Archive for 25 julio 2015
Latín, griego clásico y hebreo: tres lenguas que se ponen de moda en Roma
Fuente: ROME REPORTS
«Hola, me llamo Luis, soy español y estudio latín”.
«Hola, me llamo Sietse. Soy de Holanda y estoy aprendiendo griego”.
Y no solo latín y griego clásico, también hebreo. Son estudiantes de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma. Asisten a clase durante el verano porque quieren aprender estas tres lenguas antiguas. Son alumnos de edades y países muy distintos, pero todos comparten un interés común.
SIETSE VENEMA
Estudiante de griego clásico
«Me gustaría aprender el griego, poder hablarlo. Creo que sería más fácil leer libros antiguos si puedes usar el griego como un idioma normal”.
LUIS RUSPOLI
Estudiante de latín
«Es interesante ver cómo podría haber sido el idioma que usaban los romanos, cómo hablaban ellos. A mí me gusta la idea”.
En el aula no se habla otro idioma que no sea el latín, el griego clásico o el hebreo. Por ejemplo, Lorenzo y Francesca son italianos, pero con el profesor solo hablan un idioma, el griego clásico.
Algunos textos de pensadores como Galeno o Alcuino de York no están traducidos. Con este curso quieren enseñar que las lenguas clásicas son el mejor modo para leer y entender los textos antiguos.
CHRISTOPHE RICO
Director Instituto Polis
«Más del 50% de las fuentes de la Antiguedad nunca han sido traducidas a ningún idioma moderno. Y la única manera de leerlas es poder hablar el idioma para poder leer con soltura”.
Más de cien estudiantes participan en este curso que dura tres semanas. Quieren demostrar que las llamadas lenguas muertas cada día están más vivas.
El misterio del capitel romano de Carmona
De grandes dimensiones y hecho en mármol, en la casa donde apareció funciona como poyete para sentarse
Este hermoso capitel apareció en una casa privada, encajado en el zaguán. / A. M.
Fuente: ALBERTO MALLADO > CARMONA (SEVILLA) | ABC 25/07/2015
En una casa cercana a la Plaza de San Fernando, en Carmona, existe un capitel que resulta muy sugerente. Se trata de una pieza de mármol de grandes dimensiones cuya procedencia se desconoce. Siempre ha estado en la casa, encajado en la construcción del zaguán hacia el interior, donde funciona como poyete para sentarse. Por su estilo es del periodo republicano. Las preguntas surgen ante él, ¿de qué elemento constructivo formaba parte? ¿era del foro que está en ese entorno o lo trajeron de otro sitio? Sea como fuere, es una invitación para seguir investigando en próximas excavaciones.
Roma sale a la luz cuando se remueve el suelo de Carmona. Es como un inmenso puzle que descubre alguna de sus piezas cuando se lleva a cabo una obra con su correspondiente excavación. Una de las partes más interesantes de la composición histórica de la Carmo romana es la que corresponde al Foro de la ciudad, al que se le puede seguir la pista a través de algunos elementos que se han hecho visibles.
Con estos restos y con las explicaciones del arqueólogo Ricardo Lineros, director del Museo de Carmona, se puede trazar la imagen del que sería un monumental conjunto constructivo, digno de una esplendorosa ciudad romana. Una narración que además evidencia el valor de la arqueología y de su labor de tutela. Un relato que se ofrece a través de una de las rutas por el Patrimonio Oculto que organiza el Ayuntamiento.
Se tiene constancia de que la estructura de la vieja ciudad romana seguía el esquema clásico de ordenación alrededor del cardo y el decumano. Estas dos vías, algo desplazadas, siguen articulando el casco urbano de Carmona. Por consiguiente en su intersección estaba el foro. Muy cerca de la Plaza de San Fernando, de nuevo la pervivencia del espacio urbano romano.
Hay puntos en los que las viejas piedras aún son visibles y hablan a quien las observa. Uno de ellos está en el interior del convento de Madre de Dios. Durante unas obras en el cenobio surgieron unas estructuras que en la intervención se respetaron y se han hecho visibles. Muros enormes, de sillares muy bien cortados.
Una fisonomía que nos habla de una construcción de bastante entidad, si bien la interpretación se hace complicada debido a que la excavación quedó limitada al espacio de la obra. Una de las interpretaciones es que pudiera ser parte de la basílica, que era el edificio empleado para la administración y para impartir justicia.
Otra pieza del puzle surge cuando unas obras permiten excavar en una calle próxima a la Plaza de San Fernando. Los restos se han integrado en un patio de luces, en un ejemplo de conservación y visualización del patrimonio muy acertado. Aquí tenemos una hilera de sillares y columnas de grandes dimensiones, alguna de las cuales se han elevado para hacer comprensible el resultado de la excavación. Hablamos por tanto de un pórtico de columnas que debía tener unas grandes dimensiones.
