdonan ni el verano y han obligado a cancelar varios espectáculos en los últimos años. El Ayuntamiento de la ciudad se planteó cubrir el coliseo, de 2000 años de edad, y convocó un concurso internacional de ideas «para proteger el monumento y garantizar los espectáculos en caso de mal tiempo”, explica desde su despacho con vistas a la Arena, Marco Mastroianni, presidente de la comisión organizadora y director general del municipio.

La Arena de Verona, un coliseo con 2000 años.

La comisión, formada por arquitectos, ingenieros y arqueólogos recibió 84 propuestas anónimas. El primer premio fue para SBP Schlaich Bergermann, de Stuttgart, y GMP Architekten, de Berlín, este último encargado de remodelar el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. La propuesta convenció a los examinadores porque constituye «la opción más inteligente y menos invasiva», dice Mastroianni.  En síntesis, la solución escogida consiste en un anillo perimetral que descansa sobre el borde superior del coliseo y permite recoger las telas de la cobertura, dispuestas en una sola orden de cables, lo que facilita una fácil apertura y cierre.

Según la recreación del proyecto, el impacto visual en el edificio es mínimo: sus creadores pensaron en una especie de abanico móvil que se cierra cuando llueve o pega duro el sol. “Es una opción inteligente porque puede desaparecer sin dejar rastro”, escriben en su página web los alemanes, con experiencia en estructuras móviles como la de la plaza de toros de Zaragoza y la Arena de Nimes, en Francia.

Una sombrilla para el anfiteatro veronés no hace falta, sostiene la arqueóloga Brunella Bruno, de la Superintendencia del Patrimonio Cultural y Arqueológico de Verona. “La Arena no se está cayendo por culpa de la lluvia, sino porque el sistema de drenaje con el que se construyó, una verdadera obra de ingeniería, desapreció con las restauraciones hechas en el tiempo», lamenta. «Eso se puede resolver con mantenimiento constante. Pero no se está cayendo, es un monumento al aire libre, como el Partenón o Pompeya”, comenta en su oficina.

Se queja de que el municipio «no ha tenido en cuenta el criterio de los expertos». Ahora, el Ministerio de Bienes Culturales debe dar el visto bueno. Y la última palabra la tiene el departamento de Bruno; según ella no hay ningún prejuicio establecido, pero sí aclara que debe existir mucha transparencia sobre su verdadera función. “Para algunos la lluvia puede comprometer el espectáculo, tal vez este sea el verdadero motivo por el cual se ha inventado la idea de la cubierta. No sería viable apoyar nada sobre el último borde de la Arena. Por el momento son solo ideas”, zanja Bruno.

La Arena es el tercer anfiteatro romano más grande, después del Coliseo romano y la Arena de Capua y por su escenario han pasado Plácido Domingo, Sting, Adele y un largo etcétera de cantantes líricos, de rock y música pop.

 

16 abril 2017 at 9:46 am 1 comentario


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