En en mundo antiguo se creía que los tsunamis eran una transgresión catastrófica del límite impuesto por la divinidad entre la tierra y el mar. Se entendían como una ruptura de la relación de concordia entre ambos elementos y un retorno al caos primigenio, según un estudio de un investigador de la Universidad de Málaga.
Establecer los límites entre tierra y mar ha sido una preocupación desde siempre. Ya en el mundo antiguo, los habitantes del Mediterráneo se fijaron en los tsunamis, integrándolos en su visión del cosmos y generando respuestas religiosas destinadas a evitar que se repitieran.
El estudio de las representaciones culturales de los cataclismos en la antigüedad es el objetivo del proyecto de investigación del profesor de Manuel Álvarez, de la Universidad de Málaga, quien busca interpretar las claves simbólicas con las que se procesaban estos desastres naturales en el imaginario colectivo y las respuestas que se generaban ante la catástrofe.
En en mundo antiguo se creía que los tsunamis eran una transgresión catastrófica del límite impuesto por la divinidad entre tierra y mar
“Las gentes de aquella época percibían el tsunami como la transgresión de un límite cósmico, de la barrera simbólica impuesta por la divinidad entre la tierra y el mar durante la creación. Se entendía como una ruptura de la relación de concordia entre ambos elementos y, por tanto, como un retorno al caos primigenio”, explica el investigador, que para estudiar estas imágenes ha acudido a fuentes literarias antiguas e investigaciones recientes en el campo de la paleosismología, la geomorfología y la arqueología.
“Por una parte, he analizado la imagen de la relación entre tierra y mar en las cosmogonías y cosmologías en contextos culturales del Próximo Oriente antiguo, Grecia y Roma; y por otra, las representaciones concretas del tsunami en la tradición literaria antigua, catalogando todas las noticias sobre este tipo de eventos. Un caso paradigmático es el del tsunami del 365 d.C. que afectó a Alejandría y que relata, entre otros, el historiador Amiano Marcelino”, afirma.
Álvarez ha llevado su trabajo a un destino concreto. La antigua Cádiz -Gadir para sus fundadores fenicios y Gades para los romanos- y las comunidades del Golfo de Cádiz, zona que fue afectada al menos por dos eventos de oleaje extremo en época fenicia y altoimperial romana, en la segunda mitad del primer milenio a.C. y a mediados del siglo I d.C.
Reflejo en la religión
“Mi hipótesis es que el impacto de estos tsunamis en la población quedó reflejado en la gramática religiosa del santuario de Heracles-Melqart en Gades, un importante centro de culto, célebre en el mundo antiguo, del que no quedan restos estructurales, pero del que se conservan noticias y referencias en las fuentes literarias antiguas”, aclara el investigador.
El proyecto trata además de identificar los eventos de oleaje extremo que tuvieron lugar en el Golfo de Cádiz en la antigüedad
“Ciertos elementos del santuario pueden ponerse en relación con la cuestión del tsunami, con la lógica del mantenimiento de la concordia entre la tierra y el mar, y del fortalecimiento del límite divino impuesto al mar frente al riesgo de inundación”, continúa Álvarez, quien para este trabajo está revisando las tradiciones literarias en torno a la figura del dios fenicio Melqart, identificado con el Heracles griego y el Hércules romano, y sobre su santuario en Cádiz. Su investigación apunta que los eventos catastróficos de inundación marina potenciaron el carácter de esta divinidad como protectora frente a la amenaza del mar.
Contribuir a una mejor identificación de los eventos de oleaje extremo que tuvieron lugar en el Golfo de Cádiz en la antigüedad es otro de los objetivos de este proyecto de I+D+i. El investigador sostiene en este sentido que resulta necesario “afinar en la datación” del tsunami de gran intensidad que afectó a la costa suroeste de la Península Ibérica en el primer milenio a.C., fechado actualmente a finales del s. III a.C., y del que hay indicios que apuntan a que podría ser anterior. “El estudio de las fuentes históricas hace pensar que esta datación puede ser sometida a revisión”.
La investigación está financiada por el Ministerio de Economía, Industria y Cometitividad y cuenta con la colaboración de investigadores de la UMA, del Centro de Arqueología Subacuática del IAPH en Cádiz; del Istituto di Studi sul Mediterraneo Antico de Roma; de la Ohio State University; del CNRS francés y de la Universidad de Oxford.
Referencia bilbiográfica:
Manuel Álvarez et al. «The Tsunami in the Cultural Representations of the Ancient World: Gadir-Gades and the Gulf of Cádiz as a Case Study» (HAR2015-66011-P) 2017.
Un equipo de expertos busca bajo el lago de Nemi, cerca de Roma, un fastuoso tercer barco que, según la leyenda, el lujurioso emperador usaba para sus fiestas
Fiestas en el lago. Según la tradición, el emperador Calígula mandó construir tres barcos de gran lujo para celebrar fiestas en el lago Nemi (Michael Nicholson / Getty)
Fuente: EUSEBIO VAL > Nemi | LA VANGUARDIA
7 de abril de 2017
Santi Scolaro ha realizado misiones más desagradables en su vida. En octubre del 2013, por ejemplo, participó en la recuperación de los cadáveres de los más de 360 eritreos que se ahogaron frente a la isla de Lampedusa tras incendiarse y hundirse el viejo pesquero en el que viajaban hacinados. “La arqueología es la parte más tranquila de mi trabajo –comenta a La Vanguardia este vicecomandante de la sección de submarinismo de los carabineros de Roma–. Pero también actuamos como policía judicial. Emocionalmente es más duro, aunque estamos habituados”.