Y a sus pies una cisterna romana para acumular agua y una pequeña fuente adosada, que quedaría fuera del pórtico y que apunta a un uso público de la misma. ¿Podríamos estar ante una galería techada que albergara tiendas que dieran a un espacio central abierto? Es una de las hipótesis, si bien también se contempla la posibilidad de que fuera un edificio de tipo religioso.
Pero además en una esquina aparecen los restos de una escalinata, únicamente las esquinas de las piedras, era imposible seguir más allá, porque estaba el muro de la casa contigua. Una escalera que conduce a un lugar elevado adosado a un pórtico, la imagen es sugerente: ¿un templo o algún edificio público, que presidiría el espacio central del foro?. Habrá que esperar a tener nuevas piezas del puzzle. Mientras, la imagen se puede completar con algunos detalles más. Las columnas del pórtico estaban estucadas y presentan restos de policromía: almagre en la parte inferior, una cinta negra rodeándolas y blanco en la parte superior.
Todos estos hallazgos no dejan de hablar de Carmona como una ciudad de relevancia en la provincia Bética, que alcanzó un período de esplendor durante una etapa que comienza con el reinado de Augusto, se consolida a lo largo del siglo I y se prolonga en el siglo II después de Cristo.
La erupción del Vesubio alcanzó París
- Una muestra en Nápoles y Pompeya muestra la fascinación europea por la ciudad romana. La exposición ofrece las escayolas de las víctimas del volcán restauradas
- FOTOGALERÍA La segunda vida de Pompeya
Yesos de las víctimas del Vesubio en la exposición Pompeya y Europa. / GUILLERMO ALTARES
Fuente: GUILLERMO ALTARES | EL PAÍS 24/07/2015
El descubrimiento de Pompeya y Herculano no sólo abrió una ventana inédita a la vida cotidiana de la antigua Roma sino que, desde que comenzó a correr la noticia de su hallazgo en el siglo XVIII, se convirtió en una poderosa metáfora de la vida y la muerte, de la capacidad de destrucción de la naturaleza y la fragilidad de cualquier empresa humana. Goethe, Chateaubriand, Stendhal, Mozart, Cocteau, Picasso, Klee, Freud, Le Corbussier fueron algunos de las decenas de escritores, artistas, arquitectos o investigadores que viajaron hasta el sur de Italia para buscar respuestas bajo el volcán. Una exposición que se puede ver en el Museo Arqueológico de Nápoles y en el propio yacimiento de Pompeya hasta noviembre, Pompeya y Europa. 1748-1943, reúne obras de decenas de museos e instituciones para mostrar la gigantesca influencia de las ciudades que enterró el Vesubio en el arte y el pensamiento de Europa.
La sede de Nápoles ofrece obras de museos de media Europa, en muchos casos junto a los originales romanos en los que se inspiraron, una comparación que demuestra el infinito talento de esos artesanos anónimos. Además ha recuperado fascinantes rarezas como los planos y dibujos de la mansión pompeyana que el príncipe Jerôme Napoleon –primo de Napoleón III– se hizo construir en la avenue Montaigne de París, una especie de pastiche tipo Las Vegas avant la lettre que fue derruida a finales del siglo XIX. En cambio, la sede pompeyana recupera una joya a la vez histórica y arqueológica: los primeros yesos de las víctimas del Vesubio, los romanos robados al pasado gracias al ingenio del primer gran director del yacimiento, Giuseppe Fiorelli.
Los habitantes que se quedaron en Herculano durante la erupción fueron abrasados y pulverizados por una nube de gas de más de 300 grados, pero las víctimas de Pompeya perecieron enterradas por toneladas de materiales geológicos expulsados por el Vesubio. Sus cuerpos se descompusieron a lo largo de los siglos, convirtiendo en vacío el momento exacto de su muerte: su expresión, sus ropas, las personas que les acompañaban… Fiorelli, el director de Pompeya en el momento de la unidad de Italia y el gran modernizador del yacimiento, tuvo la idea en 1863 de introducir escayola en ese vacío y capturar aquel instante trágico del año 79. Más allá de su inmenso valor documental –nunca antes nos habíamos podido encontrar cara a cara con personas que vivieron y murieron en la antigüedad–, los primeros yesos tienen también un enorme valor como objetos en sí.
Contemplarlos ahora reunidos y restaurados, en una pirámide de madera construida en el anfiteatro de Pompeya, es a la vez un espectáculo emocionante y atroz. Se ven sus expresiones, sus ropas, se intuyen las historias que cuentan: dos mujeres que murieron juntas, una familia con dos niños, uno de los cuales parece dormido, otro posado sobre el vientre de su madre… “En una entrevista en 1863, Fiorelli asegura que la antigüedad ya no se estudiará a través de las estatuas, sino con esas figuras que recrean el momento mismo de la muerte”, explica Massimo Osanna, superintendente especial para Pompeya, Herculano y Stabia en su despacho, el único lugar refrigerado de las ruinas en una jornada abrasadora de julio. “Para nosotros la exposición sólo tiene sentido si es a la vez un proyecto científico y por eso es tan importante la restauración de los yesos”, prosigue.
