Pero, ¿cómo murió Marco Aurelio?
26 junio 2009 at 12:09 am 3 comentarios
Considero que el cine sigue siendo un recurso educativo muy útil que puede ayudar a nuestros alumnos a comprender mejor algunos de los contenidos de cultura que vemos en el aula. Las películas de temática clásica suelen engancharles y despiertan en ellos un interés que los profesores debemos tratar de rentabilizar, aun cuando en ocasiones los guionistas hagan un flaco favor al rigor histórico deseado.
Si pensamos en Gladiator, una de las escenas más impactantes de la película es la del parricidio de Marco Aurelio a manos de su ambicioso hijo Cómodo. Como es sabido, la escena, ciertamente de gran dramatismo, se aleja no obstante de lo que ocurrió en realidad. Marco Aurelio -cosa rara en los emperadores romanos- murió tranquilamente en su camita acompañado en todo momento de su amado hijo Cómodo. Hoy, Il Messaggero, en un artículo titulado Marco Aurelio: el emperador que eligió una muerte estoica, recoge algunas curiosidades sobre la muerte del emperador-filósofo a la luz de las fuentes literarias que hablan de ella.
A comienzos del año 180 d.C. -se dice- Marco Aurelio cayó enfermo, algo que le había ocurrido a menudo. Pero, según rumores de sus contemporáneos recogidos por el joven Dión Casio, no habría sido la enfermedad lo que terminó matándolo, sino la ambición desenfrenada de los médicos, que habrían intentado acelerar la sucesión para congraciarse con Cómodo.
Se trata esta de una versión construida a posteriori, evidentemente ya alterada por la historia. En la tradición literaria la muerte de Marco Aurelio aparece como una apoteosis y como el tribunal en el que fue condenado su sucesor. Con los primeros síntomas de la enfermedad, según la Historia Augusta, Marco Aurelio habría hecho llamar a Cómodo para pedirle que llevara a término la guerra contra los bárbaros «porque no quería parecer un traidor al Estado» y su hijo habría respondido, enojado, que lo único que estaba en su corazón era su salud. Aceptado esto, Marco se habría limitado a pedir a su heredero que «no se marchara del pie de su lecho» , que esperara unos días para no morir solo. Después, su única preocupación habría sido la de acortar la espera, absteniéndose de comer y de beber; en otras palabras, habría buscado la muerte.
Al sexto día tendría reunidos a sus amigos alrededor de la cama y, burlándose de las cosas humanas y de su muerte inminente, habría exclamado: «¿Por qué lloráis por mí y no pensáis en la plaga y el destino que nos une?». Y cuando los presentes se aprestaron a marcharse, suspirando, habría exclamado finalmente: «Ya veo que queréis dejarme, pero yo me iré antes y os diré adiós.» Y como le preguntaran a quién encomendaba a su hijo, habría respondido: «No será digno de vosotros, ni tampoco de los dioses inmortales». Los soldados, llegados al conocer la grave situación del emperador, estaban tristes y lloraron por el sincero afecto que sentían por él.
Al séptimo día «su situación se agravó, y solo permitía la presencia de su hijo y de nadie más, para que no sufrieran un contagio». Luego, cubrió su cabeza, «como si quisiera dormir y durante esa noche falleció». Dión Casio relata que Marco Aurelio, en una acto de altruísmo extremo, habría recomendado encarecidamente a su hijo al ejército, tratando de dar a entender que Cómodo no ambicionaba la sucesión. Después, Marco Aurelio hizo entrar a la estancia al tribuno a quien debía dejar las órdenes,como en su momento había hecho Antonino. Sus últimas palabras habrían sido las siguientes: «Ve hacia el sol de levante, yo soy el sol de poniente». La atribución histórica de estas palabras a Marco Aurelio no está clara; parece ser que quien habría utilizado la metáfora del sol habría sido Pompeyo, cuando quiso aclarar a Sila quién de ellos representaba el futuro. Herodiano se habría inspirado en Dión Casio para el preludio de su obra didáctico-pedagógica, donde encontramos a un Marco Aurelio que en el momento de su muerte se preocupa por su hijo y por el imperio, convirtiéndose en un ejemplo a imitar para todos sus sucesores. Las fuentes nos dicen que Cómodo se habría negado a llevar a término la victoria de Roma sobre los bárbaros, bien por miedo, por pereza o por celos hacia su padre, en cualquier caso en contra de la opinión de todos los consejeros de su amado padre; en resumen, el emperador «habría tenido suerte si hubiera muerto sin hijos».
Marco Aurelio murió el 17 de marzo del año 180 d. C. en Vindobona, la actual Viena, posiblemente de viruela o sarampión. Sus cenizas fueron llevadas a Roma y depositadas en el Mausoleo de Adriano, donde permanecieron hasta el saqueo visigodo del año 410. Tuvo 13 hijos, de los cuales solo un varón y cuatro mujeres sobrevivieron a su padre.
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1.
alex | 26 marzo 2013 a las 5:31 pm
Muy interesante este post, en las películas siempre modifican todo y lían.
🙂
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2.
Catalina | 27 marzo 2013 a las 5:22 pm
También se nos presenta envenenado en la más clásica de las películas sobre su vida, La caída del Imperio Romano, de Anthony Mann. Y es que a veces, el arte enmienda a la realidad. No es malo que ocurra, siempre y cuando sepamos que el cine es ficción y así se lo expliquemos a nuestros alumnos. Por lo demás, ellos no se van a acordar de quien era el emperador, pero si de la emocionante historia de amor, integridad y valentía de un gladiador guapísimo, capaz de dar la vida para reunirse con su familia.
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3.
Hesperetusa | 30 agosto 2013 a las 11:30 am
Pues parece más que probable que la enfermedad de que murió Marco Aurelio fuera viruela. Pero tanto la viruela como el sarampión son contagiosos, y al parecer para la viruela que hacía sus primeras incursiones en la población europea, está no tenía desarrollada inmunidad todavía. Es curioso que precisamente no alejara a Cómodo de su lado para protegerle.
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