ROMA, 4 de febrero.- La zona arqueológica de Pompeya, en el sur de Italia, sufrió hoy un nuevo derrumbe a causa de las intensas lluvias, informaron fuentes oficiales.
La Superintendencia de Bienes Arqueológicos señaló que el derrumbe afectó una parte del muro de contención del jardín de la Casa de Severus, dentro de la zona arqueológica de la ciudad sepultada en el año 79 de nuestra era por la erupción del Vesubio.
En una nota explicó que el área afectada forma parte del programa de restauración y protección prevista por el llamado Gran Proyecto de Pompeya, para el que la Comisión Europea destinó 105 millones de euros.
Dijo que al lugar del derrumbe, cerrado al público, arribaron inmediatamente expertos que procedieron a las labores de protección.
De acuerdo a la fuente, un desplazamiento del terreno causado por las intensas lluvias de los últimos días provocó el incidente.
En 2012 fueron destinados 105 millones de euros de fondos comunitarios para proteger la zona arqueológica de Pompeya, afectada en los últimos años por varios derrumbes.
Esos recursos tienen que ser gastados antes de que finalice 2015, declaró recientemente el ministro italiano de Bienes Culturales, Dario Franceschini, el plan procede en los tiempos previstos.
Las ruinas de Pompeya están entre las más importantes del mundo y reciben más de 2 millones de visitantes anuales.
Pompeya es la ciudad de epoca romana mejor conservada y fue sepultada por las cenizas del volcán Vesubio al lado de Herculano, Stabiae y Oplonti.
La fortificación romana, construida entre los siglos I aC y IV dC, es todavía visible en las paredes más insospechadas. Lugares como un centro excursionista, una tienda, una cafetería o un centro cívico contienen restos de la colonia romana de Barcino.
La antigua Barcino es aún visible en las calles de la ciudad, pero lo es también en el interior de algunos edificios. Un pequeño recorrido por Ciutat Vella permite viajar en el tiempo, hasta 2.000 años atrás, cuando Barcelona era una pequeña colonia romana y se fortalecía gracias a una muralla que perdura a pesar del paso de los años.
En la calle de Avinyó la Asociación Excursionista de Etnografía y Folclore (AEEF) es el único lugar de la ciudad donde se puede entrar en la muralla, entre la fortificación construida en el siglo I aC para delimitar la ciudad y la construida en el siglo IV dC, más robusta y defensiva. En la edad media era habitual realizar aberturas en la muralla y sustraer los escombros que llenaban el espacio entre los dos muros para ampliar las viviendas.
Así, a través de la AEEF se puede acceder al interior de las torres 52 y 53 de la fortificación e incluso sentarse, porque hay mesas, sillas y una chimenea. Uno de los socios de la entidad, Alfred Lloré, comenzó a echar abajo la pared en 1957 porque sospechaba que detrás encontraría la muralla. Los trabajos terminaron en 1987, y actualmente el lugar se puede visitar entre semana (excepto los jueves), de 19 a 21 horas, solicitando una reserva previa.
En la calle del Call una tienda de ropa invita con un cartel a ver la muralla romana. En el interior del local, justo entre los probadores y los percheros, se puede admirar un tramo majestuoso de torre. Incluso se puede observar un trozo de columna, una evidencia que en la construcción del muro a menudo se aprovechaban piezas de otras edificaciones. Unos cuantos metros más allá, en la calle de los Banys Nous, la cafetería modernista La Granja también conserva enel comedor una pared de la época.
El Mercer Hotel Barcelona, situado en la calle Lledó, tiene el privilegio de poder realizar las reuniones de trabajo dentro de una torre romana, la número 28. Está muy bien conservada, y a menudo se convierte en un comedor. El restaurante del hotel y la zona de bar también están flanqueados por la muralla del siglo IV dC, y la biblioteca está sobre el antiguo camino de ronda, que unía todas las torres. De hecho, aún es visible con mucha claridad la puerta de entrada a la torre número 29.
El Centro Cívico Pati Llimona, en la calle del Regomir, esconde unos restos inigualables. Debido a una ampliación del centro, las termas públicas de Barcino quedaron al descubierto. Los marineros y viajantes se podían bañar antes de entrar en la ciudad, a la que accedían por la Puerta de Mar, también visible desde la sala de exposiciones del centro, la Sala de las Ruinas. Era un paso lateral para peatones que se ha podido restaurar tal como era. Otros restos han sufrido modificaciones a lo largo de la historia, como el tramo de muralla adyacente, donde se puede observar claramente una chimenea. El espacio está gestionado por el Museo de Historia de Barcelona y se puede visitar con el acompañamiento de un voluntario que ofrece información histórica.
"Hacemos un llamamiento a todos aquellos que en el mundo creen en los valores e ideas que surgieron a los pies de la Acrópolis a fin de unir nuestros esfuerzos para traer a casa los Mármoles del Partenón". Antonis Samaras, Ministro de Cultura de Grecia