A Scolaro le toca estos días hacer de arqueólogo. Forma parte de un equipo interdisciplinar de 15 personas que, con la ayuda de sofisticada tecnología, trata de hallar, en el lago de Nemi, los restos de un enorme barco usado por el emperador Calígula para sus fiestas flotantes. Durante el fascismo, a finales de los años veinte, ya lograron extraer dos naves. Sin embargo, nunca se ha extinguido la leyenda de que había existido un tercer barco, el más grande y lujoso de la extravagante flota. Ese es ahora el objetivo.
Los buzos descienden hasta el fondo lacustre, a 27 metros de profundidad, donde el agua se mezcla con el lodo. Necesitan guiarse con brújulas y otros aparatos.
–¿Han visto algo?
–No vemos nada, ni siquiera a una distancia de cinco metros–, admite Scolaro.
–¿Llevan focos?
–No. Eso todavía es peor.
–Les debe de causar impresión el tener que bucear bajo estas condiciones…
–Peor es hacerlo en el Tíber (para buscar cadáveres), con la corriente del río.
Nemi es una localidad de postal, a una treintena de kilómetros al sur de Roma. Queda muy cerca de Castel Gandolfo, sede de la residencia estiva de los papas, a la que el austero Francisco ha renunciado. Sus habitantes no llegan a dos mil. El pueblo se halla sobre el lago del mismo nombre, de origen volcánico, un lugar mitológico y sagrado ya en época prerromana. Allí se ubicaba el templo de Diana, la diosa de los bosques y de la fertilidad. Las laderas de las colinas que circundan el lago son extremadamente fértiles, de un intenso verdor casi impropio del Mediterráneo. El pueblo es conocido por las flores y por sus sabrosas fresas.
Parte de la equipación del equipo de submarinistas que trabaja para hallar el supuesto barco del emperador Calígula (Ayuntamiento de Nemi)
Calígula se llamaba en realidad Cayo Julio César Augusto Germánico. Lo apodaron Calígula (“pequeñas botas”, en latín) porque ya de niño acompañaba a su padre en las campañas militares. Pese su breve mandato, de apenas cuatro años –entre el 37 y el 41 después de Cristo–, ha pasado a la historia por su megalomanía, su crueldad y su carácter lujurioso. Para distinguirse de otros emperadores, no le bastó con palacios convencionales sino que mandó construir unas naves en las que celebrar sus fiestas y sus orgías. Tenían entre 70 y 80 metros de eslora y eran muy pesadas. Incluían mansiones con columnas de 6 metros, decoradas con mosaicos y piezas de oro y provistas con cañerías para el agua caliente. Su ingeniería anticipó técnicas que se creían inventadas muchos siglos después por los ingleses, como el cojinete de esfera o el ancla con cepo móvil.
Benito Mussolini, cuyo régimen se proclamaba sucesor natural de las glorias de la Roma imperial, promovió un faraónico proyecto hidráulico para el vaciado parcial del lago de Nemi, con el único fin de encontrar las naves de Calígula. Dos de ellas, en efecto, aparecieron, en sorprendente buen estado (el agua dulce y la escasa oxigenación preservan la madera mucho mejor que el mar), y se construyó para ellas el Museo de las Naves Romanas. Pero en 1944, durante la II Guerra Mundial, un incendio las destruyó casi por completo.
Trabajos de recuperación del supuesto barco del emperador Calígula en el lago Nemi (Ayuntamiento de Nemi)
“No existe evidencia científica sobre el tercer barco –avisa el alcalde de Nemi, Alberto Bertucci–. Pero tenemos la tradición oral y lo que vio el arquitecto Francesco de Marchi, que en 1535 se sumergió con una campana (rudimentario batiscafo) como el que diseñó Leonardo da Vinci”. Bertucci, entusiasta promotor de la búsqueda de la nave, cree que, sea cual sea el desenlace, el proyecto tendrá utilidad científica y de protección medioambiental. “Lo que está claro es que, de una vez por todas, saldremos de dudas sobre si era una leyenda o no”, enfatiza el alcalde
Luigi Dattola, de la Agencia de Protección Medioambiental de Calabria, uno de los técnicos que auscultan con instrumentos especiales lo que puede esconder el fango bajo el lago, no se atreve a hacer pronósticos.
–¿Confía en que aparecerá el tercer barco?
–Confiaré cuando lo vea. No quiero ni tener confianza ni ser escéptico. Prefiero ser neutral. De lo contrario corro el riesgo de ver algo que no existe o, al revés, de no ver algo real.
El alcalde de la localidad de Nemi, Alberto Bertucci (Ayuntamiento de Nemi)
"Hacemos un llamamiento a todos aquellos que en el mundo creen en los valores e ideas que surgieron a los pies de la Acrópolis a fin de unir nuestros esfuerzos para traer a casa los Mármoles del Partenón". Antonis Samaras, Ministro de Cultura de Grecia