La muestra arranca en 1748, cuando comenzaron las excavaciones bajo Carlos III, y termina en 1943, cuando en agosto y septiembre los aliados bombardearon tres veces la ciudad porque creían que se escondía entre las ruinas una división de las SS. Pinturas, casas, calles y algunos yesos originales fueron destruidos entonces. “Hemos querido acabar la muestra con ese momento trágico que todavía condiciona la política de conservación”, explica Osanna, nombrado hace dos años, que se enfrenta al dificilísimo reto de sacar a Pompeya por segunda vez de las ruinas.
Mientras recorre las salas de la exposición en su sede napolitana, bajo un calor pegajoso y asfixiante –el Museo Arqueológico de Nápoles no tiene aire acondicionado–, el conservador Luigi Gallo va explicando la cantidad de museos e instituciones que han prestado piezas, desde el Palacio Real de Aranjuez hasta el British Museum, el Louvre, la fábrica de porcelanas de Meissen, museos de Bellas Artes de Angers, Odense, Estocolmo, Copenhague, Montauban o Besançon o el Museo Picasso de París. “Es una exposición que muestra la segunda vida de Pompeya”, explica Gallo, que ha trabajado durante un año y medio en la organización de la muestra que ha requerido todo tipo de complejas negociaciones para reunir las piezas.
La ciudad, ya sea por su arquitectura, sus pinturas, su erotismo –que los Borbones recluyeron en el famoso Gabinete Secreto– o sencillamente por el descubrimiento de la capacidad destructiva del Vesubio, se coló en todos los rincones del arte Europeo y se multiplicó en todo tipo de piezas. Los primeros viajeros, como Goethe o Stendhal, dejaron paso a los artistas. La muestra se cierra con un casco de gladiador tracio, una pieza que alberga el Museo del Louvre, extraordinaria por su estado de conservación, pero también por su historia: se lo regaló el rey de Nápoles Fernando IV a Napoleón en 1802, cuando era primer cónsul, para tratar de ganar su favor, aunque el emperador acabaría por echarle de Nápoles. Es la primera vez que vuelve a Italia desde entonces.
El conjunto que forman las ciudades enterradas por el Vesubio en el año 79 es considerado el yacimiento arqueológico más valioso del mundo porque ningún otro ha aportado tanta información sobre el pasado. Además, es el monumento más visitado de Italia —se esperan tres millones de turistas en 2015 y recibió 2,7 en 2014—. Eso, en sí, ya es un desafío de conservación. Además hay que añadir las infiltraciones de la Camorra, los robos de pinturas, los muros derrumbados, las casas cerradas que convirtieron a Pompeya en una metáfora de todos los males que padece el patrimonio histórico italiano.
En los últimos meses, gracias al Proyecto Gran Pompeya que reúne fondos europeos e italianos, se han abierto varias casas, se ha restaurado la Villa de los Misterios y, sobre todo, detrás de las viviendas cerradas se nota actividad, excavaciones, arqueólogos trabajando, no abandono. Esta muestra se enmarca dentro de ese esfuerzo para rescatar la ciudad de una segunda destrucción. Pompeya no sólo esconde todavía una cantidad ingente de datos sobre el mundo romano –en una excavación reciente en una zona popular de la ciudad se descubrieron huesos de jirafa, lo que demostraba la sofisticación de los menús que se ofrecían–, sino que ha marcado como ningún otro hallazgo la imaginación occidental, con obras maestras que van desde La flauta mágica de Mozart hasta el filme de Roberto Rossellini traducido como Te querré siempre (El viaje a Italia en su versión original), que muestra cómo un matrimonio en crisis interpretado por Ingrid Bergman y George Sanders contemplan la recuperación en yeso de dos víctimas. “Rossellini intuye la esencia de Pompeya: la capacidad que tiene para hacernos meditar sobre la vida y la muerte”, explica Osanna.
Originales y copias
Uno de los grandes hallazgos de la exposición es la posibilidad de jugar con los originales y las copias, mostrar las réplicas de los dibujos que fueron apareciendo en los muros de Pompeya junto a las recreaciones que hicieron artistas posteriores. Y, aunque salgan de manos maestras como la de Gustave Moreau, las pinturas romanas siempre ganan con las comparaciones. La habilidad, el gusto por el detalle, la belleza de los colores a pesar de los siglos pasados que demostraron los artesanos romanos no tiene comparación.
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